[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 3.

-¿____?

La voz de mi amiga hizo que mi cabeza se agitase en dirección a la llamada.

La miré como tenía el rostro cansado y enfadado, con el ceño muy fruncido, al lado de Adam que se miraba los nudillos pasando suavemente las yemas de los dedos de la otra mano por ellos.

-Voy. – Pronuncié mientras bajaba sutilmente la bandolera.

Devolví la mirada que mantenía fija al lugar donde estaba Louis Tomlinson. Ya no había rastro de él. 

¿Cómo? No le vi ni siquiera desaparecer.

Llegué al lado de Adam y Alison que se mantenían fríos y enfadados entre sí. Nos quedaban apenas diez metros para llegar al lugar donde minutos antes encontré a Louis.

-Ten. – Ofrecí la bandolera a Ali.
-Gracias. – Pronunció ella.
-Voy a entrar un segundo al bar, necesito lavarme las manos. – Informó Adam soltando bruscamente la mochila contra el suelo. Ésta se abrió y cayeron todos los libros y apuntes seguramente al azar, al suelo.

Alison le miró con desprecio, pero el chico la ignoró y continuó su camino hacia el bar, el que curiosamente  estaba en el muro donde las botas militares de Tomlinson habían estado apoyadas.

Mi amiga se agachó a recoger todo el desorden que habían creado los libros tendidos sobre la acera.

-No puedo entenderle. – Se quejaba Alison mientras recogía los libros.
-Espera, te ayudo. – Me ofrecí.

Me agaché a ayudar a mi amiga a meter de nuevo todo en la mochila de Adam.

-Por más que hablo con él no le hago entrar en razón. Siempre me prometo que será la última vez que le detenga, pero nunca es la definitiva.

Escuchaba la alejada voz de Alison en mi cabeza quejándose de todo lo que hacía por su hermano. Sin embargo, mi mirada y mi atención se centraban en otra cosa.

Debajo de todos esos papeles yacía un cigarro consumido totalmente y pisado con una gran marca de zapato en él. Al lado, un colgante con una curiosa forma. Una T. Parecía ser de plata, ya que la luz del sol le hacía ser resplandeciente.

Paré un segundo de recoger todos los papeles tendidos por el suelo para encajar la suave cadena en mis manos.

Se deslizaba por mis dedos.

-Vamos. – Exigió Adam cuando salió del bar, pasándose su brazo por la boca, limpiándosela de agua.

Alison se sobresaltó y se puso de pie cerrando la mochila y dándosela al chico de mala manera.

Yo continuaba agachada agarrando ese curioso colgante.

-_____. – Mi amiga pronunció mi nombre agachándose a mi altura. Posó sus ojos en los míos. – Ya hemos recogido todo, vamos. 

Ladeé mi cabeza entrelazando fuerte el colgante entre mis dedos para guardarlo sin que me lo viese Alison. Pero fue un intento fallido.

-¿Qué tienes ahí? – Preguntó curiosa.
-Nada.
-Eh, vamos. – Metió prisa Adam, acercándose a nosotras.

Me puse de pie y erguida mientras colocaba de nuevo la mochila sobre mis hombros.

Fue ese momento el que aprovechó Alison para quitarme el colgante de las manos.

-¡Ajá! – Exclamó. – Lo tengo.

La chica lo inspeccionó bajo mi atenta mirada.

-Alison, dámelo.
-Es precioso. ¿De quién es? – Preguntaba la chica.

La mirada de Adam, que se encontraba a mi derecha, fue directa hacia el colgante que todavía permanecía en las manos de mi amiga.

-¿Qué coño hacéis con eso? – Exclamó bruscamente el chico, intentando quitar el colgante de las manos de Alison.

Ésta le esquivó y puso la mano a la altura de su cabeza, así que aproveché para arrebatárselo.

-Dame eso, ____. –Ahora Adam me insistía a mí.
-¿Qué pasa? – Preguntaba yo, inocente.
-No tiene gracia. Esto es peligroso.
-Todo lo que tiene que ver contigo es peligroso, Adam. – Añadió su hermana.

Apreté con todas mis fuerzas el colgante en mi mano. No quería soltarlo por nada de mundo.

-Ese colgante es de Tomlinson. – Informó Adam. – Como se entere de que lo tienes tú te matará.

Mi cara se descuadró cuando escuchó pronunciar esas palabras al chico. De cierta manera, mi interior sabía que ese colgante tenía algo que ver con Louis, pero no se dio totalmente cuenta hasta que Adam lo confirmó.

-Dámelo. – Exigía el chico.
-Lo he encontrado yo. – Me negaba.
-Tenemos que devolvérselo.
-Adam, ya me encargo yo.
-¿Estás loca? ¿Irás a El Foco para dárselo? ¡Ni siquiera le conoces!

Miré de nuevo el colgante mientras el chico me exclamaba eso. Mi corazón apresurado y mi pecho subiendo y bajando sobresaltado de la información que acababa de recibir.

-Sí. – Contesté al fin, decidida.
-¿____? – Preguntó Alison confundida. -¿Estás hablando enserio?

Levanté mi mirada a través de los mechones de pelo y miré a Alison y a Adam, que seguían juntos esperando una respuesta.

-Sí. Totalmente. Lo encontré yo, se lo entregaré yo.
-¡Estás loca! – Exclamó Adam posando sus manos en su nuca y alejándose de nosotras.

Alison me miró levantando las cejas, esperando un arrepentimiento de mi decisión.

-¿Enserio vas a regresar ahí? No pareció gustarte mucho.
-Lo haré.

Sonreí a Alison en forma de despedida e ignoré a Adam que continuaba la calle alejado de nosotras.

Emprendí mi camino por ese callejón que llevaba a mi casa. No soltaba el colgante de mis manos, ni siquiera un segundo. Era de él. Tenía algo de él. Y esa era la excusa perfecta para volverle a ver.

Pero, ¿Por qué ese chico había despertado tanta curiosidad en mí? ¿Tanta necesidad de saber más de él?

****

Guardaba por último el colgante en uno de los bolsillos de mi bolso. Mis manos temblaban a la vez que yo esperaba ansiosa de que el taxi apareciese en la puerta de mi casa.

Mis padres estaban trabajando, con lo cual no se darían cuenta de mi breve marcha.

Cogí aire, lo solté, y abroché el bolso para bajar a la puerta principal.

Ni diez minutos tardó el taxista. Paró en mi puerta y yo salí, aún pensando si había hecho bien en atreverme a llevar el colgante a ese tal Louis.

Me auto convencí, ¿No era lo que quería?

-¿A dónde, señorita?

El taxista me miró por el retrovisor cuando tomé asiento en la parte trasera del vehículo. Mi pelo completamente alisado se interponía, como de costumbre, en mi cara.

-A El Foco, por favor.

El hombre abrió los ojos exageradamente y aclaró su garganta.

-Eso será bastante dinero, señorita. Está en la otra punta de la ciudad. Lo sabe, ¿no?
-Claro, pero no importa. Vamos.

El hombre arqueó las cejas antes de quitar el freno de mano y comenzar a mover el vehículo en dirección a esa temida zona de la ciudad.

Parecía que ningún habitante se abstenía de esa información. Parecía estar todo el mundo perfectamente informados sobre la peligrosidad que habitaba en ese rincón tan oscuro de la ciudad.

El hombre condujo hasta El Foco ayudado de mi insistente seguridad. Siendo sincera, ni si quiera yo sabía de dónde había salido esa clara decisión de llegar hasta ese extremo. Ese chico había despertado algo en mí, algo que pedía más y más, y más.

El hombre aparcó justo en el sitio donde el otro taxista se situó días antes. Me pronunció el presupuesto del que ya estaba informada, pues había estado presente cuando el otro taxista se lo había exigido a Ali.

Le cedí un billete y le pedí que se quedase el cambio. No tenía tiempo que perder.

Abandoné el vehículo y atravesé las mismas calles, intentando no perderme o no meterme en la dirección equivocada.

Ahí estaba de nuevo. Al final del destrozado callejón. Era real cuando decían que ese rincón de la ciudad no veía la luz, pues eran las cinco de la tarde y apenas había luz. Simplemente los rayos tenues que terminaban dando a los altos y mal cuidados rascacielos que envolvían ese sitio.

Mi vista de nuevo mirando el centro de ese sitio, en el cual se encontraba menos cantidad de gente, pero aún así, en las mismas situaciones. Casi todos estaban bebiendo o drogándose, o simplemente tratando de ganarse algo de dinero traficando.

Pasé mi vista por todos los lados de ese sitio, buscando al dueño del colgante, pero no había rastro de él.

No podía negar que los rugidos intimidantes de las motos me asustaban, pero aún así, ya había llegado hasta aquí, ahora no podía echarme para atrás.

Tampoco sería tan difícil; Buscaría a ese chico, le daría el colgante y me volvería a mi casa. ¿Acaso no era lo que llevaba buscando todo el fin de semana?

Emprendí dirección a la esquina donde encontré a ese chico, quizás más para allá de ella siguiese viendo sitios en donde encontrarle.

Alguien aceleró el motor de su moto, cosa que hizo que pegase un leve salto sobre mí misma y me intentase refugiar en alguien o algo inexistente.

Fue en ese momento en el que maldije el haber venido hasta aquí.

-¿Puedo ayudarla en algo, nena?

Casi en la misma esquina se encontraba un joven con medio rostro en sombra y medio rostro visible. 

Apoyado del lado derecho a un muro y con las piernas parcialmente cruzadas. Su mano izquierda metida en su bolsillo del vaquero y su otra mano sujetando con el índice y pulgar un cigarro.

Subí la mirada y di con esos abrillantados ojos azules, que a pesar de la débil luz, eran imposibles de no percatarse de su estancia en las facciones de ese muchacho.

-No… - Balbuceé.
-Tienes algo que me pertenece. – Impuso.

Mi respiración se contuvo en una inhalación de aire. ¿Cómo lo sabía?

-Mi colgante. – Insistía Louis, Louis Tomlinson.

Con mis ojos sin poder pestañear, abrí el bolso despacio y saqué el colgante cuidadosamente, sin quitarle la mirada ni un segundo.

El chico daba caladas a su cigarro seguro de sí mismo, sabiendo que tenía total control sobre mí.

Tendí mi brazo tembloroso ofreciéndole el colgante que estaba enrollado en mi mano.

Louis tiró el cigarro al suelo, esta vez sin pisarle, y se acercó a mí dejando ver su rostro totalmente a la poca luz. Su flequillo permanecía en su frente, pero esta vez algo más recogido, por lo que se podía ver más claramente el leve corte en su ceja izquierda.

Mi mano no cesaba de temblar y maldecía el momento en el que me había atrevido a pisar de nuevo este sitio. Sola.

El chico examinó con la mirada mi brazo temblar inconscientemente. Después, soltó una leve carcajada y tomó mi mano con las dos grandes suyas.

La acarició con sutileza. Me estremecí. Ahora estaba abriendo mis dedos para adueñarse de nuevo del colgante.

El chico no paraba de mirarme a los ojos, mientras yo estaba pendiente de lo que intentaba hacer con mi mano.

Al fin se adueñó  del colgante, el cual repasó un par de veces con la mirada.

-Sabía que vendrías a devolvérmelo. – Musitó convincente.

Mis ojos pestañearon al compás que mi cabeza ladeaba intentando volver a la realidad.

-¿Cómo sabías que lo tenía yo? – Pregunté.
-Sabía que lo cogerías tú.

El chico sonrió y me tendió de nuevo su mano con el colgante en el interior. Señaló con las cejas a éste, sonriente.

Yo me encontraba examinando las descuidadas manos que tenía ese chico. Estaban llenas de golpes.

-Pónmelo, vamos. – Exigió.

El chico insistió con la mano hasta que yo abandoné mi estado de shock. Mis manos temblaban y algo me decía que no tenía que hacerle caso, pero sin embargo, un acto reflejo cazó el colgante y lo abrió para encajarlo en su cuello.

Se puso de espaldas a mí, agachándose un poco, y aprovechó ese momento para sacarse un cigarro de su bolsillo y prenderlo fuego.

Me estremecí cuando mis nudillos entraron en un leve contacto con su cuello. Encajé el enganche del colgante y dejé que se posase en su pecho.

De nuevo retomó su altura normal y se giró para mirarme.

-¿Quieres? – Preguntó con la voz ronca.

Mi constante estado de nerviosismo hacía que la información tardase más de lo normal en llegar a mi cerebro.

-No, gracias.
-Te veo nerviosa.
-Este sitio es nuevo para mí.
-Parece gustarte. En tres días has venido dos veces.
-Esta última ha sido por compromiso.
-No tenías por qué habérmelo dado tú. Adam podía haberlo hecho.
-Bue…no…

Mi forma de balbucear sacó una sutil sonrisa al chico. Dio una fuerte calada al cigarro y soltó el humo en mi cara, haciendo desplazar mi pelo hacia atrás.

-¿Estás segura de que no quieres? Te tranquilizará. – Añadió el chico.

Mi garganta comenzó a aclararse cuando se interpuso el humo que acababa de respirar gracias a ese chico. 

-Una calada solo.  – Insistía.

Su enorme mano se tendió en mi dirección ofreciéndome el cigarro. Mi vista parecía estar nublándose, pero mi mano se dirigía hacia la colilla.


-Vamos. – Me animaba.


PD. Lectoras de Appeared, leeros esto, por favor :) http://www.twitlonger.com/show/n_1rlcj42


1 comentario:

  1. Asdfghjklñasdfghjklñ
    Impresionante
    Escribes... Dios.... Impresionante...
    Besos <3

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