[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

martes, 17 de septiembre de 2013

Capítulo 45.

Este capítulo va dedicado a: Cris  http://aquelchicoespecial.blogspot.com.es/ , http://babyyoustilltheone.blogspot.com.es/ , http://momentss1d.blogspot.com.es/

*
-¿Quieres un bocadillo? – Pregunté a Bob.

El hombre se acercó a mí y me los arrebató de los brazos.

-Ve. – Me ordenó. -  Vamos.

Posó los bocadillos en una mesa y después me dio un leve empujón para que acercarme a la puerta de la habitación

-Bob, ¿Estás loco? – Le susurré mientras me empujaba.

El hombre no me contestó y abrió la puerta para darme el último empujón y, dando traspiés, quedé en el pasillo del hospital, donde no a más de diez pasos de mí, se encontraba Louis.

-¡Bob! – Le regañé, quizás demasiado alto.

El hombre me guiñó un ojo y cerró la puerta. ¿Acaso no se daba cuenta de que yo y Louis solo éramos amigos? ¿Qué solo podíamos ser eso?

El chico pareció darse cuenta de mi grito y se giró hacia a mí. De nuevo contemplé en la lejanía sus increíbles ojos azules y su pelo perfectamente peinado.

Vestía una chaqueta vaquera y una camiseta blanca con un jersey blanco de lana. Unos pantalones negros remangados por los bajos y unas Vans negras.  

Mostré media sonrisa mientras que sentía que los rubores me crecían. Mis manos se habían entrelazado y estaban posadas a la altura de mi cintura. Los pies estaban haciendo un leve giro en el suelo y mi cara estaba algo inclinada. Parecía una quinceañera viendo en los pasillos del instituto al chico de sus sueños.

Ambos nos mirábamos intentando pedirnos mutuamente que nos acercásemos.

Sentí un golpe en la espalda mientras seguía en la situación y me sobresalté. Miré detrás de mí asustada y vi que era una doctora que llevaba el carrito de medicinas.

-¡Disculpe! – Exclamé.
-No pasa nada, no te preocupes. – Me contestó.

La sonreí abiertamente en forma de agradecimiento y volví a mirar recto. Louis había desaparecido.

Mi gesto entristeció cuando se me pasó por la cabeza la idea de que quizás él no quisiera verme, o como bien decía en su carta, no fuese lo mejor…

-Discúlpela, es algo patosa. – Comentó alguien a mi espalda, junto a la doctora.

Me giré hacia la voz. La chica sonreía intimidada. Quizás su sentido del humor la hiciese ruborizarse.

-No ha pasado nada, afortunadamente. – Contestó la chica, sin quitar la sonrisa nerviosa de su rostro.
-Estás en perfecto estado. – Dijo Louis mirándola de arriba abajo.

Un cumulo de celos se apoderaron de mi cuerpo y miré a Louis frunciendo el ceño, agarrándole del brazo y tirando de él hacia mí.

-¿Nos disculpas? – Pedí permiso a la doctora con una sonrisa, no muy verdadera.

La chica asintió sonriente y comencé a andar agarrada del brazo de Louis.

-¿Qué pasa? – Preguntó él, preocupado, cuando ya llevábamos unos pasos dados a través del pasillo.
-¿Me acompañas a tomar el aire? – Pregunté.
-¿Por eso has interrumpido mi entretenida conversación con la doctora Basset?

Le miré con algo de recelo y regresé la mirada al suelo, soltando lentamente su brazo. ¿Acaso era esa la respuesta que esperaba a mi enfado sin motivo? Ni siquiera pretendía que me insinuase que quería ligar con esa doctora.

-¿Cómo sabes que es la doctora Basset?
-Lo ponía en su bata.
-¿Le has mirado...

El chico sonrió pícaramente y, entonces entendí que, efectivamente, se había fijado en todo lo de la enfermera morena.

-Bueno, si quieres voy yo sola… - Decidí decir, inevitablemente enfadada.

El chico sonrió mostrando sus dientes y dejando ver esas arruguitas al lado de sus ojos que tanto me gustaban.

-Era una broma. – Contestó. – Sabes que yo siempre voy con las buenas influencias.

Me guiñó un ojo mientras apretaba el botón del ascensor y me dejaba paso. Miré mi reloj. Aún eran las tres y veinte. Quedaba bastante tiempo para que Josh pudiese venir de vuelta al hospital. No había peligro.

La bajada fue rápida, pero no pude evitar que se me hiciese eterna. Había demasiada tensión acumulada entre nosotros dos en un espacio tan pequeño. Por mucho que intentásemos disimular que no pasaba nada, todo lo que había pasado pesaba entre nosotros dos.

Yo agarraba el asa de mi bolso que caía desde mi hombro hasta la cintura, mirando a la puerta de metal, al lado izquierdo de Louis, quien tenía las piernas separadas y paralelas y sus manos agarradas, puestas delante de su cadera.

Quizás me estuviese mirando de reojo, no lo sabía con certeza. Lo que sí que podía apreciar era su sonrisa que aún no se había esfumado de su rostro desde que le vi.

Ambos salimos del ascensor y di gracias cuando se abrió. Respiramos aire, aun que no muy agradable, y salimos a los patios del hospital.

-¿Algún sitio donde quieras tomar el aire en especial? – Preguntó.

Negué con la cabeza dejando que los mechones de pelo siguiesen a mi ladeo mientras mi labio inferior se dio la vuelta. El chico sonrió a mi inocente gesto.

-Detrás de este edificio hay un parque, ¿Damos una vuelta?
-Sí. Vale.

Rápidamente emprendimos camino y yo miraba mis pies como daban torpes y nerviosos pasos por las baldosas rosas de la acera del hospital.

El chico andaba como habitualmente. Yo solo pensaba en las palabras tan sinceras que me confesó en esa carta y en las palabras tan sentidas que me dijo Dina sobre él y sobre sus sentimientos.

Me calificaba como la persona que le enseñó a ser quien es. ¿Fui yo de verdad quien le hizo convertirse en lo que es ahora? ¿De verdad influí positivamente en él? Era demasiado inocente para hacerlo.

-¿Qué piensas? – Me preguntó.
-En nada. – Contesté rápidamente, como si quisiese ocultarle que pensaba en él.

Giramos una esquina y avistamos el parque que Louis me había dicho. No tenía columpios infantiles como me había imaginado. Era una especie de laberinto con arbustos bajitos, y entre ellos, bancos de madera. Algún que otro rosal prácticamente marchitado por el frío y algunas que otras flores de distintos colores, quizás artificiales.

Empezamos a andar entre el cemento del paseo y ambos de nuevo estábamos sumidos en un incómodo silencio.

-¿Te he interrumpido algo? – Pregunté.
-¿Por qué lo dices? – Contestó él.
-Bueno, por la doctora.
-Ah, sí. – Contestó él. – En verdad la miraba a ella. No tenía ninguna intención de mirar a nadie más.

La respuesta me defraudó. ¿Era eso una broma o lo estaba diciendo enserio?

-¿Por qué iba a mirar a una chica que salía totalmente enfadada con el hombre que seguramente la echó de la habitación a empujones? – Preguntó. - Eso nunca.

Le miré y noté como mi gesto cambiaba. Noté como los músculos de mi cara se destensaban y ayudaban a formar una gran sonrisa en mi rostro.

-Por cierto, qué mala suerte lo de tu madre… - Comentó.
-Bueno, afortunadamente solo ha sido un susto, y quizás solo unos rasguños.
-Seguro que solo será eso, sí. – Apoyó.

Ambos sonreímos y continuamos andando por el camino que formaban esos matorrales, los cuales a medida que andábamos, iban creciendo de altura.

-¿Qué tal en Inglaterra? – Pregunté.
-Bien. – Contestó. – La gente es muy diferente a mí, y el clima es bastante frío. Pero por lo demás, muy bien.

Sonreí satisfecha de saber que, al menos, él estaba bien.

-¿Y con Bob?
-Es un hombre genial. Es como el padre que nunca tuve.

‘El padre que nunca tuve’ Obviamente había olvidado que su padre solo estuvo en su vida la última etapa.

Miré al suelo viendo como el asfalto dibujaba mosaicos y giré el labio sin saber qué decir.

-¿Cuándo volverás? – Pregunté.
-Quizás la semana que viene. – Dijo. – Aún no lo sé. Quiero quedarme unos días con Dina.
-Genial.
-¿Y tú? ¿Qué tal todo? ¿Qué tal con Josh? – Preguntó. – Porque habrás vuelto con él, ¿No?

Le miré y vi como sus ojos azules tenían algo de amenaza en esa mirada, con una sonrisa pícara dibujada en su rostro.

-Sí, volví con él. – Contesté.
-¿Volviste con él por mí?
-No. Fue mi decisión.

Asintió, quizás fingiendo una sonrisa más grande, pero no era alegría lo que mostraba.

-¿Leíste mi carta? – Preguntó marcando un tono de quizás incomodidad.
-Sí.

El chico me miró mientras se ponía delante de mí para aterrizar su cuerpo en un banco de madera. Unos grandes arbustos tapaban hasta un poco más arriba del respaldo de éste. El chico tomó asiento mientras cruzaba sus piernas por los tobillos y se metía las manos en los bolsillos de su chaqueta vaquera.

Le imité y me senté a su lado derecho, dejando mis piernas juntas por las rodillas y metiendo mi mano entre ellas. El frío estaba presente, pero los arbustos altos nos impedían que nos llegase de cara y nos enfriase aún más.

-Le dije a Bob que solo te la diese si lo veía necesario… - Dijo, casi susurrando. – Lo hice sin pensar. No quiero interponerme en tu vida, ______.

Le miré casi perpleja. ¿Qué me estaba intentando decir?

-Todo lo que ponía en ese folio era verdad, pero quizás nunca debí decírtelo… - Añadió.
-Sí. – Contesté lo más rápido que pude. – Me lo debiste de decir. Nunca viene mal saber ese tipo de cosas. Me hiciste sentirme valorada por un momento en mi vida.

El chico sonrió aparentemente satisfecho.

-Me entendiste, entonces.
-¿Qué quieres decir?
-Bueno, tú me hiciste sentir valorado en todo el tiempo que estuvimos juntos…

Sacó rápidamente el paquete de tabaco de su bolsillo y puso un cigarro en su boca. Seguidamente, le prendió fuego. Siempre hacía eso cuando hablaba de un tema incómodo conmigo.

-¿Quieres? – Preguntó.
-No.

De nuevo guardó el paquete y comenzó a absorber de la colilla hacia adentro.

Tragué saliva aún procesando lo que acababa de decirme. Me removía sobre el banco, no estaba cómoda. No podía estarlo.

-Me alegro de que hayas vuelto con Josh. – Pronunció. – Aun que no sea de mi agrado, sé que es tu tipo.
-Bueno, según tú, los polos opuestos se atraen. – Comenté.

El chico cogió la colilla con su índice y pulgar y soltó el humo hacia el lado opuesto a mí.

-Y así lo creo. – Añadió. – Quizás por eso te quise tanto.
-¿Sólo en el pasado?
-Quizás siempre.

Sonreí tímidamente. No esperaba tampoco esa respuesta.

-Aún no has perdido ese perfil de niña ingenua e inocente que me gustó tanto desde el principio. – Dijo.
-¿Ah, no?
-No. – Musitó negando con la cabeza.
-O sea, que crees que sigo siendo una ingenua e inocente.
-Así es.

De nuevo soltaba el humo hacia el mismo lado y, vi el momento justo para aprovechar y quitarle de un arrebato el cigarro.

Lo atrapé con mi índice y el dedo corazón. Me levanté juguetona del banco y me alejé dando pasos hacia atrás rápidamente, con una sonrisa. La tranquilidad y comodidad de nuevo se habían hecho protagonistas de la situación en mí.

El chico me sonrió desde su asiento y, segundos después, se levantó para venir detrás de mí.

-Vaya, pensé que la madurez te había servido para perder tu lado de ‘niña mala’ – Dijo acercándose hacia mí.
-Las buenas costumbres no hay que perderlas, Louis.

Mi sonrisa destacaba en mi rostro. Era obvio el por qué.

Acerqué cuidadosamente la colilla a la comisura de mis labios y rodeé la boquilla del cigarro con mis labios. Los ojos azules de Louis los miraban indiscretamente, mordiéndose el labio, mientras yo di una profunda calada al cigarro. Cogí el humo y lo mantuve en mi garganta mientras se lo devolvía a Louis.

-¿Cambiaste de marca? – Pregunté.
-Una inglesa.

Solté todo el humo en su rostro y él cerró los ojos sintiendo como la droga chocaba de lleno en él. Sonreía, y me encantaba que sonriese por mí. La ficha que faltaba en el puzzle de mío y de Dina, era una del medio. Quizás la sonrisa que tenía ahora mismo el chico en su boca.

-No has cambiado para nada… - Musitó Louis.
-¿Lo dudabas?
-Nunca quise dudarlo.
-Siempre que estoy contigo consigues sacar mi lado revoltoso, Louis. ¿Cómo lo haces?
-No lo sé. – Dijo encogiéndose de hombros. – Pero sabes que me gusta.

Asentí con una sonrisa y de nuevo, emprendí camino para aterrizar mi cuerpo en el banco de madera. Louis me siguió segundos después y ambos tomamos la misma postura de hacía unos minutos.

-Mañana jugaré. – Comentó él dando las últimas caladas al cigarro.
-Lo sé.

Me miró y su rostro era serio.

-Me encantaría que vinieses. No sé cuando volveré a verte. – Dijo.
-Creía que no querías verme.
-No debo verte, ______. Pero no puedo evitar quererlo.
-¿Sólo te has ido a Inglaterra para olvidarte de mí?
-Jamás podré olvidarme de ti. Nunca. Sólo quiero centrarme en otras cosas.
-¿No has estado con nadie desde que…?
-No. – Contestó en rotundo. – Nadie.

Arqueé las cejas sorprendiéndome. Aun que ya lo sabía, me sonaba raro escucharlo de nuevo.

-¿Dónde has dicho que jugabas? – Pregunté.

El chico sonrió simpático tirando la colilla al suelo.

-Dile a Bob que te lleve, él estará encantando de que le acompañes.

Sonreí y miré su rostro enternecido. La situación que rodeaba mi entorno era muy diferente a la que rodeaba todo cuando estaba con Josh. Eran tan diferentes entre ellos, y me hacían sentir cosas tan diferentes.

Louis me desconcertaba, pero me hacía tener ganas de estar con él todo el rato. Había fingido cambiar, y quizás hubiera madurado demasiado, pero en ese parque me di cuenta de que Louis seguía siendo exactamente el chico que chocó sus ojos con los míos en una esquina de muro despiezado de El Foco hacía ya tiempo atrás. Quizás con más autocontrol, con más madurez, pero seguía siendo él.


Sin embargo, aún me esperaba algo que no podría ni imaginar. Algo que me ayudaría a aclarar mis sentimientos en un milisegundo. Algo miserable. 




2 comentarios:

  1. suguila me encanta ya quiero saber que es lo que pasa???

    ResponderEliminar
  2. AHHH!! La foto es del final de 500 days of summer. Me encanta esa película! Señor, si es q hasta las fotos dle final de los capis las eliges bien!! Y madre mia, describes los gestos de Louis como si le tuviera delante mío, su forma de vestir, su pícara sonrisa AWWW *____* Gracias por crear felicidad pequeña

    ResponderEliminar