[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Capítulo 50.

Este capítulo va dedicado a:  @RocioCarro1d  ¡Felicidades, amor!

*

Narra Louis:

Mordí mis labios mientras me deslizaba dentro del área y rodaba con el pie el balón por el suelo. El portero me miraba, con las rodillas flexionadas, esperando mi ataque.

“Esta es la tuya, Tomlinson.” Me susurré.

La rabia de ese absurdo nombre rebotó en las paredes de mi cabeza y lancé con toda mi fuerza y rabia el balón. El portero no pudo parar aquel fuerte tiro, y cayó derrotado en el suelo. El balón se metió dentro de la red, y, en ese instante, miré hacia el banquillo, mirando como ella apretaba la bufanda y celebraba el gol.

Parte del pequeño estadio estaba celebrando mi gol. Sonreí satisfecho de haber cumplido con lo que la dije.

Corrí cerca de donde estaba ella y la señalé, celebrando en mi interior que esa sonrisa que estaba radiante en su rostro era por mí, como en los viejos tiempos.

Relamí mis labios cuando llegaba hacia donde estaban mis compañeros, pensando en que ella de nuevo me besó. No fui yo, fue ella la que me besó. Ambos nos besamos. Después de un año los dos nos dejamos llevar y nos envolvimos en lo que realmente no debería de haber terminado nunca.

Algunos de mi equipo me esperaban con los brazos abiertos para abrazarme y celebrar conmigo el triunfo.

La felicidad fue colmada cuando el árbitro, segundos después, finalizó el partido con dos fuertes pitidos de silbato.

Ahora todos los del equipo nos reunimos en el centro del campo y nos pusimos en corro para celebrar nuestra victoria a un equipo de casi primera división. No éramos nada malos.

Mi mirada se levantó un momento del centro y se dirigió hacia los banquillos, donde estaban Bob y el entrenador celebrando nuestro triunfo. Los jugadores del banquillo chocando sus manos satisfechos y… No había ni rastro de ella. ¿Dónde estaría?

Fruncí mi ceño pero seguí celebrando el triunfo, esperando a que los contrincantes pasasen a nuestro lado y les pudiese ensanchar la mano.

Pasaron en fila, uno a uno a nuestro lado, junto abucheos y halagos del público.

Sin embargo, en mi interior, yo seguía aturdido. ¿Dónde estaría ella?

Me acerqué a Bob mientras que los demás de mi equipo se metieron para los vestuarios.

Me quité la camiseta en el camino y sacudí mi pelo.

-Hola, Bob. – Musité interrumpiendo la conversación que mantenía con el entrenador.
-¡Eh, hola, Louis! – Exclamó.

El hombre enseguida se acercó hacia el banquillo y me tendió una botella de agua.

-Gracias. – Agradecí cuando la cogí.
-Lo has hecho genial, Louis. Estoy muy orgulloso de ti. Nunca me defraudas.

Me ruboricé y di un trago de agua largo. Tragaba mientras miraba a Bob, que me seguía felicitando entusiasmado.

-Esto… ¿Sabes dónde está ______? – Pregunté.

El hombre paró su discurso y me miró frunciendo el ceño.

-En realidad no, se fue, pero…

Fruncí el ceño y miré hacia el suelo, cerrando la botella de agua y tendiendo la camiseta sobre mi hombro. El hombre parecía seguirme dando explicaciones pero yo no las escuché. Sacudí la cabeza y el pelo cayó sobre mi frente, empapándola de sudor frío.

-Quizás ande cerca. – De nuevo escuché salir de la boca de Bob.

Le sonreí y le di una pequeña palmadita en el brazo. Comencé a andar lo más rápido que pude hacia el pasillo gris. Entré y miré hacia ambos lados, no había nadie. Mi mente pensó por un segundo en todo lo que había pasado en la pared que tenía a unos metros de mí, con ella… Suspiré y, de nuevo me recoloqué la camiseta sobre mi hombro y emprendí camino hacia los vestuarios.

Bajé el escalón mientras abría la puerta y un calor lleno de vaho me invadió. Todos los jugadores estaban cantando mientras se duchaban y aseaban.

Sonreí al verlos tan entusiasmados.

-Hey, Louis. – Exclamó Frankie. – Ese gol ha sido el mejor.

Le sonreí agradable y me quité la ropa para meterme en la ducha.

***

Todos aún seguían entretenidos en las duchas, celebrando nuestra derrota hacia el equipo de casi primera división. Yo me peinaba el flequillo hacia arriba con algo de gomina, intentándolo fijar.

Levanté la ceja recordando cuando la tenía medio rapada. Quería escapar siempre de mi pasado, sin entender que si no hubiese sido por él, jamás hubiera vivido todo lo que estaba viviendo en ese momento…

Suspiré mientras me repasé por última vez el flequillo. Giré la esquina y abrí mi taquilla sacando la bolsa de ropa.

Salí del vestuario después de avisar a todos los de mi equipo que me iba, y tras salir al pasillo y recobrar un poco de cobertura, busqué el teléfono de Adam en la lista de contactos, rezando porque fuese ese el número del chico.

Daba señal.

-¿Sí? – Contestaron.
-¿Eres Adam? – Pregunté.
-Sí, soy yo. ¿Quién eres?
-Hola, Adam. Soy Louis.
-¡Louis! – Exclamó entusiasmado. – Qué alegría volver a escucharte.

Sonreí para mí y dejé que unos segundos retomasen la seriedad de la conversación.

-_____ y yo iremos a cenar de nuevo, ¿te parece? – Preguntó.
-¿Enserio? ¡Estupendo! Después os puedo invitar a unas copas, me sé un lugar cerca de aquí que está genial. 
-¡Perfecto!
-Tengo muchas cosas que contarte, Tommo.

Arqueé una ceja consciente de que el chico no me vería. Era obvio que Adam me conocía como Tommo y que era algo inevitable.

-Digo, Louis… - Musitó arrepentido.
-Bueno, creo que ambos tenemos muchas cosas que contarnos, ¿no? – Dije intentando salir de la tensión de la conversación.
-Claro.
-Ahora te veo, Adam.
-Hasta ahora.

Los dos colgamos y guardé mi teléfono en el bolsillo de la chaqueta vaquera que traía en la bolsa. Me reconforté el jersey beige y llegué a donde estaba Tommy.

Miré a ambos lados de ese largo pasillo, en busca de _______, pero tampoco había rastro de ella.

-Buenas noches, Tommy. – Saludé.
-Hola, Louis. Enhorabuena.

Sonreí cómplice, pero no contento. ¿Cómo iba a estarlo si por lo que mereció la pena había desaparecido como si la tierra se la tragase?

El hombre se retiró dejándome paso y me despedí de él con un rápido gesto de cabeza, acompañado con una sonrisa. El hombre hizo lo mismo.

Caminé por las oscuras calles de alrededor del estadio, donde ya no había nadie, todos habían desaparecido. Quizás haría más de media hora que había acabado el partido.

De nuevo me quedé quieto y miré hacia todos los lados, en busca de ella. Pero no estaba. ¿Dónde diablos se habría metido? Si tenía pánico de irse sola.

Revisé bien cada rincón que desde ese ángulo mis ojos me permitían, y descarté el encontrarla, así que, me decidí por emprender camino al parking e ir en coche a buscarla.

Mis pasos eran rápidos, ¿Y si la había pasado algo? Negué con la cabeza, mientras mi brazo cargaba sobre el hombro la bolsa de ropa.

Giré la esquina de esa estrecha y oscura calle que llevaba al parking. Una calle muy poco transitada.

Mis ojos avistaron de momento una silueta, con las manos entrelazadas y sentada en un banco, refugiándose del frío con su propio cuerpo. Estaba de espaldas, pero había una ligera esperanza de que fuese ella y que me estuviese esperando.

Me acerqué sigilosamente y me coloqué a su lado.

-Hola. – Musité.

El olor tan peculiar que ella tenía me rodeó cuando me acerqué, y supe que sí, era ______. Me puse delante de ella y miré como su cara se había convertido en una completa sorpresa, cosa que me confundió.

-Te estaba buscando. – Añadí. – Ya he hablado con Adam.

Señalé al restaurante de enfrente de nosotros donde trabajaba Adam.

-¿Qué haces aquí? – Preguntó por fin ella. – Le dije a Bob que te dijese que ya te llamaría.

Fruncí el ceño sin entender bien la confesión de ______. ¿Me diría algo Bob de eso? No le escuché lo demasiado, quizás.

-¿Ha pasado algo? – Pregunté confundido.
-Me siento como una mierda, Louis…

Miré hacia el suelo. Entonces entendía que de nuevo sus confusiones y arrepentimientos chocaban de frente con su impotencia y poca fidelidad hacia Josh.

-En unos días Josh y yo celebramos nuestro aniversario y yo estoy sin poderme contener a ti, besándote y acompañándote a estúpidos partidos en los que tú me dedicas goles y después me invitas a cenar. Algo no cuadra, ¿No crees? Esto debería de hacerlo mi novio, no mi 'amigo'. 

Encogí mis hombros mientras la miraba. Ella estaba sentada y miraba hacia arriba, pues yo me había situado delante de ella.

La impotencia se apoderaba de mí, de nuevo. Y el miedo de perderla o de algún sinónimo, estaba presente. Tanto que podría denominarlo terror antes que miedo.
______ se puso de pie y me tendió la bufanda que seguramente le había dado Bob por el cuello.

-Mejor me voy. – Musitó.
-¿Dónde? Déjame llevarte, es peligroso.
-No. No, Louis. No es lo mejor.
-¿Otra vez te vas?

La desesperación había llegado a su límite. De nuevo la perdía. De nuevo estaba yéndose, dejándome. Y no quería. No quería hacerme a la idea de, si estaba dos días aquí, estar sin ella.

-Tengo que irme. – Murmuró.
-No, no, no. Me estás desorientando, _______. ¿Por qué coño me haces esto?

Era un entrelazado laberinto en mi cabeza en el que ella estaba en el centro, y cada vez que me acercaba a encontrarla, ella corría para perderse de nuevo en él. Me era imposible comprenderla o saber lo que se le pasaba por la cabeza. Ella fue la que quiso. Ella fue la que me obligó a besarla. ¿Por qué ahora este comportamiento?

El maldito aniversario con Josh. ¡Joder! Ese maldito chico era el culpable de todo lo que había pasado. Todo. Absolutamente todo.

-Lo siento… - Musitó.
-Pero no te vayas. – La rogué. - ¡Joder!

Ella continuaba andando, quizás sollozando entre las sombras.

-¿Acaso no te das cuenta de que hemos hecho esto porque tú quisiste? – La gritaba. – Jamás te hubiera besado si hubiese sabido que esto hubiera pasado, joder. ¡Por favor! ¡Escúchame!

Los amoldados pasos de la chica continuaron siendo rítmicos y, al cabo de dos minutos, su silueta se perdió al final de la calle.

¿Dónde narices iría ahora ella sola? ¿De noche? Se me ponían los pelos de punta al pensar todo lo que podría pasarla.

De nuevo recargué la bolsa de ropa sobre mi hombro y comencé a andar lo más rápido que pude, en su búsqueda.

Sin embargo, un grupo de tres personas salieron de un pequeño callejón y me embistieron lo más rápido que pudieron.

Dos de ellos me cogieron por los hombros e hicieron que mi cuerpo chocase contra la pared antes de que yo pudiera siquiera defenderme. Mi gesto se frunció cuando miré a ambos lados y me percaté de que quien quizás estaría en peligro, no fuese ella, sino yo.

-Hola, Louis. – Musitó uno con una sonrisa pícara.

Los otros dos hombres seguían agarrándome fuerte por los hombros, sin despegarlos de la pared. La bolsa de ropa aterrizó en el oscuro suelo de la acera, alumbrada por una simple y vaga farola.

Fruncí los ojos cuando juré recordar a ese hombre. Cabeza rapada, corpulento, vestido de negro, un tanto raro…

-Soy Matthew. – Me confirmó. - ¿Me recuerdas?

Mi gesto se volvió de completa rabia y di un brusco respingo con mi cuerpo en la pared, para intentar soltarme de esos dos acompañantes y apalear a golpes a ese hombre.

Matthew sonrió maliciosamente y me miraba con sus ojos profundamente negros en la oscuridad.

-No, Tomlinson. Este juego ya no será como tú quieres.

La sangre me hervía y mi mandíbula comenzaba a ser tensada y presionada por mis propios dientes. Tomlinson. No. Eso no.

De nuevo di un golpe sobre la pared, pero los hombres de nuevo me pegaron contra ella apartando cualquier posibilidad de escapatoria.

-¿Sabes por qué estamos aquí? – Preguntó de nuevo el de la cabeza rapada. – La verdad es que no te admiro. Ni siquiera sabía que jugabas al fútbol. Sólo sé de ti lo que me contó mi cliente. Josh. Él parecía tenerte mucha rabia y demasiada poca admiración. Por eso nos mandó un recado para hacerte.

Mis ojos se agrandaron y mi pupila debió de dilatarse. ¡Josh! Ese hijo de puta era el culpable de todo. Ese cabrón había contratado a estos tres canallas…

-Y bueno. – Prosiguió. – Creo que tú y yo podríamos llevarnos bien. Pero no es el caso.

Matthew se acercaba dando lentos pasos, mientras sus manos estaban en el interior de sus bolsillos. Posó su rostro demasiado cerca del mío, en el que podía apreciar un aliento de alcohol demasiado evidente.

-Ellos me contratan para que yo cumpla sus deseos. – Continuó, junto a mi rostro. – Y sus deseos, son órdenes para mí. – Hizo una pausa. - Así que…

El hombre embistió mi estómago con su puño, con bastante fuerza. Grité sin poder evitarlo. Mi cuerpo se pegó aún más a la pared, retorciéndose del dolor.

Pataleé de nuevo para que los dos que me agarraban me soltasen, pero fue imposible.

Matthew se reía, parecía divertirse.

-También me contaron que te divertías pegando a gente. – Comentó, sonriente, como desde que había aparecido. – Bien. ¿Jugamos?

Ahora su puño chocó en mi cara, haciéndome gritar de nuevo y dejando que una pequeña hemorragia se crease en mi nariz.

Mis ojos se cerraron y intentaron controlar la rabia y el dolor, pensando en la manera de deshacerme de esos dos que me sujetaban para poderles repartir lo que se merecían.

-Además, también Josh me informó que le quisiste pegar… Hiciste como… ¿Así?

De nuevo preparó su puño, paralelo a su cabeza. Le miré aún con la rabia y dolor apoderándose de mi cuerpo. Sonreía.

-¿Qué te parece si…

Su proposición fue interrumpida. Mi pie se levantó del suelo y le alcanzó el rostro, dándole una fuerte patada en la cara hasta tirarle al suelo. El hombre aterrizó cubriéndose la cara con las manos, y ofreciendo un grito de dolor.

-¡Maldito cabrón! – Exclamó.

Fue en ese momento cuando yo sonreí. Los dos hombres ahora dejaron todas sus fuerzas en mí. El de mi izquierda me soltó para ponerse en frente de mí, pero rápidamente me dio un golpe en la entrepierna, que me hizo gritar más fuerte que lo que previamente había gritado. El de mi derecha soltó mi brazo y dejó que me cayese al suelo.

-¿Está bien, Matthew? – Logré escuchar.

Estaba tumbado, retorciéndome sobre mí mismo. Vi, desde mi perspectiva de lado, como Matthew se levantaba y era ayudado de su ayudante, el que estaba a mi izquierda.

-Sí. – Contestó fríamente Matthew.  – Encargaos de él. Repartir a ese cabronazo todo lo que se merece.

Uno de ellos asintió y vi como los dos pies con zapatos elegantes se acercaban a mí. Sentí el pico del zapato en mi rostro.

Una embestida de patadas sobre mi cuerpo. Ambos expresaban su posible rabia sobre mí, que estaba completamente tumbado en el suelo, de lado, recibiendo una paliza por parte de, ¿Quizás una mafia?

Ahora solo tenía fuerzas para pensar en blanco. Los golpes estaban pudiendo conmigo. No podía abrir los ojos, solo veía negro. Mi espalda y el estómago estaban recibiendo demasiados golpes.

Sólo sentí como alguien me giró el cuerpo hasta que me colocó boca arriba y se puso encima de mi cadera. 

Empezó a abofetearme. Mis pensamientos eran ecos. Flashes. No coordinaba bien. El dolor era lo que reinaba ahora mismo en mi cuerpo o consciencia francamente dañada.

“Hijos de puta” “Joder” “Dejadle” “¿Qué le habéis hecho”?

Eso era lo único que escuchaba. Parecía que los golpes y los maltratos habían cesado. Creía que estaba tendido en el suelo sin nadie encima de mí, o cerca, para poderme repartir de nuevo crueles golpes.

Me retorcí sobre mí hasta que pude conseguir tumbarme de nuevo de lado, para calmar el dolor. Tras unos segundos que me tomé para recobrar el aliento y, quizás algo de conocimiento, abrí cuidadosa y dolorosamente mis ojos.

De nuevo veía todo desde la perspectiva girada. Los dos hombres habían hecho un pequeño círculo, y dentro de él, había una presa. La voz me retumbaba de nuevo con las mismas palabras.

“¿Qué coño le habéis hecho?”

“Cállate”

Abrí un poco más los ojos cuando escuché un fuerte golpe contra el asfalto.

La vi tendida en el suelo, con su mano en el rostro. Dolorida. ¿Qué hacía aquí? No. No podía estar aquí. ¿Qué coño hacía aquí? ¡La habían pegado!

No iba a dejar que la pegase nadie. Nadie podría hacerle daño a la persona que más quería en este mundo. Y mucho menos si la persona que tiene su cariño y confianza es el que ideó todo eso. No.


La fuerza salió de dentro de mí e intentó tirar de mi cuerpo hacia arriba, pero fue intento fallido. Mi cuerpo de nuevo se derribó sobre el suelo y un “Ella es mía” “No la puede hacer nadie daño” Resonaba en mi cabeza mientras mis ojos de nuevo se cerraban y lo único que se apareció en mi cabeza fue su sonrisa dulce e inocente.


3 comentarios:

  1. Siguela!! Por dios. Amo esta novela!! Pobre Lucho :c JOSH ES UN HIJO DE PLAYA. Como se le ocurre hacerle eso al Lucho!!?¡¿¡?

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  2. Ay señorr.. yo les mato te lo digo eh!! Pero que asquerosos., COMO MIERDAS PEGAN A UNA CHICA... mira mira me ponen negra. Y me altero con estos capis, es que lo flipo. Me sorprenderás.. lo estoy viendo Nervous ahah Gracias en serio tia. Eres increible

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  3. Vale, a ver , como decirte que me encanta tu novela y que es completamente amor, es que es jodidamente perfecta, dios asfdnsnakabdhfsndisbd, sube pronto

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