[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Capítulo 35.

Este capítulo va dedicado a: @1DDare_To_Dream - www.youaremynewadiction1d.blogspot.com

*

-Ahora quien quiera que le firme el libro, que sigan estas instrucciones. – Dijo Dina señalando a un hombre. – Gracias a todos por venir.

Los aplausos invadieron la sala. Yo entre esas personas que aplaudía satisfecha. Toda la gente se apresuró a hacer la cola donde el hombre trajeado les ordenaba, mientras yo reconfortaba mi americana mientras estaba junto a Josh.

-¿Qué te ha parecido? – Preguntó.
-Creo que será un buen libro. Ya sé que haré estas dos noches de playa. – Comenté sonriendo.

Josh sonrió a mi comentario y pasó su brazo por mi cuello arrimándome a su torso, mientras me besaba el pelo.

Mi sonrisa se reflejaba en mi rostro, pero duró poco; Hasta que vi bajar a Louis de las escaleras de enfrente nuestra para abrir la cortina y meterse en la sala de hacia unos minutos.

El chico me miró desilusionado. De verdad parecía afectarle que yo estuviese con Josh. Parecía molestarle mucho.

-¡Josh! ¡Josh! – Ben de nuevo llamaba a su hermano al lado de la cortina. -¡Pasa, por favor!

El chico soltó mi cuello para agarrar mi mano. Ambos emprendimos camino hacia donde segundos antes se había metido Louis.

-Entrad. – Mandó Ben.

De nuevo estábamos en esa sala. Al lado de una esquina, una silla donde estaba Louis jugueteando con su móvil.

-¿Qué os ha parecido? – Preguntó Ben.
-Me ha encantado. Dina parece toda una profesional. – Comentó Josh.
-Lo es. – Apoyó Ben.

Sonreía a la conversación mientras no paraba de mirar de reojo al ausente Louis.

-Josh, ¿Puedes acompañarme un segundo adentro? Tengo algo que darte. – Preguntó Ben.
-Mmm, bueno, nos tenemos que ir, ya sabes que iré a donde mamá este fin de semana y tenemos que coger el vuelo…
-Tranquilo, solo será un segundo.

Josh me miró buscando complicidad.

-Claro, ve. – Le animé. – Te espero aquí.

El chico asintió con la cabeza y me besó sutilmente los labios. Seguro que la mirada de Louis hacia Josh fue demasiado violenta después de ese gesto cariñoso que había tenido conmigo.

Ben abrió la puerta por donde salió el hombre que nos adquirió los sitios y ambos abandonaron esa pequeña sala.

Louis continuaba jugando a su móvil en la silla, con su tobillo puesto en su rodilla, yo, paseaba por la sala, haciendo sonar mis zapatos de tacón sin apartar la mirada de Louis.

El chico subió por un momento los ojos del móvil.

-¿Qué te pasa? – Me digné a preguntar.
-Estoy cansado. – Dijo.

Me acerqué a él sigilosamente y me puse de cuclillas mientras que él posaba los dos pies en el suelo. Mis manos se apoyaron en sus piernas para mantener el equilibrio.

-¿A qué juegas? – Pregunté.
-A nada. – Contestó bloqueando el aparato y guardándoselo en el bolsillo interior de la americana.

Arqueé mis cejas y me impulsé con sus rodillas para de nuevo ponerme de pie.

Sus contestaciones frías y secas me habían hecho entender que Louis no quería mantener ninguna conversación conmigo.

Unos minutos de silencio entre nosotros dos mientras yo estaba apoyada en la pared de enfrente de Louis, esperando que por fin apareciese Josh.

-¿Qué te ha parecido el libro? – Inició por fin Louis.
-Un argumento con futuro, sí. – Contesté.
-Yo ya me lo he leído.
-Imagino.

Louis giró sus labios y cruzó sus brazos posándolos en su pecho, mientras los míos estaban detrás de mi espalda.

-¿A qué se debió esa frase? – Me digné a preguntar.
-¿Cuál?
- La que dijiste, “Los polos opuestos se atraen.”
-¿No es verdad? – Replicó Louis.
-¿En qué te basaste para saber que es verdad?
-Léete el libro y luego comprenderás todo.
-Lo haré. – Dije.
-Bien. – Contestó sonriente.

De nuevo un silencio incómodo, y la mejor oportunidad para emprender la conversación que debía.

-Discúlpame por venir con Josh… Él es demasiado cabezón y no le podía decir que no, además estando su hermano.
-No te preocupes, es normal. Es tu novio.

La frase que Louis dijo llevaba cierto tono de rencor, el cual despertó más mis sospechas de que su 'amor' todavía seguía vivo.

-Gracias. – Agradecí.
-No hay por qué darlas.

Sonreí a su comentario.

-¿Puedo darte un abrazo? – Le pregunté.

El chico deshizo su cruce de brazos y se impulsó con sus manos en la silla para ponerse de pie, sonriendo.

Se acercó lentamente a mí y pasó sus brazos por mi cuello, acercándome hacia su torso y apretando mi cuerpo fuertemente contra el suyo.

La fragancia tan varonil que usaba me invadió en un segundo. Ese era el abrazo que nadie había logrado superar. Él era la única persona que sabía darme abrazos intentando que me refugiase en ello, y consiguiendo que lo hiciese.

-Ya estoy aquí. – Exclamó Josh entrando en la sala.

Louis y yo nos retiramos de un salto de aquel cómodo abrazo que a ambos nos invadía.

Me giré para mirar a Josh y él estaba algo confundido, aturdido.

-¿Interrumpo algo? – Preguntó.
-No, nada. – Dije.

Louis le miró de nuevo furtivamente.

-Ya nos veremos, ______. – Comentó mientras su mirada seguía mirando a Josh.

Tomó el pomo de la puerta y tiró de ella abandonando la sala y dejándonos a mí y a Josh solos.

El chico aún parecía estar sorprendido por la escena que se había encontrado cuando entró de nuevo a la sala.

En sus manos estaba un bulto envuelto en papel de regalo. Seguramente sería el regalo de parte de Ben.

-¿Nos vamos? – Sugerí.

Josh asintió con la cabeza y abrió la puerta para salir por la parte trasera de la librería.

Ninguna palabra era compartida por nuestra parte. Ninguna mirada ni nada que nos hiciera cómplices. Parecía estar algo disgustado o quizás sorprendido.

Él caminaba apresuradamente hasta llegar al coche mientras yo casi tenía que correr intentando no trabarme con esos altos zapatos que me estaban destrozando.

Miré la hora en mi reloj y me aseguré de que no llegábamos tarde al aeropuerto. Aún quedaban dos horas para embarcar e íbamos con tiempo.

Ambos llegamos al pie del vehículo y esperé a que Josh metiese el regalo en el maletero junto a las demás maletas.

Mientras yo, tomé asiento dentro del coche y esperé a Josh, que segundos después se introdujo dentro, serio.

Mis manos bajaron la cremallera de esos tacones dejando descansar a mis pies, mientras que Josh conducía camino al aeropuerto, sin comentar nada y con el ceño fruncido.

-¿Estás bien? – Pregunté preocupada.
-¿Quién? ¿Yo? – Replicó Josh.
-Claro, ¿Quién sino?
-Estupendamente. – Pronunció.
-Entonces, por qué lo dices con sarcasmo.
-¿Sarcasmo? ¿Qué es eso?
-Vamos, Josh. ¿Estás así por un simple abrazo?
-¿Un simple abrazo? Esos abrazos tan cariñosos no me los das ni a mí, ______.
-¿Enserio estás celoso?
-No, no son celos. No sé cuanta confianza tienes con ese chico para darle un abrazo tan sentido. ¡A mí no me lo diste hasta que no te compré tres kilos de ropa! Y, qué digo, jamás me has abrazado como le estabas abrazando a él.
-¿Acaso querías ganarme a base de regalos o compras?
-Quería ganarte, simplemente. Y admite que si hoy en día eres así es gracias a mí.
-Josh, ¿De qué hablas? Mi vida es así porque yo he querido que fuese así. Ni tú ni nadie tiene las riendas de mi vida.
-No las quiero tener. Pero no entiendo por qué estabas abrazando a ese gilipollas que conoces desde hace una semana. ¡Estaba babeando por ti!
-Estás siendo demasiado infantil, Josh. Le pedí un abrazo porque me apeteció, y no tengo que darte explicaciones porque no eres nadie para manejar mi vida. En estos momentos me estás recordando a Louis.

Un silencio incómodo se creó en el vehículo. Mis ojos se agrandaron dándome cuenta de que esa frase estaba fuera de lugar, y que esa comparación no tenía que haber salido de mi boca nunca.

El chico asintió con su cabeza mientras paraba el coche en el arcén de la carretera.

-Pues quizás un segundo Louis en tu vida no tenga lugar. – Comentó.
-Josh, no, lo siento, no quería decir eso, lo he dicho sin pensar…

El chico pulsó un botón para que los seguros del coche se deshiciesen.

-Vete. – Ordenó. – Sal ahora mismo de mi coche.
-No, Josh, de verdad, lo siento.
-Nadie me va a tachar de algo que no soy, y mucho menos me va a acompañar a casa de mis padres.
-No, Josh…
-¡Lárgate! – Gritó.

Ese grito me intimidó, incluso hizo que me sobrecogiese.

Las lágrimas aparecían por la comisura de mis ojos. Me arrepentía de haber dicho eso. Me arrepentía de verdad.

Agarré el pomo de la puerta y tiré de ella, pisando el frío suelo descalza, con los tacones en la mano.

Josh me miraba por el retrovisor mientras sus ojos parecían mostrar la rabia que jamás había visto en él. Una rabia que no podría compararse con la que mostraba Louis, pero que también daba miedo.

Levanté el maletero y saqué mis pertenencias. Después, lo cerré y sentí como el humo del tubo de escape pegaba de lleno en mi pierna gracias al acelerón que pegó Josh.

El coche desaparecía lejos de la carretera. Josh me había abandonado.

Estaba demasiado aturdida y demasiado confusa. ¿Por qué había hecho eso? Se tomó demasiado a pecho lo que le dije. No tenía derecho de abandonarme como si fuera una simple colilla.

Colilla… Eso necesitaba. Estaba demasiado nerviosa y sería lo único que podría tranquilizarme.

Estaba en una autopista, los coches pasaban a demasiada velocidad para pararse y llevarme a mi destino. 

Miré hacia todas direcciones esperanzada por encontrar algún sitio donde refugiarme y donde comprar tabaco. Las lágrimas ya dejaron de salir por mis ojos, pues la impotencia y la rabia, estaban a flor de piel.

Mis ojos percataron un cartel en el que informaba de una gasolinera a trescientos metros de donde estaba.

Era el mejor sitio donde podría ir para tranquilizarme y pensar en qué hacer.

Agarré el tirador de la maleta y comencé a andar descalza sobre el arcén. Los coches pasaban a gran velocidad y mi pelo estaba totalmente revolucionado.

Eso era demasiado peligroso, ya que seguramente ningún coche me vería gracias a mi vestimenta tan poco colorida que había elegido hoy.

Mis pasos eran cada vez más cansados. Mis pies estaban destrozados. Posé los tacones en el suelo justo cuando estaba a punto de entrar en la gasolinera. La luz que salía de los focos me cegó bastante, pero yo continué andando hacia dentro.

Entré en la tienda de la gasolinera exhausta. Pedí un paquete de tabaco junto a un mechero.

Sí. Iba a romper una promesa, pero Josh rompió otra. Dijo que jamás me abandonaría y me abandonó de la peor forma que podrían haberme abandonado.

Me dolió demasiado, tanto como para darme igual las promesas o los planes que habíamos prometido juntos. 

Después de agradecerle al dependiente de la gasolinera, salí al exterior y me alejé de ella, avistando un banco donde tomé asiento.

El frío era demasiado potente, y mis dientes seguían chocando de la misma manera que hacía unos minutos.

Intentaba arroparme con mi chaqueta mientras pensaba a quien llamar.

Pasaba mi dedo por la rueda del mechero para que prendiese ese cigarro.

¿Quién me iba a decir cuando vi la pareja a la entrada fumando que tomaría su mismo camino horas después?

Absorbí todo lo que pude para adentro. Ya casi había olvidado como se hacía, incluso las dos primeras caladas resultaron en forma de tos.

Soltaba el humo a medida que me iba tranquilizando, fue entonces cuando me propuse buscar a alguien que viniese en mi rescate.

-¡Alison! – Exclamé en alto.

Tomé mi móvil y busqué su nombre en la agenda. Pulsé la tecla y la llamada se inició.

Tras varios pitidos, la chica por fin aceptó la llamada.

-¿Sí? – Contestó una voz adormilada.
-Alison.
-¿_____? ¿Qué quieres a estas horas?
-Lo siento por despertarte, pero te necesito.
-¿Qué quieres?
-Necesito que vengas a buscarme a la primera gasolinera que te encuentres yendo dirección al aeropuerto. Por favor.
-¿No puede ir a por ti Josh? Estamos en la cama…
-Josh se ha ido, Ali.
-¡¿Cómo?!
-Es una larga historia. Por favor, ven.
-¿Pero tú estás bien?
-Estoy muriéndome de frío.
-Está bien. Métete en algún lugar donde estés caliente hasta que lleguemos, quizás nos demoremos.
-Gracias, Ali.
-No me las des, aun que no entienda nada.

La llamada finalizó mientras yo me levantaba del banco donde estaba sentada. De nuevo agarré mi maleta con una mano mientras la otra cogía el cigarro.

Caminé hasta un cartel donde ponía que detrás de la gasolinera había un bar.

No sería un sitio perfecto para esperarles, pero al menos mantendría la temperatura.

Me situé en la puerta del local mirando por un rato el cartel luminoso que estaba en la fachada del bar. Volteé mi labio y encogí mis hombros mientras pasé.

Había algo de música gracias a un pequeño escenario dentro del local. La gente estaba sentada en las mesas que lo rodeaban y parecía haber demasiado jaleo.

Arrastré mi maleta hasta la barra, evitando chocarme con la gente. Avisté un asiento y me senté en él dejando la maleta a mi lado.

Tomé aire esperando a que algún camarero me atendiera, pero no había rastro de ninguno.

-¿Qué hace una señorita como tú en un lugar como este? – Una voz masculina y descuidada susurró algo en mi oído.

Me sobresalté. Miré hacia donde provenía la voz y me percaté de que era un hombre cincuentón, casi calvo y con una redonda barriga sumada por la edad.

Fruncí el ceño cuando miré al hombre sonreír ‘sensualmente’

-¿Qué intenta? – Le contesté.
-Oh, vamos, nena. ¿Cuánto pagas?
-¿Perdón?
-Puedo hacerte una rebajita por llevar todo el equipamiento contigo.

Mi mano instantáneamente chocó contra la cara del hombre. ¿Me estaba confundiendo con una prostituta?

La gente pareció percatarse del sonido de esa bofetada y todas miraron en esa dirección.

-¡No soy ninguna prostituta, viejo asqueroso! – Le grité.

El hombre mantenía la mano en su moflete mientras me miraba rabioso.

-Entonces, ¡¿Qué haces viniendo a un sitio como este vestida como tal?! – Contestó, alzando su ronca voz.

Me bajé del banquete y le miré. Le sacaba al menos siete u ocho centímetros de estatura gracias a esos altos zapatos. Quizás eran para lo único que me servirían esta noche.

-¿Me vas a amenazar con esa mirada y esa diferencia de altura, preciosidad? – Pronunció el hombre sarcástico.
-¿Quiere otra bofetada? – Pregunté levantando la mano.
-¿Me amenazas?
-Sí. - Contesté.
-¡No! – Exclamó alguien contestando por mí.


Una gran mano agarró la mía para impedir que esa discusión fuese a más, cosa que agradecí. ¿Quién sería?




9 comentarios:

  1. No por favor... No me puedes dejar así, enserio...
    Besos <3

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  2. Siguela por favor me encanta ya quiero saber quien es???
    Besos :*

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  3. ¿Cómo nos dejas así jo? Espero que sea Louis :3. Adoro éste capítulo, cómo todos. Un besote! <3
    @_Tommohugs_

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  4. OOOOOMMMMGGGGGG :0 Nos has dejado con toda la intriga aaagg , cada vez me encanta mas la novela. Escribe prontito <3

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  5. la ameee sigue NUEVA lectoraaaaa siguelaaaaaaaaaaaaaaaa no me dejes con la intriga aaa me encanta tu novela asta me cree un blog por ella

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  6. Holaaa :) Ya vine por aqui al principio y siento de verdad no haber comentado !! Pero que sepas que he seguido tu novela todo el verano, solo que la leia con el movil por lo que no podia comentar. Bueno que decirte, LA AMO!! Es increible!! Y QUIEN SERA?! Por favor siguela prontooo !! :D Besoos xx

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  7. Prefiero a un Louis con un pasado oscuro que a un Josh q te deje tirada y te eche en cara q gracias a el estás donde estás. Madre miiiaaa!!! Dame a William! ahah Jo no sabe slo guay q te esta quedando la novela en serioo!!

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  8. AAAAAAAAAAHHHHH ME HAS DEDICADO UN CAP SUPER SUPER PERFECTOOOOOOO AKSNSLANAJ que guaaaaay *-*

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