[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

martes, 24 de septiembre de 2013

Capítulo 48.

Este capítulo va dedicado a: @Eva_Happy97

*

Ambos entramos despacio al restaurante y esperamos a que el hombre nos recibiese.

-Buenas tardes, señores. – Se acercó amablemente a nosotros.

Era un hombre moreno, con media melena. Barba y ojos marrones. Vestía una especie de esmoquin en tonos rojos y grises. 

-¿Para dos? – Preguntó el chico.

Louis asintió mientras apoyó una de sus grandes manos en mi espalda y me atrajo a su torso.

El hombre me mandó una mirada amable y sonreí vergonzosamente. Me sentía refugiada entre los brazos de Louis, y no me importaba lo que nadie hiciese a nuestro alrededor en estos momentos, yo estaba a salvo.

El chico nos rodeó y, tras dirigirse a por un par de menús, se puso delante de nosotros.

Bajamos unas tres escaleras de madera hasta una planta menor y emprendimos camino detrás del camarero, Louis y yo al mismo paso.

El chico se colocaba a la derecha de una mesa para dos. Esperó a que nos sentásemos. Ambos tomamos asiento y él nos cedió los menús.

-En cinco minutos les toman nota. – Informó el hombre.
-Gracias. – Agradeció Louis.

Después, cogió la carta y la revisó con cautela mientras yo le miraba detenidamente. Sonreía, sin saber por qué.

Desvió la mirada unos dos centímetros del menú y dio con los míos. Ligeramente se le dibujó una perfecta sonrisa en el rostro, que hizo estremecerme.

-¿Qué te pasa? – Preguntó.

Sacudí la cabeza y mi sonrisa se estiró aún más.

-Nada. – Confirmé. – Eres totalmente diferente a… antes.

Louis miró hacia el menú otra vez, pero me dejaba ver su rostro, en el que permanecía aún una sonrisa pícara.

-Eso es lo que intento, _______.

Asentí dándole la razón y cogí mi menú para revisar y decidir lo que iba a pedir.

Me decidí rápidamente por un apetecible plato de carne.

-¿Ya lo has decidido? – Preguntó Louis mientras dejé el menú a un lado, doblado.
-Sí. – Asentí con una sonrisa.
-Qué rápida.
-Lo soy.

El chico sonrió y le echó un último vistazo al menú.

-Creo que me decidiré por pasta. Macarrones.

Sonreí satisfecha y le di mi visto bueno a su decisión.

Por ahí venía un camarero, también moreno con el cabello de punta, con algo de barba, quizás de dos días. Sus ojos marrones y su sonrisa, quizás fingida. Vestía el mismo esmoquin que el camarero de la entrada.

El chico se puso al pie de nuestra mesa y sacó un aparato electrónico para tomar nota.

-Buenas tardes señores, ¿Han decidido ya lo que van a tomar?

Arrugué el entrecejo mientras miraba con cautela al chico que tomaba con desgana el lápiz del aparato electrónico. Parecía que Louis también se había quedado observándole buscando algo. El chico levantó la mirada y nos vio a ambos mirándole confundidos. Frunció el ceño. Creo que todos nos resultábamos familiares. ¿Quién sería?

Al fin opté por pedirle al chico lo que habíamos decidido comer lo que íbamos a beber. Esperé a que diese unos pasos para alejarse de nuestra mesa y miré a Louis confundida.

-Louis…
-Sí. A mí también me suena. Mucho.

Se adelantó a mi pregunta. A ambos nos confundía el camarero. Nos mirábamos confundidos y de nuevo apareció el camarero con una bandeja con las copas y la botella de vino en ella.

De nuevo arrugué más el entrecejo y observé como posaba nuestras copas y destapaba la botella de vino con mucho estilo.

Me fijé en como el chico echaba con mucha educación el vino en cada culo de la copa y lo limpiaba para dejarlo en la mesa.

-Qué aproveche. – Musitó, con un tono de confusión.

Se retiró un par de pasos de la mesa, limpiándose las manos con un pequeño delantal que caía de su cinturón.

-¿Adam? – Me decidí decir.

Louis me miró sorprendido, atragantándose con el leve trago que había dado a la copa. El camarero se paró en seco y, aún limpiándose las manos, se giró y nos volvió a mirar.

-¿Sí…? – Preguntó.

Le vi tan confundido que me arrepentí en ese mismo instante de haberle llamado. Tragué saliva y negué con la cabeza, en forma de disculpa. El chico se encogió de hombros y se decidió a retomar su camino.

-Espera. – Interrumpió Louis. - ¿Eres Adam?

El ceño fruncido del chico me sorprendió, y más me sorprendí cuando él regresó al borde de nuestra mesa, asintiendo.

-Sí, soy Adam. – Contestó confundido.
-¿Hermano de Alison? – Pregunté yo, con la cabeza algo inclinada y la ceja arqueada.

El chico agrandó sus ojos y abrió levemente su boca, sorprendido.

-¡Eres ______! – Exclamó.

Me levanté de la silla asintiendo, y abriéndole los brazos para invadirnos los dos en un amable abrazo.

-¿Cómo tú por aquí?  Qué sorpresa. – Exclamó.
-Bueno… Vine con…

Adam se giró hacia Louis, que continuaba serio, sentado en su silla con los dedos entrelazados y su mirada fijada en Adam.

-Con Louis. – Terminé.

La sonrisa que tenía dibujada en el rostro Adam, desapareció cuando pronuncié el nombre. Él tampoco había reconocido al cambiado Louis Tomlinson, que ahora ya no podía ser Louis Tomlinson.

-¿Louis? – Replicó Adam. -¿Enserio?

Louis se puso de pie y arrastró la silla para acercarse al chico. Asintió con la cabeza y estrechó la mano al chico, quien la cogió rápidamente, con énfasis. Ambos se agarraron fuertemente y se invadieron en un amistoso abrazo, dándose fuertes golpes en la espalda.

Les miraba con una sonrisa impasible. Ellos dos eran tan buenos amigos…

-No me lo puedo creer, ¿Qué hacéis aquí? – Preguntó, incrédulo. - ¡Tommo! – Exclamó.
-No, no. – Interrumpió Louis. – Llámame Louis, por favor.

Adam asintió sorprendido, diría que feliz.

-¿Qué hacéis aquí? ¿Juntos? – Preguntaba Adam.
-Vinimos a comer. – Informó Louis. – Estoy en un equipo de fútbol y hoy jugamos cerca de aquí.

El chico asintió ante la información que le ofrecía Louis. Mi sonrisa agradable no se retiraba de mi rostro.

-______, ¡Cómo has cambiado! Estás preciosa.

Me revisó de arriba abajo y continuó sonriendo.

-Gracias. – Contesté, ruborizada.
-Qué casualidad que hayáis ido a elegir el restaurante en el que casualmente trabajo. ¡Qué alegría, chicos!

Sonreí ante su amable comentario y miré a Louis, que miraba alegre a su amigo.

Un grito llamando a Adam sonó en la cocina. El chico se sobresaltó y miró en dirección al grito informando que ya iba.

-Tengo que dejaros. – Dijo.
-Claro. – Contestó Louis.
-Ojalá os vuelva a ver pronto. – Dijo. – Y me alegro de que volváis a estar juntos. Cada uno está donde tiene que estar.

Guiñó un ojo y se fue corriendo hacia su llamada.

Louis se sentó cogiendo la copa de vino y dando un largo trago. Le imité, pero posé mis manos delante de mi boca, con los codos apoyados en la mesa.

-¿Estás bien? – Preguntó.
-Sí. – Asentí, deprisa. – Sólo que me ha sorprendido verle aquí.
-Sí, a mí también.
-De nuevo nos confunden con una pareja… - Musité.
-Es obvio, ______. No le des mayor importancia. Somos un chico y una chica entre los que existe cierta química. No hay nada de malo. Que opinen lo que quieran, nosotros sabemos que solo somos amigos, ¿no?

Miré hacia la mesa torciendo el labio y comprendiendo que sí, que éramos solo amigos. Lo que no comprendía es por qué Louis, después de confesarme todo, era el que intentaba de convencerme de que éramos eso, sólo amigos.

***

Llegamos a las puertas del estadio. Era pequeño, cosa que era obvia. De nuevo Louis posó su mano en mi espalda y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me estremeció de tal manera que quizás estuviese ruborizándome.

-Se supone que tú ahora tienes que irte a dar una vuelta por los alrededores. – Dijo.

Fruncí el ceño y miré fijamente a sus ojos azules, que mostraban cierto tono de ironía. La diferencia de altura hacía que mis ojos se tuvieran que desplazar hacia arriba.

-¿Por qué? – Pregunté.
-Tengo que ir a cambiarme y calentar.

Fruncí el ceño mordiéndome el labio y arrepintiéndome de haber aceptado, otra vez, el venir a ver este maldito partido.

-Louis, no me quiero ir…

El chico se echó a reír, a carcajadas bastantes sonoras. Le miré casi enfadada y le di un golpecito en su brazo.

-Me has hecho daño. – Contestó, ahora haciendo una mueca de dolor.
-Lo siento, señor Hulk.

Ambos reímos y Louis empujó mi espalda, para que nuestros cuerpos chocaran y él pudiese darme un abrazo. Sus brazos pasaron por detrás de mi cuello, apretando todo lo fuerte que podía, mientras que mis brazos se pensaron un segundo si arropar ese detallado torso, pero al final lo hicieron, y delicadamente, los apoyé y me invadí en ese caluroso, amable e increíble abrazo en el que ambos estábamos envueltos.

Nos separamos y Louis me miró, sonriente.

-Gracias por venir, ______.
-Creo que nunca debí hacerlo.
-¿Por qué?
-No quiero irme de tour por una ciudad que no conozco. Sola. – Exclamé.

El enfado podía notarse, pero la sonrisa de Louis ante mi arrebato se me contagió y se dibujó una cálida sonrisa también en mi rostro.

-¿De qué narices te ríes? – Me quejé.
-No sabes enfadarte, ______.
-No puedo si te ríes. – Contesté.
-Quédate aquí, ¿vale? Ahora mismo salgo.

Solté todo el aire que mis pulmones me permitieron y observé como Louis se alejó de mí, dejándome junto a la bolsa donde supuse que llevaba la ropa de recambio, y se acercó a un segurata que había en la entrada, bastante más alto que él. Se posó delante de él y pareció preguntarle algo.

El segurata inmediatamente negó con la cabeza, y Louis señaló hacia mí antes de girarse y mirarme. El segurata también me miró y yo me ruboricé. Nunca había sido amiga de ser el centro de atención.

El segurata de nuevo negó con la cabeza y yo giré el rostro. ¿Qué andaría haciendo Louis?

El chico juntó las dos palmas de sus manos y rogaba al segurata, quien gesticuló una sonrisa y miró para otro lado. Comenzaron de nuevo a hablar, y esta vez, el segurata asintió cansado.

Louis le dio un leve toquecito en los hombros y vino corriendo hacia mí.

-He conseguido que el segurata te deje su carnet para que puedas visitar todos los museos gratis hasta la hora del partido. – Me informó cuando llegó a mí.

Fruncí el ceño y de nuevo, el gesto de enfado apareció en mi cara.

-Louis, no estarás hablando enserio…
-Claro. ¿Qué vas a hacer sino?

Resoplé y miré hacia otro lado. ¿Cómo iba a irme de ruta por museos, si ni siquiera sabía dónde estaban? Louis se echó a reír mientras posó su mano en mi barbilla y me la giró para que le mirase. Sus ojos estaban fruncidos gracias a su gesto risueño.

-Es broma, idiota.

Un alivio recorrió todo mi cuerpo, pero mi mirada de odio aún la mantenía.

-Le pedí permiso para que te dejase entrar conmigo, al vestuario.

Mi ceño se fue desfrunciendo y le miré, aún más aliviada.

-¿O prefieres la tarjeta? – Preguntó.

Negué rápidamente con la cabeza, y aumenté la carcajada de Louis donde se veía envuelto.

El chico de nuevo me rodeó la cintura con un brazo, y con el otro cargó la bolsa de ropa. Ambos comenzamos a andar hasta el segurata.

-Ella es ______. – Informó Louis.
-Buenas tardes, ______. Soy Tommy. – Contestó el segurata con una sonrisa fingida.
-Hola. – Musité yo, ruborizada.
-Si alguien te pregunta por qué estás dentro, no tienes nada que ver conmigo, ¿vale? – Advirtió el segurata.
-Claro. – Contesté con una sonrisa, la cual le contagié.
-Vamos. – Apresuró Louis. – Gracias, Tommy.

El hombre nos sonrió y ambos pasamos detrás de unas barras de hierro. Una luz roja se encendió detrás de nosotros.

Louis se acercó a una puerta parecida a una salida de emergencia, y empujó la barra roja para que esta se abriese. Detrás de ella, había un pasillo donde el suelo y las paredes eran grises. Cada dos o tres metros, una ventana doble. Se oían el eco de nuestros pasos en ese inmenso pasillo.

-Creo que eres una de las únicas chicas que pisan esto. – Comentó Louis, dejando que su voz rebotase creando aún más eco.

Me cogió la mano rápidamente, y dio un giro inesperado con ambos, hasta llegar a una puerta la cual empujó y entró.

Era una sala cuadrada llena de taquillas, y en medio, unos bancos de madera, sin respaldo.

Louis bajó de su mano la bolsa de ropa y abrió una de las taquillas, dejando todas sus pertenencias de valor dentro mientras yo me quitaba la chaqueta y la ataba a mi bolso.

 -¿Por qué? – Contesté yo, preocupada a la suposición que minutos antes había dicho.
-Este es el vestuario de chicos. – Comentó sonriente. - No creo que muchas chicas hayan pisado esto. Exceptuando algunas tramposas, como tú.

Le hice una mueca de burla interrumpida por mi móvil comenzó a sonar. Rápidamente, hurgué en el interior de mi bolso y lo cogí.

-¿Sí? – Contesté.
-Hola, cielo.

La voz de Josh al otro lado del teléfono hizo que me sobresaltase. Los nervios se apoderaron de mí, y le sumé la incómoda situación de Louis quitándose la camiseta y rebuscando en su bolsa de ropa otra. Daba gracias por haberme quitado la chaqueta minutos antes.

-H-hola, Josh. – Balbuceé.

Louis levantó la cabeza de la bolsa y me miró. De su pelo caía un mechón sobre sus ojos, despeinado. Un golpe se ofreció en mi estómago cuando por un momento me acordé de ese castaño con flequillo sobre la frente y corte en la ceja izquierda. Cuando me acordé de Tomlinson.

-¿Cielo? – Replicó Josh al otro lado del teléfono.
-D-dime.
-¿Sigues con Alison? – Preguntó.
-Sí, sí. – Contesté rápidamente y sin levantar sospechas. – Llegaré tarde.

Un suspiro de alivio sonó detrás del teléfono.

-¿Por qué? – Pregunté.
-Trabajo hasta tarde. – Informó.

Fruncí el ceño, confundida, y escuché la entrecortada voz de Josh. Por un segundo pensé que era cosa suya, pero me percaté de que era problema de la línea.

-¿Josh? – Repliqué. - ¿Josh?

Me retiré el teléfono del oído y miré la pantalla. Arrugué más el entrecejo.

-Aquí no hay mucha cobertura. – Informó Louis colocándose una camiseta roja, seguramente la del entrenamiento.
-Ya veo… - Dije guardando el móvil.
-Josh, ¿No?

Asentí con la cabeza y miré como recogía toda su ropa para meterla en el interior de la bolsa.

El chico se acercó a mí y cogió mi mano.  Me condujo lo más deprisa que pudo hacia una esquina de las taquillas.

-¡Tápate los ojos! – Exclamó.

Y después giró la esquina, conmigo de la mano.

-¿Por qué? – Pregunté, con la mano que no tenía agarrada de Louis tapándome los ojos.

Un montón de voces masculinas entraron de lleno en mis oídos y entonces comprobé que era la sala donde se cambiaban.

Louis saludaba a todos mientras los chicos se quejaban de la estancia de una chica. Seguramente se estarían tapando con sus prendas, pero yo solo veía la oscuridad de mis ojos, con una sonrisa radiante en mi boca.

Al fin escuché abrirse una puerta.

-¡Escalón! – Exclamó Louis.

Levanté mi pie y subí el escalón con ayuda del chico. Escuché cerrarse la puerta y noté el tacto de la mano de Louis en la que tapaba mis ojos. La retiró con cuidado y abrí despacio mis ojos.

A apenas dos centímetros se encontraba él, con sus profundos ojos azules mirándome y el inquietante sentimiento que me producía, entre nosotros.

Sonrió mientras me dio un leve toquecito en la nariz.

-¿Te pensabas que te iba a abandonar? – Preguntó.

Su voz estaba tan cerca de mi rostro. Él estaba tan cerca de mí… Mis palabras luchaban por salir de mi boca.

-No. - Contesté, casi susurrando.

El chico sonrió y chocó su frente con la mía. ¿Qué diablos hacía? Tragué saliva y miraba a los ojos de Louis, que estaban extremadamente cerca de los míos y miraban mis labios.

Sus dientes mordieron con cautela sus labios, y su mano que tenía atrapada la mía derecha, la apretó, haciendo que mis dedos se comprimiesen en los suyos.

-Sigues siendo tan inocente… - Susurró. – Sigues siendo tan tú…

Su pierna se metió entre las dos mías e hizo que mi cuerpo se condujese hacia la pared gris, donde chocó bruscamente. Mi espalda contactó con la fría pared.


Louis posó su otra mano en la pared, paralela a mi cabeza, mientras que la otra mano se soltó de la mía e inmediatamente aterrizó en mi espalda, comenzando a perfilar mi columna con el dedo índice, despacio. Yo rápidamente subí la mano que me acababa de soltar a su cuello, y rodeé mis dos manos por él. 

Subió su mirada por fin de mis labios y miró mis ojos. Nuestras pupilas estaban muy dilatadas gracias a la escasa luz que había en ese pasillo casi idéntico al que atravesamos antes. Nuestras caras seguían estando tan cerca que podía sentir su respiración. Había demasiada atracción, demasiada química, como él lo llamo. Había tanta que era insoportable.

-Bésame. - Le rogué. 

PD. Cielos! Aquí tenéis la información sobre la segunda temporada de Nobody Compares, por si no os quedó algo claro: http://sttories1d.blogspot.com.es/2013/09/segunda-temporada-de-nobody-compares.html




2 comentarios:

  1. Nos encanta jejdjwosnsiiwksjxoxo. Esq escribes genial si como no subas cap pronto nos va a dar un panpurrio. Pero tu sube cuamdo puedas jajakajaj. Q pillina la rayis oyoyoy q fuerte nos ha parecido. Es q nos ha llegado a la patata. Bss guapaaatata

    ResponderEliminar
  2. ESTE MALDITO CAPITULO!! Pero que pretendes hacer con mis sentimientos? En serio, cada vez mejor tia, no se como narices lo haces de verdad q no me entra en la maldita cabeza. He leido cientos de novelas romanticas y creeme que ninguna supera la tuya. NI UNA y eso es raro. De hecho es increible. GRACIAS LIKE ALWAYS LITTLE PRINCESS, BY A BIG NERRY

    ResponderEliminar