Este capítulo va dedicado a: Cris http://aquelchicoespecial.blogspot.com.es/ , http://babyyoustilltheone.blogspot.com.es/ , http://momentss1d.blogspot.com.es/
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-¿Quieres un
bocadillo? – Pregunté a Bob.
El hombre se
acercó a mí y me los arrebató de los brazos.
-Ve. – Me ordenó.
- Vamos.
Posó los
bocadillos en una mesa y después me dio un leve empujón para que acercarme a la puerta de la habitación
-Bob, ¿Estás
loco? – Le susurré mientras me empujaba.
El hombre no
me contestó y abrió la puerta para darme el último empujón y, dando traspiés,
quedé en el pasillo del hospital, donde no a más de diez pasos de mí, se
encontraba Louis.
-¡Bob! – Le regañé,
quizás demasiado alto.
El hombre me
guiñó un ojo y cerró la puerta. ¿Acaso no se daba cuenta de que yo y Louis solo
éramos amigos? ¿Qué solo podíamos ser eso?
El chico
pareció darse cuenta de mi grito y se giró hacia a mí. De nuevo contemplé en la
lejanía sus increíbles ojos azules y su pelo perfectamente peinado.
Vestía una chaqueta vaquera y una camiseta blanca con un jersey blanco de lana. Unos pantalones negros remangados por los bajos y unas Vans negras.
Mostré media
sonrisa mientras que sentía que los rubores me crecían. Mis manos se habían
entrelazado y estaban posadas a la altura de mi cintura. Los pies estaban haciendo
un leve giro en el suelo y mi cara estaba algo inclinada. Parecía una
quinceañera viendo en los pasillos del instituto al chico de sus sueños.
Ambos nos
mirábamos intentando pedirnos mutuamente que nos acercásemos.
Sentí un
golpe en la espalda mientras seguía en la situación y me sobresalté. Miré
detrás de mí asustada y vi que era una doctora que llevaba el carrito de medicinas.
-¡Disculpe! –
Exclamé.
-No pasa
nada, no te preocupes. – Me contestó.
La sonreí
abiertamente en forma de agradecimiento y volví a mirar recto. Louis había
desaparecido.
Mi gesto
entristeció cuando se me pasó por la cabeza la idea de que quizás él no
quisiera verme, o como bien decía en su carta, no fuese lo mejor…
-Discúlpela,
es algo patosa. – Comentó alguien a mi espalda, junto a la doctora.
Me giré
hacia la voz. La chica sonreía intimidada. Quizás su sentido del humor la hiciese ruborizarse.
-No ha
pasado nada, afortunadamente. – Contestó la chica, sin quitar la sonrisa
nerviosa de su rostro.
-Estás en
perfecto estado. – Dijo Louis mirándola de arriba abajo.
Un cumulo de
celos se apoderaron de mi cuerpo y miré a Louis frunciendo el ceño, agarrándole
del brazo y tirando de él hacia mí.
-¿Nos disculpas?
– Pedí permiso a la doctora con una sonrisa, no muy verdadera.
La chica
asintió sonriente y comencé a andar agarrada del brazo de Louis.
-¿Qué pasa? –
Preguntó él, preocupado, cuando ya llevábamos unos pasos dados a través del
pasillo.
-¿Me
acompañas a tomar el aire? – Pregunté.
-¿Por eso
has interrumpido mi entretenida conversación con la doctora Basset?
Le miré con
algo de recelo y regresé la mirada al suelo, soltando lentamente su brazo.
¿Acaso era esa la respuesta que esperaba a mi enfado sin motivo? Ni siquiera
pretendía que me insinuase que quería ligar con esa doctora.
-¿Cómo sabes que es la doctora Basset?
-Lo ponía en su bata.
-¿Le has mirado...
El chico sonrió pícaramente y, entonces entendí que, efectivamente, se había fijado en todo lo de la enfermera morena.
-Bueno, si
quieres voy yo sola… - Decidí decir, inevitablemente enfadada.
El chico
sonrió mostrando sus dientes y dejando ver esas arruguitas al lado de sus ojos
que tanto me gustaban.
-Era una
broma. – Contestó. – Sabes que yo siempre voy con las buenas influencias.
Me guiñó un
ojo mientras apretaba el botón del ascensor y me dejaba paso. Miré mi reloj.
Aún eran las tres y veinte. Quedaba bastante tiempo para que Josh pudiese venir
de vuelta al hospital. No había peligro.
La bajada
fue rápida, pero no pude evitar que se me hiciese eterna. Había demasiada
tensión acumulada entre nosotros dos en un espacio tan pequeño. Por mucho que intentásemos
disimular que no pasaba nada, todo lo que había pasado pesaba entre nosotros
dos.
Yo agarraba
el asa de mi bolso que caía desde mi hombro hasta la cintura, mirando a la
puerta de metal, al lado izquierdo de Louis, quien tenía las piernas separadas
y paralelas y sus manos agarradas, puestas delante de su cadera.
Quizás me
estuviese mirando de reojo, no lo sabía con certeza. Lo que sí que podía
apreciar era su sonrisa que aún no se había esfumado de su rostro desde que le
vi.
Ambos
salimos del ascensor y di gracias cuando se abrió. Respiramos aire, aun que no
muy agradable, y salimos a los patios del hospital.
-¿Algún
sitio donde quieras tomar el aire en especial? – Preguntó.
Negué con la
cabeza dejando que los mechones de pelo siguiesen a mi ladeo mientras mi labio
inferior se dio la vuelta. El chico sonrió a mi inocente gesto.
-Detrás de
este edificio hay un parque, ¿Damos una vuelta?
-Sí. Vale.
Rápidamente
emprendimos camino y yo miraba mis pies como daban torpes y nerviosos pasos por
las baldosas rosas de la acera del hospital.
El chico
andaba como habitualmente. Yo solo pensaba en las palabras tan sinceras que me
confesó en esa carta y en las palabras tan sentidas que me dijo Dina sobre él y
sobre sus sentimientos.
Me
calificaba como la persona que le enseñó a ser quien es. ¿Fui yo de verdad
quien le hizo convertirse en lo que es ahora? ¿De verdad influí positivamente
en él? Era demasiado inocente para hacerlo.
-¿Qué
piensas? – Me preguntó.
-En nada. –
Contesté rápidamente, como si quisiese ocultarle que pensaba en él.
Giramos una
esquina y avistamos el parque que Louis me había dicho. No tenía columpios infantiles como me había imaginado. Era una especie de
laberinto con arbustos bajitos, y entre ellos, bancos de madera. Algún que otro
rosal prácticamente marchitado por el frío y algunas que otras flores de
distintos colores, quizás artificiales.
Empezamos a
andar entre el cemento del paseo y ambos de nuevo estábamos sumidos en un
incómodo silencio.
-¿Te he
interrumpido algo? – Pregunté.
-¿Por qué lo
dices? – Contestó él.
-Bueno, por
la doctora.
-Ah, sí. –
Contestó él. – En verdad la miraba a ella. No tenía ninguna intención de mirar
a nadie más.
La respuesta
me defraudó. ¿Era eso una broma o lo estaba diciendo enserio?
-¿Por qué
iba a mirar a una chica que salía totalmente enfadada con el hombre que
seguramente la echó de la habitación a empujones? – Preguntó. - Eso nunca.
Le miré y
noté como mi gesto cambiaba. Noté como los músculos de mi cara se destensaban y
ayudaban a formar una gran sonrisa en mi rostro.
-Por cierto, qué mala
suerte lo de tu madre… - Comentó.
-Bueno,
afortunadamente solo ha sido un susto, y quizás solo unos rasguños.
-Seguro que
solo será eso, sí. – Apoyó.
Ambos sonreímos
y continuamos andando por el camino que formaban esos matorrales, los cuales a
medida que andábamos, iban creciendo de altura.
-¿Qué tal en
Inglaterra? – Pregunté.
-Bien. –
Contestó. – La gente es muy diferente a mí, y el clima es bastante frío. Pero
por lo demás, muy bien.
Sonreí
satisfecha de saber que, al menos, él estaba bien.
-¿Y con Bob?
-Es un
hombre genial. Es como el padre que nunca tuve.
‘El padre
que nunca tuve’ Obviamente había olvidado que su padre solo estuvo en su vida
la última etapa.
Miré al
suelo viendo como el asfalto dibujaba mosaicos y giré el labio sin saber qué
decir.
-¿Cuándo
volverás? – Pregunté.
-Quizás la
semana que viene. – Dijo. – Aún no lo sé. Quiero quedarme unos días con Dina.
-Genial.
-¿Y tú? ¿Qué
tal todo? ¿Qué tal con Josh? – Preguntó. – Porque habrás vuelto con él, ¿No?
Le miré y vi
como sus ojos azules tenían algo de amenaza en esa mirada, con una sonrisa
pícara dibujada en su rostro.
-Sí, volví
con él. – Contesté.
-¿Volviste
con él por mí?
-No. Fue mi
decisión.
Asintió,
quizás fingiendo una sonrisa más grande, pero no era alegría lo que mostraba.
-¿Leíste mi
carta? – Preguntó marcando un tono de quizás incomodidad.
-Sí.
El chico me
miró mientras se ponía delante de mí para aterrizar su cuerpo en un banco de
madera. Unos grandes arbustos tapaban hasta un poco más arriba del respaldo de
éste. El chico tomó asiento mientras cruzaba sus piernas por los tobillos y se
metía las manos en los bolsillos de su chaqueta vaquera.
Le imité y
me senté a su lado derecho, dejando mis
piernas juntas por las rodillas y metiendo mi mano entre ellas. El frío estaba
presente, pero los arbustos altos nos impedían que nos llegase de cara y nos
enfriase aún más.
-Le dije a Bob
que solo te la diese si lo veía necesario… - Dijo, casi susurrando. – Lo hice
sin pensar. No quiero interponerme en tu vida, ______.
Le miré casi perpleja. ¿Qué me estaba intentando decir?
-Todo lo que
ponía en ese folio era verdad, pero quizás nunca debí decírtelo… - Añadió.
-Sí. –
Contesté lo más rápido que pude. – Me lo debiste de decir. Nunca viene mal
saber ese tipo de cosas. Me hiciste sentirme valorada por un momento en mi
vida.
El chico
sonrió aparentemente satisfecho.
-Me
entendiste, entonces.
-¿Qué
quieres decir?
-Bueno, tú
me hiciste sentir valorado en todo el tiempo que estuvimos juntos…
Sacó
rápidamente el paquete de tabaco de su bolsillo y puso un cigarro en su boca.
Seguidamente, le prendió fuego. Siempre hacía eso cuando hablaba de un tema incómodo conmigo.
-¿Quieres? –
Preguntó.
-No.
De nuevo
guardó el paquete y comenzó a absorber de la colilla hacia adentro.
Tragué
saliva aún procesando lo que acababa de decirme. Me removía sobre el banco, no
estaba cómoda. No podía estarlo.
-Me alegro
de que hayas vuelto con Josh. – Pronunció. – Aun que no sea de mi agrado, sé
que es tu tipo.
-Bueno,
según tú, los polos opuestos se atraen. – Comenté.
El chico
cogió la colilla con su índice y pulgar y soltó el humo hacia el lado opuesto a
mí.
-Y así lo
creo. – Añadió. – Quizás por eso te quise tanto.
-¿Sólo en el
pasado?
-Quizás
siempre.
Sonreí
tímidamente. No esperaba tampoco esa respuesta.
-Aún no has
perdido ese perfil de niña ingenua e inocente que me gustó tanto desde el
principio. – Dijo.
-¿Ah, no?
-No. –
Musitó negando con la cabeza.
-O sea, que
crees que sigo siendo una ingenua e inocente.
-Así es.
De nuevo
soltaba el humo hacia el mismo lado y, vi el momento justo para aprovechar y
quitarle de un arrebato el cigarro.
Lo atrapé
con mi índice y el dedo corazón. Me levanté juguetona del banco y me alejé
dando pasos hacia atrás rápidamente, con una sonrisa. La tranquilidad y comodidad de nuevo se habían hecho protagonistas de la situación en mí.
El chico me
sonrió desde su asiento y, segundos después, se levantó para venir detrás de
mí.
-Vaya, pensé
que la madurez te había servido para perder tu lado de ‘niña mala’ – Dijo acercándose
hacia mí.
-Las buenas
costumbres no hay que perderlas, Louis.
Mi sonrisa
destacaba en mi rostro. Era obvio el por qué.
Acerqué
cuidadosamente la colilla a la comisura de mis labios y rodeé la boquilla del
cigarro con mis labios. Los ojos azules de Louis los miraban indiscretamente,
mordiéndose el labio, mientras yo di una profunda calada al cigarro. Cogí el humo y lo
mantuve en mi garganta mientras se lo devolvía a Louis.
-¿Cambiaste
de marca? – Pregunté.
-Una inglesa.
Solté todo
el humo en su rostro y él cerró los ojos sintiendo como la droga chocaba de
lleno en él. Sonreía, y me encantaba que sonriese por mí. La ficha que faltaba
en el puzzle de mío y de Dina, era una del medio. Quizás la sonrisa que tenía ahora
mismo el chico en su boca.
-No has
cambiado para nada… - Musitó Louis.
-¿Lo
dudabas?
-Nunca quise
dudarlo.
-Siempre que
estoy contigo consigues sacar mi lado revoltoso, Louis. ¿Cómo lo haces?
-No lo sé. –
Dijo encogiéndose de hombros. – Pero sabes que me gusta.
Asentí con
una sonrisa y de nuevo, emprendí camino para aterrizar mi cuerpo en el banco de
madera. Louis me siguió segundos después y ambos tomamos la misma postura de
hacía unos minutos.
-Mañana
jugaré. – Comentó él dando las últimas caladas al cigarro.
-Lo sé.
Me miró y su
rostro era serio.
-Me
encantaría que vinieses. No sé cuando volveré a verte. – Dijo.
-Creía que
no querías verme.
-No debo
verte, ______. Pero no puedo evitar quererlo.
-¿Sólo te
has ido a Inglaterra para olvidarte de mí?
-Jamás podré
olvidarme de ti. Nunca. Sólo quiero centrarme en otras cosas.
-¿No has
estado con nadie desde que…?
-No. –
Contestó en rotundo. – Nadie.
Arqueé las
cejas sorprendiéndome. Aun que ya lo sabía, me sonaba raro escucharlo de nuevo.
-¿Dónde has
dicho que jugabas? – Pregunté.
El chico
sonrió simpático tirando la colilla al suelo.
-Dile a
Bob que te lleve, él estará encantando de que le acompañes.
Sonreí y
miré su rostro enternecido. La situación que rodeaba mi entorno era muy
diferente a la que rodeaba todo cuando estaba con Josh. Eran tan
diferentes entre ellos, y me hacían sentir cosas tan diferentes.
Louis me
desconcertaba, pero me hacía tener ganas de estar con él todo el rato. Había
fingido cambiar, y quizás hubiera madurado demasiado, pero en ese parque me di
cuenta de que Louis seguía siendo exactamente el chico que chocó sus ojos con
los míos en una esquina de muro despiezado de El Foco hacía ya tiempo atrás.
Quizás con más autocontrol, con más madurez, pero seguía siendo él.
Sin embargo,
aún me esperaba algo que no podría ni imaginar. Algo que me ayudaría a aclarar
mis sentimientos en un milisegundo. Algo miserable.
suguila me encanta ya quiero saber que es lo que pasa???
ResponderEliminarAHHH!! La foto es del final de 500 days of summer. Me encanta esa película! Señor, si es q hasta las fotos dle final de los capis las eliges bien!! Y madre mia, describes los gestos de Louis como si le tuviera delante mío, su forma de vestir, su pícara sonrisa AWWW *____* Gracias por crear felicidad pequeña
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