Miraba aún
con ganas de saber qué pasaba en esas calles oscuras, las que guardaban lo que
acababa de pasar.
Bob estaba
totalmente aturdido, mientras que Adam salía ya vestido de calle y sin ese
estúpido uniforme.
Ahora
recordaba entre esas turbias miradas, esa frase que me mencionaba Louis en la
carta.
“El destino
es caprichoso”
Y lo era.
Louis de
nuevo se tumbó en el asfalto, dejando las rodillas parcialmente dobladas y
poniéndose la mano en el abdomen en forma de queja.
Bob se puso
de pie y se colocó en la cabeza de Louis, cogiéndole de la nuca con las manos.
Incorporó su cuerpo y Louis no hizo mucha fuerza para impedirlo. Debía de estar
exhausto y agotado.
Abrió de
nuevo los ojos y abandonó ese gesto de dolor e impotencia que estaba reinando
en él desde que le encontré ofreciéndole esa brutal paliza al hombre.
Parecía que
la mirada de complicidad que tan presente estaba en nosotros, no existía.
-Vamos al
hospital, jovencito. – Dijo Bob.
El hombre
cogió de la muñeca la mano derecha de Louis y rodeó con ella su cuello.
Sin soltarle
del brazo, colocó la otra mano que le sobraba en la cintura de Louis y el chico
apoyó todo su peso en el hombre, gruñendo.
Bob me miró.
-En cuanto
me asegure de que Louis está bien, pienso hablar contigo. – Me dijo. – Quiero saber
todo sobre lo que acaba de pasar y quien es el responsable, ¿Está claro?
Las palabras
de Bob parecían ser una exigencia totalmente.
-Esas
personas no van a quedar libres mientras yo pueda evitarlo. – Añadió.
Fruncí el
ceño y vi como comenzaron a caminar. Louis no me volvió a mirar desde que
estaba tendido en el suelo, y la soledad en mi interior parecía estar en pleno
resplandor.
Vi como los
dos se alejaban, Bob haciendo fuerza para que Louis no se desplomase.
-¿Qué
narices ha pasado? – Preguntó desconcertado Adam.
Le miré y,
por un momento, decidí tomarme toda esta absurda información a risa.
Solté una carcajada
incoherente. No cuadraba para nada en esta situación.
Miré a Adam
que fruncía el ceño y me miraba expectante, diría asustado.
Hacía
tantísimo que no nos veíamos. En ese momento me pregunté si Alison sabía que su
hermano tenía un trabajo, y que parecía haber asentado algo la cabeza.
¡Mierda! Se
me olvidó decírselo cuando hablamos.
Cogí aire y
la carcajada disminuyó cuando comencé a pensar en el pasado, cosa que no debía
hacer en un momento como este.
Adam se
acercó a mí y posó sus finos dedos en mi barbilla, haciendo que mi cara girase.
Fruncí el
ceño y recordé esa mirada fría y violenta de Louis, pidiéndome que me fuese. No
pude contenerme y mis ojos comenzaron a cristalizarse, mientras observaba el
rostro de Adam asustado por el fuerte golpe de mi mentón.
-¡¿Qué
diablos os ha pasado, _____?! – Me preguntó. – Tiene muy mala pinta.
-Solo es un
golpe. – Dije, sollozando.
Los ojos del
chico viajaron hasta los míos. Miré rápidamente la final de la calle para
evitar su mirada, y vi como Bob forcejeaba en su coche para meter a Louis
dentro. El chico con cuidado se adentró, y Bob rodeó corriendo el vehículo
metiéndose en él.
Sentí una
lágrima salir de mis ojos y escurrir por mi cara hasta llegar a mis labios. Los
junté para saborear la sustancia salada que desprendía mi cuerpo demostrando lo
abatida que me encontraba.
Tenía que
asimilar mucha información y me sentía mal. Muy mal.
Estaba con
el mejor amigo del pasado de Louis, mirándome y quizás tratando de decirme algo
para consolarme.
Me sentía
como un ser sin fuerzas, como una marioneta que está siendo manejada por
alguien no lo suficientemente ágil para mantenerla.
Vi como Adam
tragaba saliva y le miré siendo consciente de que de nuevo las lágrimas
abandonaban mis ojos.
-No llores,
por favor… - Musitó, casi sin fuerzas.
Aspiré aire
por mi nariz y vi como la mano de Adam rebuscaba algo dentro de su bolsillo de
la chaqueta. Segundos después, el chico me tendió un paquete de pañuelos. Le
sonreí agradecida y saqué uno, devolviéndole el paquete.
Limpié mi
rostro y mi nariz y de nuevo vi lo preocupado que estaba ese chico. No se
merecía pagar los platos rotos de mi relación con Louis.
-Adam, no
hace falta que me lleves a casa. – Dije. – Pediré un taxi.
-Claro que
no te llevaré a casa. – Dijo. – Te llevaré al hospital. Alguien tiene que verte
ese golpe. Quizás haya afectado a la mandíbula.
Las palabras
eran totalmente coherentes y maduras. ¿También habría dejado el pasado Adam
atrás? ¿Qué sería de él? ¿Sabría que Liam está saliendo con su ex? ¿Sabría que
jamás llegué a saber lo que quería decirme en esa llamada?
-Además,
creo que Louis y tú tenéis una conversación pendiente.
-Sí. –
Afirmé.
El chico
sonrió y, de repente, arropó mi cuello con sus brazos y atrajo mi cuerpo a su
torso. Me estaba abrazando.
Olía muy
bien, demasiado bien.
-Sé que no
soy Alison pero aún así creo que puedo consolarte. – Dijo.
El abrazo
hizo que rompiese más a llorar y que quisiese hundirme más en la miseria, pero
aún así, me hizo sonreír.
Sin embargo,
me sentía odiosa por dentro. Había confiado en un hombre ofreciéndole una vida
diaria, queriéndole y dándole lo mejor de mí. Había confiado en que Josh sería
el hombre que de verdad quería y que merecía compartir su vida con la mía.
Había apostado por un futuro con él.
Pero, esa noche me di cuenta de que jamás puedes confiar en las personas por mucho
que creas conocerlas. Jamás podría pensar que Josh fuese capaz de llegar a ese extremo,
y sin embargo, llegó.
Adam se alejó
de mí y me hizo un gesto con la cabeza para que nos dirigiésemos a su coche.
Ambos comenzamos
a andar y yo, totalmente aturdida intentando comprender que lo que acababa de
vivir no había sido una pesadilla, sino que era realidad.
Los
escalofríos se apoderaban de mí al pensar al extremo que había llegado Josh.
¿Qué coño pretendía?
Llegamos al
coche de Adam y él lo abrió. Me monté en el asiento del copiloto, con los
labios temblando y un nudo angustioso en el estómago.
Arrancó el
motor y puso el coche en dirección quién sabe dónde.
-Seguro que
habrán ido al hospital más cercano. – Dijo, pareciendo que sabía lo que estaba
pensando.
-Supongo. –
Añadí.
Abracé mi cuerpo
con mis brazos y me estremecí cuando recordé la brutal paliza que estaban dándole
esos dos desgraciados a Louis.
-No lo
pienses. – Interrumpió Adam mis pensamientos. – Sé que no es lo mejor.
De nuevo
Adam parecía haber escuchado mis pensamientos. Giré el labio arrepentida y
abracé mi cuerpo con más fuerza.
-¿Sabes algo
de mi hermana? – Preguntó.
-Sí.
-Lo arreglasteis,
¿no?
Asentí con
la cabeza y vi como a él se le dibujaba una sonrisa repentina en el rostro. Parecía
tan mayor desde la última vez que le vi…
-Sabía que
lo haríais. – Dijo.
-Éramos
amigas de verdad, y supongo que pase lo que pase, siempre seremos amigas.
-Claro.
Media
sonrisa ahora decoraba su rostro. Miré hacia el suelo y de nuevo me invadí en
mis pensamientos, pero por poco tiempo.
Bajé el
espejo del techo del coche y me observé el golpe. Estaba inflamado y morado.
Pasé suavemente la punta de los dedos por el golpe, pero me dolía. Absorbí aire
con los dientes y retiré lo más rápido que pude los dedos.
-Cuando os
vi en el restaurante… Fue increíble. – Informó.
Su gran mano
rodeaba el grueso volante que giraba en dirección a algún sitio que Adam
conocía.
Subí el
espejo al techo del coche de nuevo, y me acomodé en el asiento, escuchando a
Adam.
-Sentí como
si me devolviesen parte necesario de mi pasado. Como si me devolviesen escenas
increíbles.
Qué raro. Lo
que era increíble para Adam, para el resto de nuestro entorno era horrible. Sonreí
al recordarlo.
-Me acuerdo
cuando nos quedábamos Judith, tú, Louis y yo juntos. – Adam rió. – Era tan
increíble…
Sonreí sin
saber qué decir.
-Por cierto,
¿Sabes algo de ella? – Preguntó.
-Sí. –
Contesté. – Tiene novio.
Su labio se
giró y el rostro cambió por completo. Pareció no sentarle demasiado bien.
-Os he
echado de menos. – Confesó.
-Nosotros a
ti también, Adam. – Le contesté.
-Todo fue
tan rápido…
-¿Puedo
preguntar por qué te fuiste?
El chico
soltó una pequeña carcajada sarcástica y apretó más fuerte el volante. Por un
momento me recordó a Louis.
Oh, Louis.
En cuanto pensé eso un nudo en el estómago me apretó tanto que me oprimió todos
mis órganos.
Suspiró y
apretó su mandíbula.
-Esa noche
que discutisteis, llamé a Louis. Había una pelea increíble organizada y pintaba
genial la noche. Llamaron a la policía y Judith se quería ir a casa, no quería
meterse en ese tipo de líos. Yo me negué, iba demasiado borracho. Ella no paraba de cogerme
del brazo intentando llevarme a casa y controlarme, pero un arrebato me llevó a
que la diese un bofetón por su insistente e insoportable comportamiento. Desde ahí no volví a saber nada de ella.
Fruncí el
ceño invadiéndome en la historia. Vaya…
-Y luego conocí a Rebeca. Una chica rubia con ojos verdes impresionantes, y, me dejé
llevar por la rabia. Me acosté con ella otra de las muchas noches que me sentía
solo. Louis ya no venía a El Foco, desapareció de repente. Y bueno, Judith era
entendible que no me quisiese ver. Estaba solo. – Paró el coche en un semáforo
y aprovechó para mirarme. - Me refugiaba en El Foco y los pocos amigos que
tenía ahí. Conocidos demasiados, pero amigos en los que confiar, ninguno. – De
nuevo aceleró y puso de nuevo el vehículo en marcha. – Un mes después de esa
noche, no recuerdo bien de qué día, me enteré de que Rebeca estaba embarazada. Mi
estado de ánimo y mi nivel de vida eran míseros. Pobres. Inexistentes. No tenía
ninguna meta, ninguna razón para seguir adelante. Estaba hundido en mí mismo y
me sentía sumamente mal… Y eso de que Rebeca estuviese embarazada, me hundió más. Pero era algo que me tocaba asumir. Había tenido un
despiste y dejé embarazada a una chica que tenía una situación completamente
diferente a la mía. Ambos sabíamos que éramos culpables y yo, quizás, me di
cuenta de que ella podría ser la persona que me sacase de mi pozo y de mi
mísera y solitaria vida. Rebeca y yo nos escapamos para empezar una nueva vida
juntos. No podía decirle a mi madre que iba a ser padre, ni mucho menos a mi
hermana. Tenía que hacer algo, y decidí huir Y así lo hemos hecho. Y quizás no
fuese lo correcto, pero en ese momento, era lo mejor. Y ahora, el pequeño Niall
ya tiene un año. Es precioso. Se parece mucho a Rebeca. Y mi meta ahora en la
vida es ofrecerle la vida como padre que yo no pude tener.
Mi boca
estaba entreabierta. La historia que me había contado me había dejado helada.
Por muchas suposiciones que pudieran llegar a pensar, jamás pensé que esa sería
la verdadera. Jamás se me pasó por la cabeza algo semejante.
-Y ahora soy feliz. – Añadió. – Quiero a Rebeca demasiado.
Y eso me hizo
crear una completa paz dentro de mí. Al menos sabía que el arriesgar y
abandonar su vida le había ayudado a encontrar la felicidad.
-Y bueno,
quizás algún día les diga a mi madre y a Alison que tengo un hijo y que vivo
con Rebeca, que todo me va genial y que he madurado en meses lo que no he
madurado en años.
-Ojalá sea
pronto, Adam. – Le dije sonriendo.
Habían pasado
el tiempo en él, cómo en mí, cómo en todos.
-Ya hemos
llegado. – Informó.
Miré por el
espejo del copiloto y observé el gran edificio con muchísimas ventanas, de
color blanco y detalles negros.
Bajamos del
coche y el frío nos rodeó en cuanto pudo.
Esperé a que
Adam rodease el vehículo y se situó a mi lado.
-Me has
sorprendido. – Informé. – Jamás pensé que tú te fueses por eso…
-Tampoco
llamaba mucho porque no tenía dinero. Antes trabajaba descargando cajas para
una frutería y no ganaba más de doscientos euros al mes. Tenía que administrar
y darle la mejor vida que pudiese a Niall.
Asentí con la cabeza comprendiendo que tenía razón. Ahora entendía todo. Adam no se había esfumado, Adam estaba ayudando a su novia y a su hijo pequeño a poder salir adelante.
Se me erizaba
la piel de solo pensarlo. Alison merecía saber esto. Aun que, en parte, ahora me alegraba de no haberla dicho nada por teléfono sobre Adam. Quizás sea él quien debe decirle todo.
Tragué
saliva mientras cruzábamos la carretera del hospital y nos adentrábamos en el
interior.
Un nudo en
el estómago se creó más intensamente cuando de nuevo, unos ojos profundamente
azules y oscuros por la rabia se vinieron en forma de flash a mi mente. Sólo
pensaba en la lluvia de puñetazos que le repartía Louis a ese hombre, ahora.
Di un
respingo en mi interior y, cerrando los ojos, intenté tranquilizarme.
-Oye,
_______. ¿Le conoces? – Me preguntó Adam dándome pequeños golpecitos con el
codo en mi estómago.
Abrí los
ojos y, mi nudo, creció más cuando vi que un chico rubio y de ojos azules venía
encaminado a mí, no muy contento.
Una mezcla entre rabia y miedo se había apoderado de mí. Sentía como si estuviese en la punta de un precipicio y estuviese con todas las papeletas para que ese alguien viniese y me empujase, impactase contra el suelo y, incluso eso, doliese menos que lo que me había hecho él.
-¿Qué haces
aquí? – Preguntó Josh.
Mi ceño se
frunció y la rabia me hervía. El chico me fue a coger la mano y yo la retiré.
-No te atrevas a tocarme, Josh. – Le pedí, con un tono estricto.
-¡¿Qué coño
haces aquí?! ¡¿Por qué me has mentido?! ¡Dime!
Las manos
del chico subieron hasta mis brazos y comenzó a agitarme el cuerpo, esperando
una respuesta.
Mis ojos
comenzaron a dilatarse. Tenía miedo. Sabía que no me iba a hacer nada, pero no
podía confiar en una persona que llamaba a tres matones para pegar una paliza
agonizante a uno de mis apoyos imprescindibles. Ni podía ni quería fiarme más de Josh. Era un completo desgraciado y alguien que rezaba porque desapareciese de mi vida.
Bueno hay una cosa que me ha descolocado, por que Lou no miro a _________, lo necesitaba!! Tia.. parecía tonta leyendo, me ves en mi ordena tan tranquila vale, y de repente leo lo de que Adam llamo a su hijo Niall y se me abrieron los ojos y me di una torta en la frente en plan de.. no me puedo creer q le hayas llamado Niall :') es increible como has continuado la historia en serio.GUAU adam con mujer e hijos.. qiien lo diria? Gracias por todo mi niña PD: Josh es un hijo de su madre...
ResponderEliminarSolo te diré que esta historia esta perfecta..... La acabo de empezar a leer ayer y pues no pude dejar de leer obvio hasta ahora
ResponderEliminarPor favor, sube pronto, necesito leer el siguiente. Awwww es que me encanta <3
ResponderEliminar