[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

jueves, 8 de agosto de 2013

Capítulo 23.

Este capítulo va dedicado a: @carmencienfue

*
Liam miraba arqueando las cejas. No entendía el porqué de mi reacción. Mi mente congelada y mi boca sin poder articular palabra. No podía informarle de la situación. ¿Dónde coño habría ido? ¿Por qué coño lo hizo?

Esa estúpida promesa de no volverle a ver parecía tener todas las papeletas para cumplirse.

-Oye. – Pronunció Liam.

Levanté la mirada y le miré.

-No quiero ser entrometido, pero cuando he dicho lo de tu madre parecías afectada. ¿Pasó algo? – Preguntó.
-No me llevo muy bien con ella. Han pasado demasiadas cosas como para que aún pueda seguir teniendo afecto con esa mujer.

El chico agrandó los ojos y miró hacia abajo sorprendido por lo que acababa de decir.

-Guau… - Musitó.

Un silencio incómodo mientras mi cabeza pensaba en lo mismo. Louis.

-Louis… ¿Louis se ha ido enserio? – Pregunté perdida.
-Sí. Eso me dijo. Pero, vamos, ¿Qué diablos te pasa?

Le miré pensando que él sería lo demasiado ingenioso para intuir lo que pasaba. Claramente me equivoqué.

-Después de esa pelea Louis se puso demasiado violento y… me fui. Desde entonces no supe nada de él y parece ser que tú eres la única persona con la que se ha dignado a hablar. – Informé.
-Espera, espera. ¿No estáis juntos?
-¡No! – Negué.

El chico frunció el ceño poniéndose su dedo índice en su barbilla.

-Ahora que lo dices… - Musitó dudoso. – Creo que me insinuó que, aparte de querer cambiar su vida, también se iba para que alguien volviese a ser como antes era. Como si por su culpa alguien hubiese cambiado. Parecía sentirse culpable y estaba afectado.

Un brusco golpe se notó en mi estómago cuando Liam pronunció eso. 

Estaba a punto de llegar a un ataque de nervios. Eso era demasiado. Louis parecía no querer verme jamás.

El chico se alejó un poco del mostrador mientras yo continuaba mirando a un punto fijo.

Escuché un golpe y de nuevo volví a la realidad.

-Dios mío… 
-No te martirices más, _____. Quizás tu sitio no era a su lado… - Dijo Liam.

Miré a sus ojos marrones que mostraban confusión y preocupación. Mi estado no debería de ser muy estable, pues ese chico parecía estar realmente nervioso por no saber controlarme.

-Liam… mejor me voy…
-Bien.
-Gracias por todo. – Agradecí.
-No hay de qué. Ya sabes, si necesitas algo, estoy aquí.
-Sí.

Di un par de pasos dentro del pequeño local hasta alcanzar el pomo de la puerta y tirar de ella.

-Por cierto. – Dijo el chico.

Mi cabeza giró hacia él y de nuevo se encontraron nuestros ojos.

-Creo que ya sé por qué decía Louis eso de que alguien había cambiado por su culpa y creo que ya sé de quién se trata. A ti solo quiero decirte que una madre como la tuya merecería tener a una hija como tú a su lado, y que si de verdad has cambiado por ese chico, déjame decirte que no hay cosa más absurda como cambiar para gustar a alguien.

Sonreí ante el consejo de Liam y cerré la puerta tras de mí. Creo que después de toda la confusión que tenía en mi interior, ese consejo me llevó a, al menos, intentar deshacer un poco todo.

¿Sería verdad que Louis se fue para que volviese a ser la misma que era antes? Pero, ¿Por qué lo haría?
Recordé entonces las crueles y duras palabras que le dije.

“Tú me metiste en esta jodida forma de vida de peleas, drogas, alcohol. Y, ¿sabes? Me he dado cuenta de que no quiero esta puta vida más.

Era obvio que eso debió de dolerle.

Caminaba lo más rápido posible hacia la estación de taxis que me pillaba a cinco minutos del estanco de Liam. El frío se apoderaba de mi cuerpo y quería escapar cuanto antes de él.

Abrí mis manos sobre mi rostro mientras andaba e intenté buscar una consolación en algo que no tenía.

Mi personalidad había desaparecido. Había cambiado para agradarle a él. Había cambiado por él. ¡Fue por su culpa! Y yo fui la idiota que volví a buscarle. ¿Acaso no prometí no volverle a ver? 

“No hay cosa más absurda como cambiar para gustar a alguien.”

Joder.  Liam tenía toda la razón. Fui absurda. Cambié toda mi vida. La cambié toda.

Y quizás, ese fuese el problema por la que mi rabia siguiese dentro. Quizás yo no me había dado cuenta de que el problema no eran los demás, sino yo. Perdí a mis padres, perdí a mi mejor amiga, perdí mi rutina, mi vida.Y si alguien me advirtió desde el principio todo esto, ese fue Josh. ¡Josh!

Ese chico estaba haciendo tanto realmente por mí y yo se lo estaba pagando yendo a buscar a Louis en un día en el que prometí estar con él. Mientras que, sin embargo, Louis, se había marchado para huir de todo esto y para que supuestamente yo volviese a ser la de antes. Era tan absurdo todo. 

Pero dentro de la absurdez máxima, encontré un porqué de seguir. Ya no era necesario que Louis fuese el que quisiese que yo volviese a ser la de antes, porque no lo sería, pero sin embargo, cambiaría, y en ese mismo instante-

Tras unos cuantos pasos, llegué por fin a la estación de taxis y tomé por fin uno. Indiqué de nuevo la dirección de la casa de Josh y el hombre acudió a mi petición.

El vehículo empezó a andar y algo se encendió entro de mí. Las palabras de Liam me habían hecho recapacitar. Más que las del que se las daba de psicólogo.

Sonreí al pensar eso. ¿Qué diablos hacía? Sonreí al pensar en Josh.

Ladeé mi cabeza sacándole de ella y abrí lentamente el bolso. Saqué mi monedero y lo abrí para observar la foto con mi madre.

Eran en unas vacaciones. Estábamos los tres en la playa. Aún éramos felices. Su sonrisa era tan parecida a la que mostró cuando me vio.

Suspiré y limpié las lágrimas que salían de mis ojos. Introduje de nuevo la mano en mi bolso y saqué el móvil. No podía negar que la echaba de menos. Y dicen que no echas de menos algo que no quieres. Y era obvio que yo no quería a mi madre. Yo adoraba a mi madre. 

Mis manos temblaban, sin embargo, debía hacerlo, necesitaba cambiar de nuevo. Con o sin él, iba a hacerlo, porque ese no era mi sitio. 

Tecleé su número en la pantalla y, con miedo, pulsé el botón de llamada.

-¿Mamá?

******

Al fin llegué al exterior de la casa de Josh. Respiré profundamente y rebusqué de nuevo el móvil en mi bolso.

Busqué en la agenda el número del chico rápidamente. ¿Se habría ido a la cena?

Todo parecía estar apagado y cerrado, sin embargo, el coche seguía aparcado donde lo dejamos antes.

Tras dos pitidos, pareció coger alguien el teléfono. Silencio al otro lado de la línea.

-Josh… - Musité.

Él no contestó, pero noté que escuchaba, respiró fuertemente.

-¿Te has ido ya? – Pregunté. – Lo decía porque estoy aquí fuera como una gilipollas esperando a que salgas.

El chico pareció de nuevo coger aire sorprendido. Las luces se prendieron en una de las ventanas y las cortinas se deslizaron, dejando que una cara de un chico rubio, con un móvil en la mano, se asomara.

Una sonrisa se dibujó en ese rostro. Una sonrisa que avivó la esperanza de que ese chico pudiese recibir el agradecimiento que tanto le debía.

Desapareció de la ventana cortando la llamada, mientras yo me acerqué a la puerta que, tras un par de minutos, se abrió.

Era Josh que estaba en chándal y parecía que no tenía ninguna intención de salir.

-Hola… - Musité susurrando.
-¿Qué haces aquí? – Preguntó.
-¿Y tú qué haces así?
-¿Qué crees?
-Quizás me venga mejor que no vayas a la cena. Quiero llevarte a un sitio. – Le dije.
-Pero, ¿Qué mosca te ha picado? – Insistía él, sonriente, incrédulo.
-Louis se ha ido. – Informé. – Quizás ha sido porque mi sitio no era a su lado…

El chico soltó una carcajada, con la boca abierta y mirando como una sonrisa dibujaba mi rostro, aun que mis lágrimas amenazasen con seguir.

-Y quizás mi sitio deba de estar con las personas que quieren lo mejor para mí, y no con esa vida que solo me llevaría a la ruina.

Giró su cabeza algo frunciendo el ceño.

-¡Vamos! Entra a vestirte. – Le apresuré.

Empujé la espalda del chico hasta meterle otra vez en el interior de la casa. Josh continuaba en un gesto de confusión.

-No entiendo a qué se debe tanta prisa. – Dijo.
-Vamos. No tardes. Te espero aquí.

El chico atravesó el pasillo sonriente mientras yo tomaba asiento en una cómoda silla que tenía en la entrada.

Me senté, también sonriendo. No podía evitar no pensar en Louis, pero como Josh me dijo, el truco estaba en hacerle desaparecer de mi cabeza.

Ahora que Liam me había confirmado que él había desaparecido para emprender nueva vida, quizás fuese la hora de yo también comenzar a hacerla por mí misma, sin él.

Josh bajaba tras unos minutos por las escaleras. Me levanté de la silla al verle aparecer.

Se situó a mi lado. Olía demasiado bien y esa chaqueta negra le quedaba ajustada. Me quedé embobada. Tan embobada que sentí un cosquilleo en mi estómago cuando vi que la sonrisa se le dibujaba. Me uní a ella para disimular, pero ese chico estaba realmente atractivo.

-Dime, ¿Dónde me quieres llevar? – Preguntó abriendo la puerta y dejándome paso.

Salí al exterior esperando a que él cerrase la puerta con su llave.

-¿Tienes GPS? – Pregunté.
-Sí. – Aceptó.
-Entonces, deja que te lleve él.

******

-¿Para qué me has traído a tu casa? – Preguntó él.

Los dos estábamos en el interior del coche y él se asomaba por mi ventana para asegurarse de que de verdad no estaba confundido, y que era mi casa.

-Vamos, sal. – Le apresuré.

El chico frunció el ceño y abandonó segundos después que yo el coche. Esperé hasta que él llegó a mi lado y le sonreí.

-No entiendo nada… - Musitó él.
-Quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí, Josh. Siempre has intentado advertirme de… bueno, ya sabes.
-Sí.
-Y… - Proseguí. – Creo que jamás tendré tiempo para agradecértelo. Sé que esto te hace ilusión y yo he decidido conmigo misma que quiero cambiar de nuevo. No quiero ser como era antes, porque tampoco considero que eso me hiciese ser feliz ahora. Quizás el secreto está en cambiar de nuevo. Empezar una vida de cero.
-¿Me quieres decir que has venido aquí para hablar con tu madre? – Preguntó.
-Y prometo que esta vez no me iré ni montaré ningún numerito.

El chico sonrió a mi pícara respuesta.

-¿Vamos? – Propuse.

El chico de nuevo me miró y asintió con la cabeza.

Ambos emprendimos camino hacia mi casa. Hoy los nervios se apoderaban menos de mí, pues la conversación previa que había tenido a mi madre para informar de nuestra visita, habían hecho tranquilizarlos.

Pulsé el timbre con mi dedo y esperé a que mi madre viniese a abrirnos. No tardó ni dos segundos en tirar del pomo y abrir la puerta.

De nuevo esa sonrisa como en la de la fotografía. Ahora también se me contagió a mí.

Un intenso abrazo de mi madre fue recibido en mi cuerpo. Mis ojos se cerraron y mis brazos se incorporaron para pasarse por la espalda de mi madre y corresponder ese abrazo.

Su olor era tan peculiar. Ese olor que hacía recordar a mi infancia. El olor que solo una madre puede tener.

Los sollozos de felicidad de mi madre hicieron conmoverme. Ese sentido abrazo aún continuaba entre nosotras.

Mi barbilla hacía pucheros cuando por fin la mujer se alejó de mí.

-Hacía tanto que necesitaba un abrazo como este… - Musitó.

Mi cuerpo intentó contener las lágrimas pero fue inútil. Cuando escuchó eso salir de la boca de mi madre no pude evitar romper a llorar.

-Pasar, pasar. – Animó mi madre.

De nuevo se repetía la misma escena. Ambos pasábamos delante de mi madre y nos dirigíamos al salón, yo, limpiándome las lágrimas.

-Hoy no he preparado nada para cenar. – Dijo.
-No te preocupes, Julie. – Calmó Josh.

Sonreí al ver que la mujer tenía de nuevo esperanza en sus ojos.

Los tres tomamos asiento. Josh y yo nos sentamos en el sofá y ella en el sillón individual de al lado de este.

Hacía meses que no me sentaba aquí. La última vez fue cuando ella me anunció que se iba.

-Creo que tengo tantas cosas por las que disculparme… - Dijo mi madre.
-No, mamá. Creo que debo disculparme yo. Te fallé cuando más me necesitabas y…
-Y yo te abandoné cuando más me necesitabas.
-Olvida eso, ¿Vale? Ya te dije por teléfono que pretendo empezar una nueva vida, y quiero que tú estés en ella.

La mujer sonrió y, con lágrimas en los ojos, asintió.

******
Los dos atravesábamos el jardín. La conversación que habíamos compartido mi madre y yo había sido delicada y Josh había asistido a ella, como yo bien quería.

Mi madre me propuso volver con ella y yo dudé. La verdad, no quería ser carga para Josh ya que él sería un chico ocupado y maduro que no querría tener a una chica como yo en su casa, pero no era lo suficiente como para yo convencerme de volver tan rápido a mi casa.

Sin embargo, él apoyó la idea y se excusó con que esa sería la mejor manera de que ambas nos volviésemos a arropar en nosotras mismas, y ahora muchísimo más que antes.

Quizás entre las dos las cosas no volviesen a estar igual, pero si no arriesgaba, no sabría.

De momento lo único que sabía es que volvería a mi casa junto a mi madre, ya que ella necesitaría bastante apoyo, al igual que yo si quería empezar una nueva vida.

-Bueno… - Musitó Josh cuando atravesábamos el jardín. – Supongo que aquí acaba mi ayuda.

Tomé los barrotes de la fría puerta y tiré de ellos dejándole paso. Me apoyé en la puerta que acababa de abrir mientras él se giró para mirarme.

-¿Por qué? – Pregunté.
-Supongo que ya no necesitarás que te salve de nada más.

Sonreí al escuchar su frase.

-Puede que me meta en líos. – Dije pícaramente. -Aún es pronto para confirmar nada.

Me miró furtivamente bromeando y ambos soltamos unas carcajadas coordinadas.

-Mañana me pasaré a por mis cosas. – Informé.
-Claro. – Aceptó el chico.
-Siento haberte fastidiado la cena…
-Creo que ha merecido la pena.
-¿Por qué?
-Si te soy sincero, no existía cena de empresa sin ti.

Fruncí el ceño esperando una explicación a esa frase que acababa de decir Josh.

-Quiero decir que no había cena de empresa. Fue una excusa. Ni siquiera soy empresario. – Sonrió.
-¿Entonces…? – Repliqué.
-Era una simple excusa para invitarte a cenar.
-¡Josh! – Le regañé. – ¡Me has mentido!

Una palmadita aterrizó en su brazo.

-¡Lo siento! ¡Lo siento! – Se disculpó sonriendo, encogiéndose ante mi.
-¿Y por qué no me dijiste que querías invitarme a cenar?
-Quizás no aceptarías.
-¡Vamos, Josh! No rechazaría ir a cenar fuera con nadie.

El chico sonrió.

-Pero... Pensaba que las malotas no te gustaban. – Añadí. – Al menos eso me dijiste.
-El problema es que tú no eres ninguna malota. Quizás tu físico intente aparentar eso, pero siempre supe que debajo de esa chaqueta de cuero y ese aparente físico de chulería, se encontraba la chica más inocente, dulce e increíble que jamás podría llegar a conocer cualquiera.

Mis ojos se agrandaron ante la confesión de Josh. Ese chico se me estaba declarando. Estaba siendo testigo de la confesión del psicólogo hacia mí.


Mis ojos pestañearon rápidamente y, cuando me quise dar cuenta, mis manos estaban en la cara del chico. Cuando me quise dar cuenta, estaba besando a Josh.




5 comentarios:

  1. Yo me derrito ... oh :')
    Precioso, aunque..echo de menos a Louis..
    xxclaudiaxx

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  2. Wow siguela amo tu novela x favor as un maratón y t amaré más!!! Si por favor

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  3. Oooooooohhh esto es demasiado para mi... Que tierno!!!
    Me encanta, me encanta, me encanta!!
    Besos <3

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  4. Jope si es que tu novela es demasiado perfecta.

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  5. AHHH!! Lo siento! Llevaba muchiisimo tiempo sin leerte, estuve de viajes y eso. Te he echado de menos igual q a tus capis. Muy fuerte que se haya besado con Josh eh! Parece que todo está mas o menos arreglado pero.. es raro no? Surprise me pretty ;)

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