-¿____?
La voz de mi
amiga hizo que mi cabeza se agitase en dirección a la llamada.
La miré como
tenía el rostro cansado y enfadado, con el ceño muy fruncido, al lado de Adam
que se miraba los nudillos pasando suavemente las yemas de los dedos de la otra
mano por ellos.
-Voy. – Pronuncié
mientras bajaba sutilmente la bandolera.
Devolví la
mirada que mantenía fija al lugar donde estaba Louis Tomlinson. Ya no había
rastro de él.
¿Cómo? No le vi ni siquiera desaparecer.
Llegué al
lado de Adam y Alison que se mantenían fríos y enfadados entre sí. Nos quedaban
apenas diez metros para llegar al lugar donde minutos antes encontré a Louis.
-Ten. –
Ofrecí la bandolera a Ali.
-Gracias. –
Pronunció ella.
-Voy a
entrar un segundo al bar, necesito lavarme las manos. – Informó Adam soltando
bruscamente la mochila contra el suelo. Ésta se abrió y cayeron todos los
libros y apuntes seguramente al azar, al suelo.
Alison le
miró con desprecio, pero el chico la ignoró y continuó su camino hacia el bar,
el que curiosamente estaba en el muro donde las botas militares de Tomlinson
habían estado apoyadas.
Mi amiga se
agachó a recoger todo el desorden que habían creado los libros tendidos sobre
la acera.
-No puedo
entenderle. – Se quejaba Alison mientras recogía los libros.
-Espera, te
ayudo. – Me ofrecí.
Me agaché a
ayudar a mi amiga a meter de nuevo todo en la mochila de Adam.
-Por más que
hablo con él no le hago entrar en razón. Siempre me prometo que será la última
vez que le detenga, pero nunca es la definitiva.
Escuchaba la
alejada voz de Alison en mi cabeza quejándose de todo lo que hacía por su
hermano. Sin embargo, mi mirada y mi atención se centraban en otra cosa.
Debajo de
todos esos papeles yacía un cigarro consumido totalmente y pisado con una gran
marca de zapato en él. Al lado, un colgante con una curiosa forma. Una T. Parecía
ser de plata, ya que la luz del sol le hacía ser resplandeciente.
Paré un
segundo de recoger todos los papeles tendidos por el suelo para encajar la
suave cadena en mis manos.
Se deslizaba
por mis dedos.
-Vamos. –
Exigió Adam cuando salió del bar, pasándose su brazo por la boca, limpiándosela
de agua.
Alison se
sobresaltó y se puso de pie cerrando la mochila y dándosela al chico de mala
manera.
Yo
continuaba agachada agarrando ese curioso colgante.
-_____. – Mi
amiga pronunció mi nombre agachándose a mi altura. Posó sus ojos en los míos. –
Ya hemos recogido todo, vamos.
Ladeé mi
cabeza entrelazando fuerte el colgante entre mis dedos para guardarlo sin que
me lo viese Alison. Pero fue un intento fallido.
-¿Qué tienes
ahí? – Preguntó curiosa.
-Nada.
-Eh, vamos.
– Metió prisa Adam, acercándose a nosotras.
Me puse de
pie y erguida mientras colocaba de nuevo la mochila sobre mis hombros.
Fue ese
momento el que aprovechó Alison para quitarme el colgante de las manos.
-¡Ajá! –
Exclamó. – Lo tengo.
La chica lo
inspeccionó bajo mi atenta mirada.
-Alison,
dámelo.
-Es
precioso. ¿De quién es? – Preguntaba la chica.
La mirada de
Adam, que se encontraba a mi derecha, fue directa hacia el colgante que todavía
permanecía en las manos de mi amiga.
-¿Qué coño
hacéis con eso? – Exclamó bruscamente el chico, intentando quitar el colgante
de las manos de Alison.
Ésta le
esquivó y puso la mano a la altura de su cabeza, así que aproveché para
arrebatárselo.
-Dame eso,
____. –Ahora Adam me insistía a mí.
-¿Qué pasa?
– Preguntaba yo, inocente.
-No tiene
gracia. Esto es peligroso.
-Todo lo que
tiene que ver contigo es peligroso, Adam. – Añadió su hermana.
Apreté con
todas mis fuerzas el colgante en mi mano. No quería soltarlo por nada de mundo.
-Ese
colgante es de Tomlinson. – Informó Adam. – Como se entere de que lo tienes tú
te matará.
Mi cara se
descuadró cuando escuchó pronunciar esas palabras al chico. De cierta manera,
mi interior sabía que ese colgante tenía algo que ver con Louis, pero no se dio
totalmente cuenta hasta que Adam lo confirmó.
-Dámelo. –
Exigía el chico.
-Lo he
encontrado yo. – Me negaba.
-Tenemos que
devolvérselo.
-Adam, ya me
encargo yo.
-¿Estás
loca? ¿Irás a El Foco para dárselo? ¡Ni siquiera le conoces!
Miré de
nuevo el colgante mientras el chico me exclamaba eso. Mi corazón apresurado y
mi pecho subiendo y bajando sobresaltado de la información que acababa de
recibir.
-Sí. –
Contesté al fin, decidida.
-¿____? –
Preguntó Alison confundida. -¿Estás hablando enserio?
Levanté mi
mirada a través de los mechones de pelo y miré a Alison y a Adam, que seguían
juntos esperando una respuesta.
-Sí.
Totalmente. Lo encontré yo, se lo entregaré yo.
-¡Estás
loca! – Exclamó Adam posando sus manos en su nuca y alejándose de nosotras.
Alison me
miró levantando las cejas, esperando un arrepentimiento de mi decisión.
-¿Enserio
vas a regresar ahí? No pareció gustarte mucho.
-Lo haré.
Sonreí a
Alison en forma de despedida e ignoré a Adam que continuaba la calle alejado de nosotras.
Emprendí mi
camino por ese callejón que llevaba a mi casa. No soltaba el colgante de mis
manos, ni siquiera un segundo. Era de él. Tenía algo de él. Y esa era la excusa
perfecta para volverle a ver.
Pero, ¿Por
qué ese chico había despertado tanta curiosidad en mí? ¿Tanta necesidad de
saber más de él?
****
Guardaba por
último el colgante en uno de los bolsillos de mi bolso. Mis manos temblaban a
la vez que yo esperaba ansiosa de que el taxi apareciese en la puerta de mi
casa.
Mis padres
estaban trabajando, con lo cual no se darían cuenta de mi breve marcha.
Cogí aire,
lo solté, y abroché el bolso para bajar a la puerta principal.
Ni diez
minutos tardó el taxista. Paró en mi puerta y yo salí, aún pensando si había
hecho bien en atreverme a llevar el colgante a ese tal Louis.
Me auto
convencí, ¿No era lo que quería?
-¿A dónde,
señorita?
El taxista
me miró por el retrovisor cuando tomé asiento en la parte trasera del vehículo.
Mi pelo completamente alisado se interponía, como de costumbre, en mi cara.
-A El Foco,
por favor.
El hombre
abrió los ojos exageradamente y aclaró su garganta.
-Eso será
bastante dinero, señorita. Está en la otra punta de la ciudad. Lo sabe, ¿no?
-Claro, pero
no importa. Vamos.
El hombre
arqueó las cejas antes de quitar el freno de mano y comenzar a mover el
vehículo en dirección a esa temida zona de la ciudad.
Parecía que
ningún habitante se abstenía de esa información. Parecía estar todo el mundo
perfectamente informados sobre la peligrosidad que habitaba en ese rincón tan
oscuro de la ciudad.
El hombre condujo
hasta El Foco ayudado de mi insistente seguridad. Siendo sincera, ni si quiera
yo sabía de dónde había salido esa clara decisión de llegar hasta ese extremo.
Ese chico había despertado algo en mí, algo que pedía más y más, y más.
El hombre
aparcó justo en el sitio donde el otro taxista se situó días antes. Me pronunció
el presupuesto del que ya estaba informada, pues había estado presente cuando
el otro taxista se lo había exigido a Ali.
Le cedí un
billete y le pedí que se quedase el cambio. No tenía tiempo que perder.
Abandoné el
vehículo y atravesé las mismas calles, intentando no perderme o no meterme en
la dirección equivocada.
Ahí estaba
de nuevo. Al final del destrozado callejón. Era real cuando decían que ese
rincón de la ciudad no veía la luz, pues eran las cinco de la tarde y apenas
había luz. Simplemente los rayos tenues que terminaban dando a los altos y mal
cuidados rascacielos que envolvían ese sitio.
Mi vista de
nuevo mirando el centro de ese sitio, en el cual se encontraba menos cantidad
de gente, pero aún así, en las mismas situaciones. Casi todos estaban bebiendo
o drogándose, o simplemente tratando de ganarse algo de dinero traficando.
Pasé mi
vista por todos los lados de ese sitio, buscando al dueño del colgante, pero no
había rastro de él.
No podía
negar que los rugidos intimidantes de las motos me asustaban, pero aún así, ya
había llegado hasta aquí, ahora no podía echarme para atrás.
Tampoco
sería tan difícil; Buscaría a ese chico, le daría el colgante y me volvería a
mi casa. ¿Acaso no era lo que llevaba buscando todo el fin de semana?
Emprendí
dirección a la esquina donde encontré a ese chico, quizás más para allá de ella
siguiese viendo sitios en donde encontrarle.
Alguien
aceleró el motor de su moto, cosa que hizo que pegase un leve salto sobre mí
misma y me intentase refugiar en alguien o algo inexistente.
Fue en ese
momento en el que maldije el haber venido hasta aquí.
-¿Puedo
ayudarla en algo, nena?
Casi en la
misma esquina se encontraba un joven con medio rostro en sombra y medio rostro
visible.
Apoyado del lado derecho a un muro y con las piernas parcialmente
cruzadas. Su mano izquierda metida en su bolsillo del vaquero y su otra mano
sujetando con el índice y pulgar un cigarro.
Subí la
mirada y di con esos abrillantados ojos azules, que a pesar de la débil luz,
eran imposibles de no percatarse de su estancia en las facciones de ese
muchacho.
-No… -
Balbuceé.
-Tienes algo
que me pertenece. – Impuso.
Mi
respiración se contuvo en una inhalación de aire. ¿Cómo lo sabía?
-Mi
colgante. – Insistía Louis, Louis Tomlinson.
Con mis ojos
sin poder pestañear, abrí el bolso despacio y saqué el colgante cuidadosamente,
sin quitarle la mirada ni un segundo.
El chico
daba caladas a su cigarro seguro de sí mismo, sabiendo que tenía total control
sobre mí.
Tendí mi
brazo tembloroso ofreciéndole el colgante que estaba enrollado en mi mano.
Louis tiró
el cigarro al suelo, esta vez sin pisarle, y se acercó a mí dejando ver su
rostro totalmente a la poca luz. Su flequillo permanecía en su frente, pero
esta vez algo más recogido, por lo que se podía ver más claramente el leve
corte en su ceja izquierda.
Mi mano no
cesaba de temblar y maldecía el momento en el que me había atrevido a pisar de
nuevo este sitio. Sola.
El chico
examinó con la mirada mi brazo temblar inconscientemente. Después, soltó una
leve carcajada y tomó mi mano con las dos grandes suyas.
La acarició
con sutileza. Me estremecí. Ahora estaba abriendo mis dedos para adueñarse de
nuevo del colgante.
El chico no
paraba de mirarme a los ojos, mientras yo estaba pendiente de lo que intentaba
hacer con mi mano.
Al fin se
adueñó del colgante, el cual repasó un
par de veces con la mirada.
-Sabía que
vendrías a devolvérmelo. – Musitó convincente.
Mis ojos
pestañearon al compás que mi cabeza ladeaba intentando volver a la realidad.
-¿Cómo
sabías que lo tenía yo? – Pregunté.
-Sabía que
lo cogerías tú.
El chico
sonrió y me tendió de nuevo su mano con el colgante en el interior. Señaló con
las cejas a éste, sonriente.
Yo me
encontraba examinando las descuidadas manos que tenía ese chico. Estaban llenas
de golpes.
-Pónmelo,
vamos. – Exigió.
El chico
insistió con la mano hasta que yo abandoné mi estado de shock. Mis manos
temblaban y algo me decía que no tenía que hacerle caso, pero sin embargo, un
acto reflejo cazó el colgante y lo abrió para encajarlo en su cuello.
Se
puso de espaldas a mí, agachándose un poco, y aprovechó ese momento para
sacarse un cigarro de su bolsillo y prenderlo fuego.
Me estremecí
cuando mis nudillos entraron en un leve contacto con su cuello. Encajé el
enganche del colgante y dejé que se posase en su pecho.
De nuevo
retomó su altura normal y se giró para mirarme.
-¿Quieres? –
Preguntó con la voz ronca.
Mi constante
estado de nerviosismo hacía que la información tardase más de lo normal en
llegar a mi cerebro.
-No,
gracias.
-Te veo
nerviosa.
-Este sitio
es nuevo para mí.
-Parece
gustarte. En tres días has venido dos veces.
-Esta última
ha sido por compromiso.
-No tenías
por qué habérmelo dado tú. Adam podía haberlo hecho.
-Bue…no…
Mi forma de
balbucear sacó una sutil sonrisa al chico. Dio una fuerte calada al cigarro y
soltó el humo en mi cara, haciendo desplazar mi pelo hacia atrás.
-¿Estás
segura de que no quieres? Te tranquilizará. – Añadió el chico.
Mi garganta
comenzó a aclararse cuando se interpuso el humo que acababa de respirar gracias
a ese chico.
-Una calada
solo. – Insistía.
Su enorme
mano se tendió en mi dirección ofreciéndome el cigarro. Mi vista parecía estar
nublándose, pero mi mano se dirigía hacia la colilla.
-Vamos. – Me
animaba.
PD. Lectoras de Appeared, leeros esto, por favor :) http://www.twitlonger.com/show/n_1rlcj42
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ResponderEliminarImpresionante
Escribes... Dios.... Impresionante...
Besos <3