[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

lunes, 5 de agosto de 2013

Capítulo 20.

Este capítulo va dedicado a: @Alicee_Here

*

Mi gesto fue el mismo durante el trayecto. Mis brazos cruzados y mi mirada constante en la carretera. Josh no entendía que no quería ver a mi madre, y no iba a hacerlo.

-¿Estás bien? – Preguntó entre risas.

Le miré con rechazo y regresé la mirada a la carretera.

-Esto lo hago por ti. – Añadió.

Solté una carcajada sarcástica.

-¿Acaso no me crees? – Insistía el chico.
-No es eso, Josh. Es que no sé cómo no puedes entender que no quiero verla.
-Porque debes verla. Ella hizo lo que pensó que sería lo correcto. – Dijo. – Tu madre está metida en algo que solo puede salir con ayuda. Necesita cariño y ayuda para salir de esto.
-¡¿Y a mí?! ¿A mí quién coño me ayuda, Josh?

El chico paró el coche en frente de mi casa. Echó el freno de mano y me mantuvo la mirada durante unos segundos. Después, cogió las chaquetas de la parte de atrás y me dio la mía.

-Tú has sido la que no has querido ayuda. Solo la de él. - Musitó.

Abandonó el coche mientras yo continuaba en la misma situación, incluso ahora más enfadada por lo que acababa de decir. 

Josh abrió mi puerta y me miró.

-No me hagas hacerlo por las malas. Sabes que aún así soy capaz.

Mis continuos resoplos al insistente Josh no le hacían rendirse. Incluso quizás les sirviesen para insistir más.

-Sal un momento. – Exigió el chico.
-¿Para qué? No pienso entrar.
-Vale. Sal un momento.

Miré hacia el techo del coche e intenté coger aire para tranquilizarme y no meterle dos bofetadas y marcharme.

Posé mis pies en el frío abandonando el coche. Un aire fresco me rodeó y mis manos se dirigieron a ponerme la chaqueta, pero Josh me la arrebató.

-¿Qué haces? – Dije casi tiritando.
-Quitarte la chaqueta. – Contestó.
-Josh, me voy a constipar. Dame la chaqueta.
-No. No te la voy a dar.
-¿Para esto querías que saliese?

Mi mano se dirigió a la puerta del coche para intentar abrirlo, pero era intento fallido. Josh había aprovechado para cerrarlo y que no tuviese escapatoria.

-¿Qué te pasa? – Preguntó.
-¿Qué me va a pasar? Pues que estoy helándome.

Mi cuerpo se apresuró para quitarle al chico la chaqueta. El la alzó y di un saltito para cogerla, pero la diferencia de estatura me lo impidió. Resoplé de nuevo.

Mis dientes empezaban a chasquear, el frío cada vez se apoderaba más de mi cuerpo.

-Helándote. – Añadió el chico. - ¿Y qué necesitas para quitarte ese tremendo frío que tienes?
-¿Bromeas? – Repliqué. - ¿Y este jueguecito tan cutre a qué se debe?
-Vamos, respóndeme antes de helarte.

Cogí aire para controlar no hacer parar mi mano en su moflete.

-Esa chaqueta que tienes en tus manos. – Contesté casi sin paciencia, resoplando.
-Bien. – Contestó él. - Fíjate. Estás sola ante el frío. Nadie te puede abrazar, nadie te puede dar una chaqueta nueva, nadie te puede ayudar a quitarte ese frío, porque estás sola.

Mi ceño se frunció al escuchar al chico decir eso, llevando la mirada al suelo.

-Así se siente tu madre, ____. – Añadió. – Sola y sin nadie que la proteja de nada. Dime, ¿Qué darías ahora mismo por recuperar tu chaqueta y no pasar frío?

Levanté la mirada del suelo y di con sus ojos azules. Esos ojos me transmitieron algo. Quizás no eran iguales que los de Louis, no se podían comparar, en absoluto. Pero esos ojos también me transmitían algo. Tranquilidad, estabilidad, madurez, razón…

-Lo… lo que fuese. – Contesté mientras mis manos pasaban por mis brazos y mis dientes chasqueaban.
-Pues tu madre daría lo que fuese para tener un refugio en ti, ____.

De nuevo mi mirada se desvió hacia el suelo. Mis manos continuaban en mis brazos. Mi cabeza parecía haberse olvidado de todo el frío, pues las palabras tan bruscas y tan llenas de razón que había pronunciado Josh, me habían hecho olvidar todo lo demás.

-Ten. – Dijo el chico.

Cogí mi chaqueta y la coloqué en mi cuerpo, calentándolo.

-¿Vas a pasar? Al menos solo para no defraudarme a mí. – Insistía Josh.

Mi mirada quedó de nuevo clavada en la suya; En sus ojos que pedían a gritos que aceptase la propuesta.

Tragué bruscamente saliva y asentí despacio con la cabeza. La sonrisa de ese chico me satisfacía.

Su cuerpo se situó detrás del mío. Fruncí mi ceño al ver que él cogía mis hombros para animarme a atravesar la puerta de metal, que como de costumbre, estaba abierta.

Metí las manos entre los fríos barrotes y empujé con fuerza hasta que se abrió. El chico continuaba teniendo sus grandes manos en mis hombros.

Sentí como su cabeza se iba acercando a mí por detrás.

-Vamos. – Me susurró en el oído.

Cerré los ojos por un momento para dejarme llevar.

-Confío en que lo harás. – Insistía.

Mis pies comenzaron a subir los escalones exteriores hasta llegar al pequeño porche.

Sus manos se despegaron de mi cuerpo para aterrizar en sus bolsillos.

-Vamos, llama. – Me apresuraba.

Le miré intentando buscar algo que me tranquilizara. Sin embargo, mi cuerpo pidió encontrar los ojos de Louis. Me asusté cuando su nombre se apareció en mi cabeza y di un pequeño salto sobre mí misma.

-¿Estás bien? – Preguntó asustado Josh.

Mi cabeza comenzó a ladearse intentando sacar esa idea de mi cabeza.

-Eh, eh, _____. ¿Estás bien?

Josh cogió mi cara con sus dos grandes manos, como ya me había enseñado que solía hacer. Tras unos segundos compartiendo miradas, asentí con la cabeza.

-Bien, pues venga. Llama. – Me animó de nuevo.

Cerré los ojos mientras que él se alejaba de mí y mi mano se deslizaba por el aire lentamente para pulsar el timbre.

Al fin contactó con él y el timbre sonó, chirriante.

Mi corazón iba más rápido de lo normal. Miré una vez más a Josh, que continuaba sonriente, con sus manos ahora detrás de su cuerpo, cruzadas, y con una disciplina que me sorprendió.

Era obvio que no tenía punto de comparación con Louis, pero lo que le asemejaba a él es que ambos me transmitían algo con su mirada.

Pasos se escucharon detrás de la puerta. Una mano cogió el pomo y tiró de él.

La puerta se abrió y apareció el cuerpo de mi madre.

La cara la tenía mucho más delgada, las ojeras destacaban en ella. Su pelo tan moreno y brillante ahora era estropajoso y con bastantes canas. Sus ojos llenos de brillo, ahora solo tenían el brillo de unas lágrimas apunto de escapar al exterior. Su pulso tembloroso y su sonrisa tan débil me hicieron arrugar por un momento el estómago.

-_____... – Musitó.

Tragué fuertemente saliva y sentí como el cuerpo de mi madre se apresuraba hacia el mío, abrazándome.

Mi cuerpo se quedó quieto y no pudo siquiera moverse. El daño aún pesaba más que su apariencia tan destrozada.

De nuevo se retiró de mí y me miró un par de veces. Sonrió a pesar de que me vería algo cambiada.

Después, su mirada se desvió a Josh, quien le tendió la mano educadamente.

-Señora Julie. – Dijo Josh en forma de saludo.
-Hola, Josh. – Saludó mi madre.

Pareció tomar alivio y volver a su posición previa.

-Pasad, pasad.

Mi madre dejó un espacio para que ambos pasásemos y así lo hicimos. Mi casa parecía diferente. El aire que respiré no olía igual que al que estaba acostumbrada. El aire que me ofrecía Louis…

-Podéis pasar hacia el salón, ahora mismo sirvo la cena. – Informó.
-Bien. – Respondió Josh.

Ambos emprendimos camino hacia el salón y observamos la mesa, en la cual había cuatro sitios.

Tomé asiento en la silla donde siempre comía yo.

-Siéntate a mi lado, por favor. – Le pedí.
-No. Siéntate al lado de tu madre, ____.
-Por favor, Josh. Hazlo por mí.

Nuestras miradas continuaban juntas, cuando escuchamos pasos.

Tiré de la mano de él hasta que su cuerpo aterrizó de lleno en la silla de mi lado.

El típico delantal de mi madre apareció junto a su silueta, que agarraba con dos guantes una olla.

-Son filetes. – Informó ella con una sonrisa. - Tus favoritos. – Añadió ella mirándome y posando la olla en la mesa.

Sonrió mirándome. Mi gesto continuaba quieto, estaba aún asumiendo que estuviese en la misma mesa que mi madre, de nuevo.

-Estarán deliciosos. – Comentó Josh intentando salir de aquel silencio.
-Espero. Hacía días que no cocinaba. – Dijo mi madre entusiasmada. - Exactamente desde que...
-Tenga. - Interrumpió Josh. - Sírvame a mí primero.

El chico la sonrió mientras ella cogió su plato y echaba la comida en él. Miré como los brazos de mi madre apenan tenían fuerzas. Sus rasgos en la cara estaban más marcados. ¿Cuántos kilos habría perdido?

Josh cogió los cubiertos y probó los filetes tan deliciosos que mi madre siempre preparaba los domingos.

-Están deliciosos, Julie. – Comentó.
-Oh, me alegro de que te gusten, Josh. – Agradeció ella con una sonrisa, tomando asiento.

Unos minutos de silencio mientras todos comíamos. No eché de menos esos filetes hasta que los probé. Entonces comparé la comida casi siempre precocinada de Louis. Ladeé de nuevo mi cabeza para sacarle de ahí, de nuevo.

-¿Cómo has estado, ____? – Preguntó por fin mi madre.

Levanté mi mirada hacia la suya, llevándome el tenedor a la boca.

-Bien. – Contesté. – Muy bien.

Sonrió débilmente y mordió su comida.

-Casi me da algo cuando fui esta mañana a tu casa y ese chico me dijo que tu ya no estabas ahí… - Añadió.
-Me fui.
-¿Puedo preguntar por qué? – Se atrevió mi madre.

Un incómodo silencio mientras yo masticaba los trozos de carne.

-Cosas. – Contesté seca.

La mujer asintió con la cabeza bajo la mirada expectante de Josh.

-La verdad es que, si no hubiese sido por mí, estaría ahora mismo en la calle. – Añadió el chico sonriendo.

Cerré los ojos ante su egocentrismo.

-¡Cállate! – Exclamé dándole un golpe con la mano en su hombro.

Mi boca exclamó un pequeño gemido. La mano con la que le golpeé era la vendada.

-Oh, Dios mío. ¿Qué te ha pasado? – Preguntó preocupada mi madre.
-Nada. – Contesté apretando mis dientes.
-¿Por qué tienes la mano vendada? ¿Acaso te ha hecho ese chico algo?

Mi cara seguía derrochando dolor.

-Lo sabía. Ese chico parece ser violento. Te lo ha hecho él, ¿no es así?

Las manos de mi madre pasaban inquietas por su cara, retirando los mechones que caían por ella.

Se acercó a mí tomando mi mano.

-Oh, Dios mío… - Continuaba lamentándose ella. – Maldito imbécil.
-¡Mamá! – Grité levantándome y quitando bruscamente mi mano de las suyas.

Sus ojos se abrieron mostrando sorpresa ante mi grito.

-Louis no es ningún imbécil, ¿me oyes? ¡No! – Grité. – Ha sido el único que me ha acogido, que me ha escuchado y ayudado en los peores momentos. Ha sido el único que me ha protegido, quien se ha interesado en sacarme de esa mierda de donde me dejasteis. Ha sido el único que ha sabido valorarme y entenderme cuando todos os olvidabais de mí. Ahora no vengas de madre que defiende a su hija porque cuando esta herida empezó a sangrarme tú no estabas ahí para curármela. Esto es una puta farsa, no sé qué coño hago aquí montando la escenita, fingiendo que puedo llegar a perdonarte lo que un día hicisteis. Hiciste. La has cagado, admítelo ya y deja de intentar corregir lo que ya no puedes. Sólo tienes que olvidarme. Olvidar que existo. ¿Tanto te cuesta entenderlo?  

Mi mano soltó bruscamente la servilleta encima de la mesa dando un pequeño golpe en el hombro de mi madre cuando comencé a andar.

Mis pasos empezaron a acelerarse atravesando el pasillo y abriendo la puerta para abandonar esa casa. 

Corrí lo más rápido que pude para alejarme de ahí.

Mis lágrimas salían sin control de mis ojos y la rabia continuaba en mi interior. Mis manos rebuscaron en mi bolso sacando un paquete de tabaco y prendiendo el cigarro, el último. Era lo único que me tranquilizaba, sí.

Maldita droga, maldito Louis que me vició… Odiaba a todo el mundo. En esos momentos odiaba a todo mi entorno. Incluso a ese psicólogo que solo quería comerme el coco.

Una moto pasó por mi lado, haciendo que el cigarro se escapase de mi mano.

-¡Imbécil! – Exclamé.

Resoplé cuando me di por vencida. No podía cogerlo, y era el último...

Sin embargo, mi mirada fue detrás de la moto cuando esta paró a pasos de mí.

Me fijé y era parecida a la de Louis. El chico parecía tener la misma estatura, e incluso su misma chaqueta. La oscuridad de la calle impedía ver con certeza de quien se trataba.  


Mi mente solo podía repetir su nombre en ella. Louis, Louis, Louis. Una parte de mí, rezaba porque fuese él, pero sin embargo, otra, rezaba porque no fuese él quien se estaba bajando de la moto en mis narices. Simplemente porque prometí no volverle a ver nunca más. 


3 comentarios:

  1. JuaJua (?)
    Me encanta, siguiente ya!! Lo necesito xD
    Besos <3

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  2. GUAU.. este es uno de esos capitulos que te digo que me deja sin habla. Esa ultima frase me ha marcadao y mucho. Todo el capitulo ha sido increible.

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  3. Increible! Me encanta! Estoy impactada buff.. Quiero el siguiente ya :))
    Un beso
    Alba xx

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