Capítulo 29.

Este capítulo va dedicado a: @Marymarin (De parte de @Iamsrtmalik)

*

Me miraba en el espejo. Parecía que mis ojeras habían crecido en las últimas horas. Todo era demasiado perfecto para ser verdad.

Ese día tenía previsto uno de los mejores, y sin embargo, no lo fue.

¿Por qué tuvo que aparecer ese día? ¿Por qué? ¿Por qué justamente en ese restaurante?

Hice un círculo con mi cuello intentando relajarme. El té me había ayudado y al menos mi corazón había recuperado algo su latido normal.

Pasaba el cepillo por mi pelo suave.

-¿Se puede? – Preguntó Josh llamando a la puerta.

-Sí, claro. – Dije soltando el cepillo.

El chico sonrió y adentró parte de su cuerpo en el baño.

-¿Qué pasa? – Le pregunté.

-No, nada. – Contestó.

-¿Por qué no quieres ver a tu hermano?

-Nunca nos hemos llevado del todo bien, y sé que si me pide que vayamos a su casa es para algo.

-¿Para presentarte a su novia?

-No, no. Me huelo que será algo aparte de eso.

-Bueno, si quieres nos quedamos.

-Ya le he llamado diciendo que íbamos. – Contestó.

Sonreí, aun que me costó. No parecía muy convencido de dónde íbamos, pero aún así, no se echó para atrás.

-Te espero en el salón. No tardes. – Dijo.

Asentí con la cabeza observando cómo abandonaba el baño. De nuevo miré al espejo y, rápidamente, terminé de arreglarme.

Me puse un conjunto algo formal, pero no demasiado. No sabía qué me esperaría, ni a qué me tendría que enfrentar. Era el primer miembro la familia que Josh me presentaba y no sabía qué impresión podría darle.

Bajaba las escaleras dirigiéndome al salón, donde estaba Josh viendo la televisión mientras me esperaba.

Cuando escuchó el sonido de los tacones invadir las paredes de la habitación, volteó su cuello y me miró. 

Después, sonrió apagando la tele y poniéndose de pie.

-Estás preciosa. – Me alagó mientras se acercaba.

-Tengo que causar buena impresión. – Contesté sonriente.

-Lo harás.

Sonreí a su convincente respuesta. Josh me tendió la mano mientras abandonábamos la casa y nos dirigíamos al coche.

-¿Estás mejor? – Preguntó.

-Sí. – Contesté.

-Lo siento… - Se lamentó.

-¿Qué sientes?

-Este día debería de ser uno de los mejores. ¡Te han aceptado en la universidad que tú querías! Y sin embargo…

-Josh, tú no tienes la culpa. Nadie tiene la culpa. Solo él. Solo el desgraciado que se hace llamar mi padre.

La rabia comenzaba a crecer de nuevo en mí. Mi mano apretó más fuerte la de Josh y mi mandíbula parecía empezar a apretarse involuntariamente.

-Eh, eh. Tranquilízate. – Dijo el chico. – Simplemente piensa que ha sido una anécdota. El día perfecto no existe, desgraciadamente.

Cogí el máximo de aire que mis pulmones me permitieron. Asentí levemente con la cabeza mientras el chico pulsaba el botón de las llaves del coche para que éste se abriese. Ambos nos metimos en el vehículo.

Mi vida había cambiado tanto en este último año… Dentro de unas pocas semanas, cumpliría un año de la brutal paliza que le ofreció Louis a Liam… Esa pelea que nos desunió por completo e hizo que perdiese la pista de Louis.

Mi interior creía saber que le había olvidado, y yo estaba convencida. Sin embargo, no podía evitar pensar de vez en cuando en él.

Al fin y al cabo, marcó un antes y un después en mi vida y, gracias a él, conocí a Josh, quien me hacía la persona más feliz del mundo. Él fue quién me obligó a recuperar el equilibrio en mi vida.

Quien juró salvarme de Louis. Siempre me pregunté cómo él estaba tan encima de mí. ¡Ni siquiera sabía realmente si Josh sabía cómo era Louis físicamente! Y, francamente, lo dudaba.

-¿Qué piensas? – Preguntó Josh.

-Nada. – Contesté.

El chico esbozó una sonrisa sin retirar la mirada del asfalto.

-Algo me dice que mientes.

-¿Por qué iba a hacerlo?

-Te conozco demasiado, _____. Dime, ¿En qué piensas?

Miré hacia la ventanilla y observé como las ruedas del coche pasaban a toda velocidad al lado de las rayas discontinuas de la carretera.

-¿En tu padre? – Preguntó.

-No.

-¿En tú madre?

-No.

-¿En qué?

-En nada, Josh.

El chico encogió sus hombros y continuó su camino. Las palabras no estaban presentes en ambos, pues yo estaba demasiado cohibida. Hoy había sido un día raro, y estaba claro que iba a terminar siendo más aún.

Pero jamás se me pasaría por la cabeza que ese “final” fuese como fue.

-Creo que es aquí. – Musitó Josh mirando por su ventanilla.

-¿Acaso no sabes donde vive tu hermano? – Pregunté.

-Se mudó hace poco. Me ha dado las indicaciones cuando le he llamado.

Fruncí el ceño. Josh parecía convencido de que ese era el lugar, pero yo no estaba del todo segura.

Pero ya no había marcha atrás, ahora solo quedaba confiar en que sería una buena noche, esperando que fuese en ese lugar.

Abandonamos el vehículo y esperé que Josh se pusiese a mi lado.

Ambos emprendimos camino hacia una urbanización aparentemente amplia.

-¿Cuál es su casa? – Pregunté.

 -El portal treinta. – Mandó Josh.

Suspiré con los ojos abiertos y con un gesto de indecisión.

Josh tiró de mi mano acercándose a una caseta en la que posiblemente estaría el conserje de esa grande urbanización.

Llegamos al pie de ésta y el chico golpeó un par de veces el cristal. El hombre levantó la mirada y abrió la ventana.

-Buenas noches. – Saludó Josh.

-Buenas noches. – Contestó el hombre.

-¿Podría decirme donde se encuentra el portal treinta?

-Claro. Es ese de enfrente, justamente.

Ambos miramos en la dirección que nos indicaba el conserje. Mi mirada permaneció mirando. Josh se giró para agradecerle al hombre.

De nuevo comenzamos a andar hacia el portal. Josh llamó al número que parecía recordar cuando llegamos al pie de la puerta.

-¿Sí? – Una voz masculina habló a través del portero.

-Soy Josh. – Contestó él.

Un sonido en la puerta para que la abriésemos, nos alertó de que era el sitio que buscábamos. Respiré tranquila cuando supe que no nos habíamos equivocado.

Ambos atravesábamos el portal tan limpio y tan bien decorado.

Después de unos segundos, entramos en el ascensor.

-¿Estás nervioso? – Pregunté.

-Un poco. – Contestó sonriente.

-Lo digo porque tu pierna no hace más que moverse y me estás oprimiendo la mano. – Contesté soltando una carcajada.

El chico se unió a mi sonrisa cuando el ascensor anunció que ya estábamos en el piso de nuestro destino.

Atravesábamos el portal sin saber que quedaban a penas minutos para que mi vida diese de nuevo un cambio.

Ambos tragamos saliva cuando Josh pulsó el timbre. Él parecía estar nervioso, incluso yo lo estaba.

Nuestras manos se agarraban fuerte. Necesitaba demostrarle que yo estaba con él en ese momento y necesitaba transmitirle tranquilidad.

El pomo parecía estar a punto de girarse para abrir la puerta.

-Tranquilo. – Le susurré.

Cerró los ojos y cogió aire.

-¡Hola! – Exclamó una voz femenina.

La chica era morena de ojos profundamente azules. Pelo a la altura del pecho y perfectamente ondulado. Su cara era redonda y sus pómulos estaban destacados por coloretes rosas. Una sonrisa perfecta con unos labios gruesos pintados con gloss.

-Soy Dina. – Informó la chica.

Mi sonrisa se dibujó cuando escuché esa amable presentación de la chica.

Josh se quedó perplejo. Parecía no salirle las palabras.

-Ho…hola. – Balbuceé. – Yo soy _____, y él es Josh, mi novio.

-Encantada.

La chica se aproximó hacia mí ofreciéndome dos besos como saludo. Después miró a Josh e hizo lo mismo.

-Encantado. – Musitó Josh, sonriente.

-¡Vaya! – Una voz masculina apareció detrás de Dina. -¡Hermanito!

-Ben… - Musitó Josh, con la voz algo más desganada que hacía segundos.

-Pasad, pasad. – Invitó la chica.

Ambos les hicimos caso y pasamos al recibidor de ese piso.

-Un gusto conocerte. – Me dijo el hermano de Josh ofreciéndome dos besos.

Los acepté amablemente y esperamos que nos invitasen más adentro.

-Pensé que no vendríais. – Comentó Ben mientras nos dirigía hacia el salón. – Fue precipitado.

-Lo fue. – Comentó Josh.

El chico no soltaba mi mano, mientras yo, miraba asombrada la decoración de la casa. Ben pasaba su brazo por el cuello de Dina, quien estaba sonriente desde que habíamos aparecido por casa.

-Podéis tomar asiento. – Invitó Ben.

Ambos sonreímos y aceptamos.

-¿Queréis algo de beber? – Preguntó la chica.

-Dos vasos de agua, por favor. – Pidió Josh.

La chica se retiró sonriente de Ben y me miró. Yo la sonreí cómplice.

-¿Quieres venir? – Propuso.

-¿Eh? – Repliqué.

-Acompáñame a la cocina.

La chica me exigía acompañarla amablemente. Su sonrisa y su cara de amabilidad hizo que no me lo pensase y me levantase a acompañarla.

-¿Dónde vas? – Susurró Josh.

-Voy con Dina. Enseguida vengo, cielo.

Besé dulcemente su mejilla y me peleé los dos primeros pasos con los tacones. Me puse al lado de la chica quien también llevaba unos altos zapatos.

Ambas emprendimos camino hacia la cocina. Estaba perfectamente amueblada en tonos blancos y azules. Era amplia y luminosa.

-¿Y en qué trabajas? – Preguntó mientras servía las bebidas.

-Estudio. Empezaré el próximo curso en la universidad. – Contesté mirándola atentamente.

-Genial.

-Sí. - Contesté.

La chica sacó un plato para servir algún aperitivo.

-Josh y tú hacéis muy buena pareja. - Musitó. 

-Gracias. - Agradecí.

La chica sonrió y continuó sirviendo comida en esos pequeños platos.

-Dina. – Una voz masculina reclamaba a la chica detrás de nosotras.

La chica miró hacia la dirección y sonrió más ampliamente cuando vio de quien se trataba.

-¿Qué pasa? – Preguntó.

Mi cabeza pareció cohibirse y mi cuerpo pareció pegarse al suelo cuando escuchó esa voz. Me resultaba familiar. Me resultaba demasiado familiar.

-¿Por qué no me dijiste que teníamos visita? – Preguntó de nuevo el chico.

Tomaba aire por la boca. Mi pecho subía y bajaba a una velocidad abismal. No podía ser.

-_____. – Me llamó la chica.

Me giré lentamente mientras mis manos temblaban. Parecía que mis piernas se iban a entrelazar entre sí e iba a perder el equilibrio.

Por fin giré completamente.

No. No podía ser. No podía ser. Era imposible. ¿Por qué? ¿Por qué?

-Este es Louis, mi hermano. – Informó la chica.