Este capítulo va dedicado a: @Eva_Happy97
*
Ambos
entramos despacio al restaurante y esperamos a que el hombre nos recibiese.
-Buenas
tardes, señores. – Se acercó amablemente a nosotros.
Era un
hombre moreno, con media melena. Barba y ojos marrones. Vestía una especie de
esmoquin en tonos rojos y grises.
-¿Para dos?
– Preguntó el chico.
Louis
asintió mientras apoyó una de sus grandes manos en mi espalda y me atrajo a su
torso.
El hombre me
mandó una mirada amable y sonreí vergonzosamente. Me sentía refugiada entre los
brazos de Louis, y no me importaba lo que nadie hiciese a nuestro alrededor en
estos momentos, yo estaba a salvo.
El chico nos
rodeó y, tras dirigirse a por un par de menús, se puso delante de nosotros.
Bajamos unas
tres escaleras de madera hasta una planta menor y emprendimos camino detrás del
camarero, Louis y yo al mismo paso.
El chico se
colocaba a la derecha de una mesa para dos. Esperó a que nos sentásemos. Ambos
tomamos asiento y él nos cedió los menús.
-En cinco
minutos les toman nota. – Informó el hombre.
-Gracias. –
Agradeció Louis.
Después,
cogió la carta y la revisó con cautela mientras yo le miraba detenidamente.
Sonreía, sin saber por qué.
Desvió la
mirada unos dos centímetros del menú y dio con los míos. Ligeramente se le
dibujó una perfecta sonrisa en el rostro, que hizo estremecerme.
-¿Qué te
pasa? – Preguntó.
Sacudí la
cabeza y mi sonrisa se estiró aún más.
-Nada. –
Confirmé. – Eres totalmente diferente a… antes.
Louis miró
hacia el menú otra vez, pero me dejaba ver su rostro, en el que permanecía aún
una sonrisa pícara.
-Eso es lo
que intento, _______.
Asentí
dándole la razón y cogí mi menú para revisar y decidir lo que iba a pedir.
Me decidí
rápidamente por un apetecible plato de carne.
-¿Ya lo has
decidido? – Preguntó Louis mientras dejé el menú a un lado, doblado.
-Sí. –
Asentí con una sonrisa.
-Qué rápida.
-Lo soy.
El chico
sonrió y le echó un último vistazo al menú.
-Creo que me
decidiré por pasta. Macarrones.
Sonreí
satisfecha y le di mi visto bueno a su decisión.
Por ahí
venía un camarero, también moreno con el cabello de punta, con algo de barba,
quizás de dos días. Sus ojos marrones y su sonrisa, quizás fingida. Vestía el
mismo esmoquin que el camarero de la entrada.
El chico se
puso al pie de nuestra mesa y sacó un aparato electrónico para tomar nota.
-Buenas
tardes señores, ¿Han decidido ya lo que van a tomar?
Arrugué el
entrecejo mientras miraba con cautela al chico que tomaba con desgana el lápiz
del aparato electrónico. Parecía que Louis también se había quedado
observándole buscando algo. El chico levantó la mirada y nos vio a ambos
mirándole confundidos. Frunció el ceño. Creo que todos nos resultábamos
familiares. ¿Quién sería?
Al fin opté
por pedirle al chico lo que habíamos decidido comer lo que íbamos a beber.
Esperé a que diese unos pasos para alejarse de nuestra mesa y miré a Louis
confundida.
-Louis…
-Sí. A mí
también me suena. Mucho.
Se adelantó
a mi pregunta. A ambos nos confundía el camarero. Nos mirábamos confundidos y
de nuevo apareció el camarero con una bandeja con las copas y la botella de
vino en ella.
De nuevo
arrugué más el entrecejo y observé como posaba nuestras copas y destapaba la
botella de vino con mucho estilo.
Me fijé en
como el chico echaba con mucha educación el vino en cada culo de la copa y lo
limpiaba para dejarlo en la mesa.
-Qué
aproveche. – Musitó, con un tono de confusión.
Se retiró un
par de pasos de la mesa, limpiándose las manos con un pequeño delantal que caía
de su cinturón.
-¿Adam? – Me
decidí decir.
Louis me
miró sorprendido, atragantándose con el leve trago que había dado a la copa. El
camarero se paró en seco y, aún limpiándose las manos, se giró y nos volvió a
mirar.
-¿Sí…? –
Preguntó.
Le vi tan
confundido que me arrepentí en ese mismo instante de haberle llamado. Tragué
saliva y negué con la cabeza, en forma de disculpa. El chico se encogió de
hombros y se decidió a retomar su camino.
-Espera. –
Interrumpió Louis. - ¿Eres Adam?
El ceño
fruncido del chico me sorprendió, y más me sorprendí cuando él regresó al borde
de nuestra mesa, asintiendo.
-Sí, soy
Adam. – Contestó confundido.
-¿Hermano de
Alison? – Pregunté yo, con la cabeza algo inclinada y la ceja arqueada.
El chico
agrandó sus ojos y abrió levemente su boca, sorprendido.
-¡Eres
______! – Exclamó.
Me levanté
de la silla asintiendo, y abriéndole los brazos para invadirnos los dos en un
amable abrazo.
-¿Cómo tú
por aquí? Qué sorpresa. – Exclamó.
-Bueno… Vine
con…
Adam se giró
hacia Louis, que continuaba serio, sentado en su silla con los dedos
entrelazados y su mirada fijada en Adam.
-Con Louis.
– Terminé.
La sonrisa
que tenía dibujada en el rostro Adam, desapareció cuando pronuncié el nombre.
Él tampoco había reconocido al cambiado Louis Tomlinson, que ahora ya no podía
ser Louis Tomlinson.
-¿Louis? –
Replicó Adam. -¿Enserio?
Louis se
puso de pie y arrastró la silla para acercarse al chico. Asintió con la cabeza
y estrechó la mano al chico, quien la cogió rápidamente, con énfasis. Ambos se
agarraron fuertemente y se invadieron en un amistoso abrazo, dándose fuertes
golpes en la espalda.
Les miraba
con una sonrisa impasible. Ellos dos eran tan buenos amigos…
-No me lo
puedo creer, ¿Qué hacéis aquí? – Preguntó, incrédulo. - ¡Tommo! – Exclamó.
-No, no. –
Interrumpió Louis. – Llámame Louis, por favor.
Adam asintió
sorprendido, diría que feliz.
-¿Qué hacéis
aquí? ¿Juntos? – Preguntaba Adam.
-Vinimos a
comer. – Informó Louis. – Estoy en un equipo de fútbol y hoy jugamos cerca de
aquí.
El chico
asintió ante la información que le ofrecía Louis. Mi sonrisa agradable no se
retiraba de mi rostro.
-______,
¡Cómo has cambiado! Estás preciosa.
Me revisó de
arriba abajo y continuó sonriendo.
-Gracias. –
Contesté, ruborizada.
-Qué
casualidad que hayáis ido a elegir el restaurante en el que casualmente
trabajo. ¡Qué alegría, chicos!
Sonreí ante
su amable comentario y miré a Louis, que miraba alegre a su amigo.
Un grito
llamando a Adam sonó en la cocina. El chico se sobresaltó y miró en dirección
al grito informando que ya iba.
-Tengo que
dejaros. – Dijo.
-Claro. –
Contestó Louis.
-Ojalá os
vuelva a ver pronto. – Dijo. – Y me alegro de que volváis a estar juntos. Cada
uno está donde tiene que estar.
Guiñó un ojo
y se fue corriendo hacia su llamada.
Louis se
sentó cogiendo la copa de vino y dando un largo trago. Le imité, pero posé mis
manos delante de mi boca, con los codos apoyados en la mesa.
-¿Estás
bien? – Preguntó.
-Sí. –
Asentí, deprisa. – Sólo que me ha sorprendido verle aquí.
-Sí, a mí
también.
-De nuevo
nos confunden con una pareja… - Musité.
-Es obvio,
______. No le des mayor importancia. Somos un chico y una chica entre los que
existe cierta química. No hay nada de malo. Que opinen lo que quieran, nosotros
sabemos que solo somos amigos, ¿no?
Miré hacia
la mesa torciendo el labio y comprendiendo que sí, que éramos solo amigos. Lo que no comprendía es por qué Louis, después de confesarme todo, era el que intentaba de convencerme de que éramos eso, sólo amigos.
***
Llegamos a
las puertas del estadio. Era pequeño, cosa que era obvia. De nuevo Louis posó
su mano en mi espalda y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me estremeció de tal
manera que quizás estuviese ruborizándome.
-Se supone
que tú ahora tienes que irte a dar una vuelta por los alrededores. – Dijo.
Fruncí el
ceño y miré fijamente a sus ojos azules, que mostraban cierto tono de ironía.
La diferencia de altura hacía que mis ojos se tuvieran que desplazar hacia
arriba.
-¿Por qué? –
Pregunté.
-Tengo que
ir a cambiarme y calentar.
Fruncí el
ceño mordiéndome el labio y arrepintiéndome de haber aceptado, otra vez, el
venir a ver este maldito partido.
-Louis, no
me quiero ir…
El chico se
echó a reír, a carcajadas bastantes sonoras. Le miré casi enfadada y le di un
golpecito en su brazo.
-Me has
hecho daño. – Contestó, ahora haciendo una mueca de dolor.
-Lo siento,
señor Hulk.
Ambos reímos
y Louis empujó mi espalda, para que nuestros cuerpos chocaran y él pudiese
darme un abrazo. Sus brazos pasaron por detrás de mi cuello, apretando todo lo
fuerte que podía, mientras que mis brazos se pensaron un segundo si arropar ese
detallado torso, pero al final lo hicieron, y delicadamente, los apoyé y me
invadí en ese caluroso, amable e increíble abrazo en el que ambos estábamos
envueltos.
Nos
separamos y Louis me miró, sonriente.
-Gracias por
venir, ______.
-Creo que
nunca debí hacerlo.
-¿Por qué?
-No quiero
irme de tour por una ciudad que no conozco. Sola. – Exclamé.
El enfado
podía notarse, pero la sonrisa de Louis ante mi arrebato se me contagió y se
dibujó una cálida sonrisa también en mi rostro.
-¿De qué
narices te ríes? – Me quejé.
-No sabes
enfadarte, ______.
-No puedo si
te ríes. – Contesté.
-Quédate
aquí, ¿vale? Ahora mismo salgo.
Solté todo
el aire que mis pulmones me permitieron y observé como Louis se alejó de mí,
dejándome junto a la bolsa donde supuse que llevaba la ropa de recambio, y se
acercó a un segurata que había en la entrada, bastante más alto que él. Se posó
delante de él y pareció preguntarle algo.
El segurata
inmediatamente negó con la cabeza, y Louis señaló hacia mí antes de girarse y
mirarme. El segurata también me miró y yo me ruboricé. Nunca había sido amiga
de ser el centro de atención.
El segurata
de nuevo negó con la cabeza y yo giré el rostro. ¿Qué andaría haciendo Louis?
El chico
juntó las dos palmas de sus manos y rogaba al segurata, quien gesticuló una
sonrisa y miró para otro lado. Comenzaron de nuevo a hablar, y esta vez, el
segurata asintió cansado.
Louis le dio
un leve toquecito en los hombros y vino corriendo hacia mí.
-He
conseguido que el segurata te deje su carnet para que puedas visitar todos los
museos gratis hasta la hora del partido. – Me informó cuando llegó a mí.
Fruncí el
ceño y de nuevo, el gesto de enfado apareció en mi cara.
-Louis, no
estarás hablando enserio…
-Claro. ¿Qué
vas a hacer sino?
Resoplé y
miré hacia otro lado. ¿Cómo iba a irme de ruta por museos, si ni siquiera sabía
dónde estaban? Louis se echó a reír mientras posó su mano en
mi barbilla y me la giró para que le mirase. Sus ojos estaban fruncidos gracias
a su gesto risueño.
-Es broma,
idiota.
Un alivio recorrió
todo mi cuerpo, pero mi mirada de odio aún la mantenía.
-Le pedí
permiso para que te dejase entrar conmigo, al vestuario.
Mi ceño se
fue desfrunciendo y le miré, aún más aliviada.
-¿O
prefieres la tarjeta? – Preguntó.
Negué
rápidamente con la cabeza, y aumenté la carcajada de Louis donde se veía envuelto.
El chico de
nuevo me rodeó la cintura con un brazo, y con el otro cargó la bolsa de ropa. Ambos
comenzamos a andar hasta el segurata.
-Ella es
______. – Informó Louis.
-Buenas
tardes, ______. Soy Tommy. – Contestó el segurata con una sonrisa fingida.
-Hola. –
Musité yo, ruborizada.
-Si alguien
te pregunta por qué estás dentro, no tienes nada que ver conmigo, ¿vale? –
Advirtió el segurata.
-Claro. –
Contesté con una sonrisa, la cual le contagié.
-Vamos. –
Apresuró Louis. – Gracias, Tommy.
El hombre
nos sonrió y ambos pasamos detrás de unas barras de hierro. Una luz roja se
encendió detrás de nosotros.
Louis se
acercó a una puerta parecida a una salida de emergencia, y empujó la barra roja
para que esta se abriese. Detrás de ella, había un pasillo donde el suelo y las
paredes eran grises. Cada dos o tres metros, una ventana doble. Se oían el eco de
nuestros pasos en ese inmenso pasillo.
-Creo que
eres una de las únicas chicas que pisan esto. – Comentó Louis, dejando que su
voz rebotase creando aún más eco.
Me
cogió la mano rápidamente, y dio un giro inesperado con ambos, hasta llegar a
una puerta la cual empujó y entró.
Era una sala
cuadrada llena de taquillas, y en medio, unos bancos de madera, sin respaldo.
Louis bajó
de su mano la bolsa de ropa y abrió una de las taquillas, dejando todas sus
pertenencias de valor dentro mientras yo me quitaba la chaqueta y la ataba a mi bolso.
-¿Por qué? – Contesté yo, preocupada a la
suposición que minutos antes había dicho.
-Este es el
vestuario de chicos. – Comentó sonriente. - No creo que muchas chicas hayan pisado esto. Exceptuando algunas tramposas, como tú.
Le hice una mueca de burla interrumpida por mi móvil
comenzó a sonar. Rápidamente, hurgué en el interior de mi bolso y lo cogí.
-¿Sí? –
Contesté.
-Hola,
cielo.
La voz de
Josh al otro lado del teléfono hizo que me sobresaltase. Los nervios se
apoderaron de mí, y le sumé la incómoda situación de Louis quitándose la
camiseta y rebuscando en su bolsa de ropa otra. Daba gracias por haberme quitado la chaqueta minutos antes.
-H-hola,
Josh. – Balbuceé.
Louis
levantó la cabeza de la bolsa y me miró. De su pelo caía un mechón sobre sus
ojos, despeinado. Un golpe se ofreció en mi estómago cuando por un momento me
acordé de ese castaño con flequillo sobre la frente y corte en la ceja
izquierda. Cuando me acordé de Tomlinson.
-¿Cielo? –
Replicó Josh al otro lado del teléfono.
-D-dime.
-¿Sigues con
Alison? – Preguntó.
-Sí, sí. –
Contesté rápidamente y sin levantar sospechas. – Llegaré tarde.
Un suspiro
de alivio sonó detrás del teléfono.
-¿Por qué? –
Pregunté.
-Trabajo
hasta tarde. – Informó.
Fruncí el
ceño, confundida, y escuché la entrecortada voz de Josh. Por un segundo pensé
que era cosa suya, pero me percaté de que era problema de la línea.
-¿Josh? –
Repliqué. - ¿Josh?
Me retiré el
teléfono del oído y miré la pantalla. Arrugué más el entrecejo.
-Aquí no hay
mucha cobertura. – Informó Louis colocándose una camiseta roja, seguramente la
del entrenamiento.
-Ya veo… -
Dije guardando el móvil.
-Josh, ¿No?
Asentí con
la cabeza y miré como recogía toda su ropa para meterla en el interior de la
bolsa.
El chico se
acercó a mí y cogió mi mano. Me condujo
lo más deprisa que pudo hacia una esquina de las taquillas.
-¡Tápate los
ojos! – Exclamó.
Y después
giró la esquina, conmigo de la mano.
-¿Por qué? –
Pregunté, con la mano que no tenía agarrada de Louis tapándome los ojos.
Un montón de
voces masculinas entraron de lleno en mis oídos y entonces comprobé que era la
sala donde se cambiaban.
Louis
saludaba a todos mientras los chicos se quejaban de la estancia de una chica.
Seguramente se estarían tapando con sus prendas, pero yo solo veía la oscuridad
de mis ojos, con una sonrisa radiante en mi boca.
Al fin
escuché abrirse una puerta.
-¡Escalón! –
Exclamó Louis.
Levanté mi
pie y subí el escalón con ayuda del chico. Escuché cerrarse la puerta y noté el
tacto de la mano de Louis en la que tapaba mis ojos. La retiró con cuidado y
abrí despacio mis ojos.
A apenas dos
centímetros se encontraba él, con sus profundos ojos azules mirándome y el
inquietante sentimiento que me producía, entre nosotros.
Sonrió
mientras me dio un leve toquecito en la nariz.
-¿Te
pensabas que te iba a abandonar? – Preguntó.
Su voz
estaba tan cerca de mi rostro. Él estaba tan cerca de mí… Mis palabras luchaban
por salir de mi boca.
-No. -
Contesté, casi susurrando.
El chico
sonrió y chocó su frente con la mía. ¿Qué diablos hacía? Tragué saliva y miraba
a los ojos de Louis, que estaban extremadamente cerca de los míos y miraban mis
labios.
Sus dientes
mordieron con cautela sus labios, y su mano que tenía atrapada la mía derecha, la
apretó, haciendo que mis dedos se comprimiesen en los suyos.
-Sigues
siendo tan inocente… - Susurró. – Sigues siendo tan tú…
Su pierna se
metió entre las dos mías e hizo que mi cuerpo se condujese hacia la pared gris,
donde chocó bruscamente. Mi espalda contactó con la fría pared.
Louis posó
su otra mano en la pared, paralela a mi cabeza, mientras que la otra mano se soltó de la mía e inmediatamente aterrizó en mi espalda, comenzando a perfilar mi columna con el dedo índice, despacio. Yo rápidamente subí la mano que me acababa de soltar a su cuello, y rodeé mis dos manos por él.
Subió su mirada por fin de mis labios y miró mis ojos. Nuestras pupilas estaban muy dilatadas gracias a la escasa luz que había en ese pasillo casi idéntico al que atravesamos antes. Nuestras caras seguían estando tan cerca que podía sentir su respiración. Había demasiada atracción, demasiada química, como él lo llamo. Había tanta que era insoportable.
-Bésame. - Le rogué.
PD. Cielos! Aquí tenéis la información sobre la segunda temporada de Nobody Compares, por si no os quedó algo claro: http://sttories1d.blogspot.com.es/2013/09/segunda-temporada-de-nobody-compares.html
Nos encanta jejdjwosnsiiwksjxoxo. Esq escribes genial si como no subas cap pronto nos va a dar un panpurrio. Pero tu sube cuamdo puedas jajakajaj. Q pillina la rayis oyoyoy q fuerte nos ha parecido. Es q nos ha llegado a la patata. Bss guapaaatata
ResponderEliminarESTE MALDITO CAPITULO!! Pero que pretendes hacer con mis sentimientos? En serio, cada vez mejor tia, no se como narices lo haces de verdad q no me entra en la maldita cabeza. He leido cientos de novelas romanticas y creeme que ninguna supera la tuya. NI UNA y eso es raro. De hecho es increible. GRACIAS LIKE ALWAYS LITTLE PRINCESS, BY A BIG NERRY
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