[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

martes, 3 de septiembre de 2013

Capítulo 37.


Este capítulo va dedicado a: @hearlaura

*

Me desperté entre varios movimientos bruscos de mi cuerpo y un suave grito ofrecido por el interior de mi garganta. Se incorporó tan rápido que ni mi consciente se pudo dar cuenta.

Estaba repleta de sudor a pesar de que seguramente en el exterior hiciera algún grado bajo cero.

Estaba durmiendo sola, en mi habitación.

Miré a mí alrededor y encontré el reloj que buscaba en la mesilla de noche. Lo incliné un poco y me percaté de que estaba a punto de amanecer.

Al menos durmiendo se me había olvidado todo lo que había vivido.

Quizás hubiese conservado el sueño dos, tres horas. ¿Quién sabe? Lo único que sabía a ciencia cierta es que mi vida había sido descolocada por completo de nuevo.

Retiré el edredón y pasé la palma de mi mano por la frente para aliviar el sudor. Paseé descalza por el frío suelo y retiré algo la cortina. Miré al exterior y podía percatarme de los primeros rayos de sol que desprendía por uno de los extremos de la ciudad.

-_____, ¿Estás bien?

Mi madre abrió de sopetón la puerta. La miré sobresaltada y observé cómo estaba abrochándose su larga bata de seda de color carne.

-Sí, sí, mamá. Tranquila.
-Escuché un grito y me asusté. – Confesó.
-Tranquila, estaba soñando.
-¿Quieres tomar algo para tranquilizarte?
-No creo que me pueda volver a dormir.
-Siento de verdad todo lo que te está pasando. Y más siento no haber estado el día que te encontraste al bastardo de tu padre. ¡¿Cómo no me lo contaste antes?!
-No solucionaba nada contándotelo, mamá. Sólo esto, el recordarte todo.

Me dirigí dando cuidadosos traspiés hasta el filo de la cama, donde me desplomé despacio y aterricé con elegancia sobre la colcha.

-Es un sinvergüenza. Pero en esta vida todo se devuelve… - Añadí. – Y espero que sea así con todo.

Mi madre sonrió dulcemente y se aproximó a mí, sentándose a mi lado.

-Josh no merece que te martirices por él, cielo. Lo que ha hecho no es de ser un hombre leal como había mostrado. A las personas siempre se nos cae la máscara y a él le ha llegado la hora.
-No creo que sea un mal tipo, pero esto…
-No, Josh es buena persona. Pero quizás se le juntaron varias cosas o quizás…

Se encogió de hombros mientras juntaba las palmas de sus dos manos. Mi madre se había quedado sin argumentos porque ya me lo había dado todos.

-Déjalo mamá, vete a dormir. La mañana de un sábado está para descansar.
-La verdad es que tengo planes mejores.

Giré levemente la cara y fruncí el ceño.

-¿Qué quieres decir?

Tomó aire con una sonrisa pícara. Exactamente, como la sonrisa que me puso cuando me anunció que me había comprado el libro que tanto estaba esperando cuando tenía doce o trece años.

-Mamá, no me hagas esperar más. – La insistí.
-No pensaba contártelo hasta más adelante, pero las circunstancias han abierto camino a las confesiones de las siete de la mañana.
-¡Mamá! – La regañé. - ¿Quieres decírmelo ya? Me muero por saberlo.
-Hoy tendremos visita a la hora de la comida. – Dijo.
-¡¿Qué?! – Repliqué. - ¿Cómo que visita?

No. No ‘podíamos’ tener visita. Había quedado para comer con Louis. Vale, quizás no fuese la manera más apropiada de celebrar que mi novio, o quizás ex-novio me había dejado abandonada en medio de una carretera, pero era la mejor forma de agradecer a Louis todo lo que llevaba haciendo por mí desde hacía más de una semana.

-Mamá, ¿No puede venir la tía otro día?
-No, cielo. Creo que no me has entendido…

Mi ceño se frunció más y volteé mis ojos pensando a qué podía referirse mi madre con ‘no me has entendido’

-Ve al grano. – La exigí.
-Quiero que conozcas a Bob.

Fruncí más el ceño mientras que Bruce se subía a mis piernas y comenzaba a chuparme la cara.

Odiaba que hiciese eso, pero el momento de perplejidad me impidió alejarle.

-¿Q-quién es Bob? – Repliqué.
-Bueno, aún no sabría cómo denominarle. Por eso le imité a comer.

Cerré los ojos por un instante y, tras dos segundos, los volví a abrir mirando a mi madre insinuando enfado.

Pero no podía enfadarme. Ella estaba en todo su derecho de rehacer su vida y de ser feliz. Incluso en un instante creció algo dentro de mí que me hizo alegrarme por ella y quitar esa mirada asesina.

Cogí al pequeño Bruce y le bajé de mi regazo. De nuevo regresé la mirada hacia mi madre que se mostraba sonriente, y sus ojos brillaban.

-Mamá, yo… Yo he quedado con un amigo para comer, así que no creo que os moleste, no estaré.
-¿Qué amigo?  
-El de ayer. Le debo unas cuantas comidas por todo lo que está haciendo por mí.
-¿No crees que es algo precipitado?
-¿El qué?
-Bueno, hija…
-No mamá. Él es solo un amigo. No hago nada malo. Es más, me daría pena de mi misma si estuviera apenada y haciendo que tú y toda la gente de mí alrededor se compadeciese de mí por lo que me ha pasado. Josh me ha abandonado y creo que con eso me ha dejado todo claro. Mi vida continúa. 

Mi madre se quedó sin palabras. Intentaba buscar algo que decirme pero obviamente no lo encontró.

-Y bueno, en cuanto a Bob… Tengo curiosidad por conocerle y ver que…
-¿Y si invitas a tu amigo a comer aquí? – Exclamó mi madre entusiasmada.
-No, no… Mamá, no.
-Es una idea genial, _____.
-Pero mamá…
-Haré mi especialidad.

La mujer se levantó con sus manos unidas y a la altura de la cara. Dio una pequeña vuelta sobre sí en la habitación y, con una sonrisa radiante, abandonó mi habitación seguida de Bruce.

Oh Dios. Parecía que por nada del mundo nadie quería que me encontrase con Louis a solas.  

Me tumbé exhausta en mi cama y me estiré lo máximo posible. Miré al techo y pensé en cómo le diría ahora que tampoco podríamos comer solos…

******

No me había arreglado demasiado. Quizás no me había arreglado. Tampoco veía una situación para ir formal.

Suspiraba cada dos minutos. Aún no le había dicho a Louis que comeríamos aquí y tampoco le habría planteado lo que pasaría este medio día.

Mi madre cantaba en la cocina mientras yo situaba los cubiertos en la mesa.

Hacía tanto que no la escuchaba cantar de esa forma...

El timbre sonó y Bruce fue disparado hacia la puerta. Mi garganta se ahogó en sí misma y el último cubierto aterrizó contra el suelo.

Me agaché a recogerlo y, con él en la mano, me dirigí a la puerta. ¿Quién sería? Quizás fuese Bob o quizás, y seguramente, fuese Louis.

Tiré del pomo de la puerta echando a un lado a Bruce.

Mi respiración se cortó cuando vio el tan intimidante y limpio atractivo que lucía últimamente Louis. De nuevo su tupé perfectamente arreglado acompañado de una sonrisa intacta.

Mi cara debió de ser un poco chistosa, y la situación más.

Louis agrandaba su sonrisa mientras observaba todo.

-Intimidante perro. – Comentó. – Pero creo que tú le superas.

Su mirada fue directa al cuchillo que tenía en las manos. Su ingenioso comentario hizo que mi sonrisa se mostrase en mi rostro mientras guardaba el cuchillo tras mi espalda.

-Estás preciosa. – Comentó.
-Gracias. – Balbuceé. Quizás ruborizada.

Sonrió satisfecho. De repente una silueta se posó detrás de mí, aupando a Bruce.

-¡Hola! Soy Julie.

Me mordí el labio mientras cerraba los ojos. Mi madre intentando hacer amigos no, por favor.

Esta situación me recordaba a cuando yo era una cría y invitaba a mis amigos a casa por algún trabajo o tarea del colegio.

-Hola, señora Julie. – Saludó Louis ofreciéndole la mano como saludo.

Mi madre sujetó fuertemente a Bruce con un brazo, y el otro se acercó a la mano de Louis. Sus manos se juntaron.

Por un momento mis pensamientos se congelaron. Mi madre estaba dando la mano al chico que me hizo de alguna manera cambiar por completo, con ella y con el mundo.

Dudaba que supiese de quién se trataba. Sólo le había visto una vez.

-Esto… mi madre quería que nos quedásemos a comer aquí. – Comenté.

Ambos se soltaron la mano y Louis me miró perdido, frunciendo algo el ceño.

-¿Qué? – Replicó.
-Bueno, ella quiere presentarme a su…
-A Bob. – Me interrumpió ella. – Un amigo.
-Sí, bueno. A Bob. – Proseguí yo.

Bruce comenzó a ladrar mirando fijamente a Louis.

-Está bien, te daré de comer. – Dijo mi madre.- Trae eso. - Exclamó arrebatándome el cuchillo de la mano que mantenía tras mi espalda.

Sus pasos fueron arrastrados hasta la cocina, donde cerró la puerta para que el perro no se escapase.

Miré a Louis mordiéndome el labio. Sabía que me iba a regañar.

-_____, he reservado mesa en uno de los mejores restaurantes. – Me dijo totalmente serio.
-Bueno, cancélalo. Yo te lo pagaré.
-No, no. Ese no es el problema…
-¿Entonces? – Repliqué.
-Tu madre es… no sé… Sabes que no empecé con buen pie con ella.
-Vamos Louis, has cambiado demasiado, no te reconocerá. No lo hace nadie. Es una simple comida.Quiero conocer a ese tal Bob…

Louis suspiró un poco y pareció querer seguir refunfuñando. Su sonrisa le delató y asintió levemente con la cabeza.

Una sonrisa contagiosa se dibujó en mi rostro cuando me aparté de la puerta para dejarle pasar.

-Vaya, el decorado no ha cambiado mucho. – Comentó mirando a todos los lados.
-No ha cambiado nada. – Le corregí situándome delante de él.

Emprendí camino hacia el salón y Louis tomó asiento en el sofá.

-¿Quieres algo de beber? – Pregunté.
-No, no. Gracias.

Me senté a su lado algo avergonzada.

-Siento mucho haberte metido en este follón… - Me disculpé.
-No te preocupes. Creo que ya me tienes acostumbrado. – Dijo sonriendo.

Una sonrisa, idiota, se me dibujó en mi rostro mientras le miraba.

El timbre nos encogió a los dos.

-¡Voy yo! – El grito de mi madre procedente de la cocina nos advirtió.

A partir de ahí fue un intercambio cariñoso de palabras lo que pudimos llegar a escuchar.

Los pasos parecían escucharse más de cerca.

Miré a Louis inquieta. Su mano pasó por encima de la mía en forma tranquilizante. Mi cuerpo se estremeció junto a mi boca que se abrió de par en par mostrando sorpresa.

-¡Chicos! – Exclamó mi madre.

El chico quitó automáticamente su mano de la mía.

Mi mirada seguía fijada en los ojos azules de Louis. Tragué saliva y cerré por dos segundos los ojos para volver a la realidad.

-Este es Bob. – Prosiguió.

Louis se giró para que me fijase en el hombre.

Mis ojos se desplazaron hacia él, aun que no estaba consciente de lo que veía ni de lo que sentía.

Mis ojos avistaron a un hombre con completa formalidad. Unos pantalones negros de vestir junto a un polo amarillo. Quizás fuese dos o tres años mayor que mi madre, pero parecía cuidarse.

Mi cuerpo se levantó bruscamente cuando me percaté de que estaba quedando como una autentica mal educada.

-Disculpe, Bob. – Dije acercándome a él.

Mi madre desapareció del salón apurada por la comida. Quizás se le quemase algo.

-Soy _____, la hija de Julie.

El hombre me sonrió y tomó mi hombro para darme dos calurosos besos.

-Y él es Louis, un amigo. – Le dije cuando el chico se puso a mi lado.

El hombre le tendió la mano y ambos se saludaron.

-Encantado. Yo soy Bob.
-Siento haberos abandonado, se me quemaba la comida. – Exclamó casi sin aire mi madre. -¿Os habéis presentado?
-Sí, mamá. – La contesté.
-Oh, genial. ¿Queréis ir tomando asiento? – Preguntó de nuevo mi madre, más nerviosa que nunca.
-Yo me encargo mamá. – Dije.

La mujer asintió con la cabeza y miré a Louis en busca de una mirada cómplice. Como no, la encontré.

-Por aquí. – Les indiqué.

Louis parecía conocerse algo más que Bob la casa. Quizás fuese la primera vez que la pisaba. Me preguntaba donde se habrían conocido estos dos…

Todos llegamos a la mesa y tomamos asiento. Yo junto a Louis y Bob junto al asiento que estaría ocupado por mi madre, quien apareció segundos después con una olla.

-Es mi especialidad. – Informó.

Louis pareció oler el sabroso aroma que salía del recipiente. Su sonrisa me informó que le iba a gustar la comida.

Mi madre sirvió la comida y tomó asiento.

-Qué aproveche. – Exclamó.
-Qué aproveche. – Apoyamos los demás a unísono.

Todos comíamos sabrosamente esa comida tan deliciosa que había preparado mi madre que, como ella bien dijo, era su especialidad.

-Gracias por invitarme a comer, Julie. Creo que un restaurante jamás hubiera estado a tu altura. – Comentó amablemente Bob.

Sonreí orgullosa a ese comentario. Parecía tener total disciplina y formalidad. Me gustaba para mi madre, como amigo o lo que fuese.

-Gracias, Bob. – Agradeció mi madre.
-Y bueno, ¿Vosotros sois novios? – Preguntó Bob.

Un nudo se creó en mi estómago cuando escuché la pregunta de Bob. ¿Otra persona que nos confundía? 

Era obvio que entre Louis y yo podía existir algo para confundir nuestra extraña relación, pero ya le dije al principio que Louis era solo un amigo.

-Oh, no, no… - Negué. – Solo amigos.

Silencio incómodo mientras Louis limpiaba su boca con la servilleta, quizás decepcionado.

-Entiendo. – Comentó Bob.

De nuevo la tensión desapareció y continuamos comiendo.

Miré de reojo a Louis que comía casi sin respirar, acabando con lo último que yacía en el plato. Una sonrisa se me escapó. Él me miró extrañado.

-¿Qué pasa? – Preguntó.
-Parece que no has comido en años. – Comenté entre carcajadas.
-Está delicioso. Enhorabuena, señora Julie.
-Oh, gracias...
-Louis. – Interrumpió el chico. – Soy Louis.

La sonrisa de mi madre desapareció mientras asentía. Quizás se hubiera dado cuenta de quién era ese chico. Quizás hubiera sabido reconocerle…

-¿Queréis el postre? – Propuse yo.
-Sí. ¿Me acompañas, _____? – Me preguntó mi madre.

Arrugé la frente confirmando lo que dudaba. Mi madre había reconocido al mismísimo Louis Tomlinson…

Ambas caminamos hasta la cocina con algunos platos en las manos. Las dos pasamos y posamos la vajilla en el fregadero. Mi madre cerró la puerta.

-Louis… - Pronunció.

Asentí.

-¿Es el Louis que creo que es? – Preguntó. – O si no lo es, tiene la misma mirada.

Tomé aire y cerré los ojos juntando los labios.

-Sí, mamá. Es ese Louis.

Mi madre se llevó las manos al pelo, intentando mostrar desesperación.

-¿A qué juegas, _____? ¿Acaso no te sirvió de ejemplo lo que te hizo?
-Mamá, Louis ha cambiado. Y no deja de ser un amigo.
-Dios mío, ____. Estás loca. Las personas nunca cambian. Ese chico era peligroso, lo es y lo será.
-No, mamá. Mírame. Yo cambié. Ahora soy una persona madura y formal. Te aseguro que él lo único que quiere hacer es olvidarse de su pasado y de las locuras que cometió. Olvida la idea que tenías de él.
-No puedo olvidar a alguien que de alguna manera secuestró a mi hija.
-¡No, mamá! Yo fui la que decidí irme con él… Además, ahora es solo mi amigo.
-Oh, Dios mío. Si hasta Bob os ha preguntado si erais novios.

Sus manos pasaron por su cara ayudando a asumir lo que había pasado.

-Piensa en cuando le has visto. Ni siquiera le has reconocido. – Añadí. – Piensa en que él ha cambiado y dale una oportunidad, por favor…

Mi madre retiró sus manos de la cara y asintió con la cabeza.

-Está bien, está bien… - Aceptó. – Coge el helado antes de que me de un infarto y vamos, nos estarán esperando.

Ambas atravesamos la cocina con el postre en nuestras manos y lo posamos delante de cada sitio correspondiente. El gesto de mi madre había cambiado, obviamente.

-¿De qué hablabais? – Pregunté.
-Estaba comentándome Louis que es entrenador personal. – Dijo Bob.
-¿Eres entrenador personal? - Preguntó mi madre a Louis, con gesto insinuante.
-Así es, señora Julie. Llevo una empresa de deportes. - Afirmó seguro de sí mismo. 
-Puedes tutearme. - Dijo algo más convencida mi madre.
-Claro. - Dijo Louis.
-Y bueno, yo le decía que acabo de comprar un equipo de fútbol. Quizás le interese formar parte de él. - Añadió Bob.

Mis ojos se abrieron e intentaron cuadrar todo. Me ceño se frunció y miré confundida a Louis.

-¿Un equipo de fútbol? – Repliqué.
-Sí. – Contestó Bob. – En Inglaterra.

Louis me miraba sonriente. Parecía estar encantado por la sugerencia.  Asentí con la cabeza. Un miedo se apoderó de mí cuando escuchó eso. Quizás lo sentí porque sabía que si Louis lo aceptaba tendría que irse a Inglaterra, más lejos de lo que pudiera imaginarme.

-Ge…genial. – Exclamé con una sonrisa demasiado falsa.

Pero no. Para nada era genial. Algo de mí se había enganchado por completo a Louis otra vez y ese algo no estaba dispuesto a tenerle a miles de kilómetros durante quién sabe cuánto tiempo de nuevo. Me negaba.


3 comentarios:

  1. Puedo afirmar que esta es mi novela favorita de las 4 que has escrito... Aunque las otras la siguen de cerca.
    Besos <3

    ResponderEliminar
  2. Oye, que el nene este no se vaya eh!! QUE NI SE LE OCURRAAA!!! ahah me esta gustando tanto esta novela tiiiaa!! Flipas, bueno q increible todo como siempree!!

    ResponderEliminar