[Terminada] El destino es caprichoso y más cuando se trata de algo como lo que pasará entre ______ y Louis Tomlinson. Una relación del pasado rápida, alocada, peligrosa que le llevó a ser quien no era. Todo acabó, pero no para siempre. Ambos estaban equivocados cuando prometieron no volver a verse.

jueves, 24 de octubre de 2013

Capítulo 59.

Estoy totalmente destrozada.

Las lágrimas llevan bañando mi rostro desde que él bajó por esas escaleras, y la soledad de una casa, junto a una hipoteca y con un montón de angustia entre esas paredes, me pueden.

Continúo mirando a los folios en la mesa del salón, e intento no hacer mucho caso a mi mente, que me culpa por no haber sido coherente y no haber entendido que de verdad me costaría hacerme a la idea de seguir sin él.

Estaba segura dentro de mí de que esto saldría bien, que cuando él viese lo que he llegado a hacer, cambiaría su opinión y volvería, pero parece que eso no ha sido así.

Resoplo y limpio con la palma de las manos las lágrimas de mi rostro.

Quiero llorar, y eso es lo que hago desde hace día y medio.

Y sí, esta noche coge un avión y se va.

Estoy intentando luchar contra viento y marea para hacerme a la idea de que posiblemente, nunca estaremos juntos.

Echo la cabeza hacia atrás y miro al techo. No quiero escribir la palabra “Fin” en los tacos de Dina, pero es lo que hay.

Sigo sin leer ni una sola palabra, excepto las que leí echando ese vistazo, a lo que escribió Louis.

Sigo sin saber qué sintió o qué puede llegar a sentir aún, cosa que me consuela, porque espero que me siga queriendo la mitad que yo a él.

Por un momento, me recuerdo a Josh y me da un escalofrío. ¿Qué será de él? Encojo mis hombros y suelto de mala gana el bolígrafo.

No, no puedo hacerlo. Ni quiero. No quiero que este sea el fin.

¿Y todo eso? ¿Todo lo nuestro? ¿De verdad el beso del pasillo sería el último?

Cierro los ojos y veo como mi mente se nubla y no quiero.

Retiro la silla y me levanto, yendo hacia la televisión y poniendo el canal de la radio.

Música romántica que te deprime. Lo último que querría escuchar, es lo único que hay a estas horas.

De nuevo mis ojos se cristalizan y doy pasos pobres por todo el salón.

Me dirijo a la puerta de la terraza, que está al lado izquierdo de la televisión, y salgo.

Miro hacia abajo y veo una ciudad llena de estrés y agobio. Son las cinco de la tarde y todo el mundo regresa a sus casas de sus trabajos, cosa que yo, como siga así, jamás tendré. Y llueve. Llueve a cántaros. No me gustan nada estos días. Mi estado de ánimo está como él: Gris.

Tomo aire y me asusto cuando escucho el timbre.

Frunzo el ceño y entro de la terraza, cerrando la puerta tras de mí, y pensando en quién puede ser.

Atravieso el pasillo con los pies descalzos, unos pantalones de chándal grises algo abombados y una sudadera blanca con letras rosas.

Escucho unas voces detrás de la puerta y me extraño más. El timbre vuelve a sonar.

-Bob, no la agobies. – Escucho.

Me echo a reír. Creo que la primera vez desde hace un día y medio.

Cojo el pomo y abro la puerta, sin dudarlo.

-¡Hola, cielo! – Exclama Bob al entrar.
-Hola, cariño. – Dice mi madre, más dulcemente.
-Hola. - Musito yo.

Ambos me besan la mejilla y yo les ofrezco pasar.

-¡Pensaba que no nos ibas a invitar nunca a ver la casa! – Exclama mi madre.
-Lo siento mamá, he estado ocupada con… con todo un poco. – Excuso.

Miro a Bob que mira alrededor de él la decoración. Cuando digo eso, frunce el ceño y me mira desafiante.

-¿Seguro que has ido a clases? – Pregunta.

Mi madre le mira en forma de sorpresa, ya que Bob tiene una autoridad de padre conmigo.

-Bob… - Murmura mi madre.
-No pasa nada, mamá. – Digo sonriendo.

Cojo aire e intento disimular para que no se preocupen, no quiero que me vean mal.

-Estudio mejor en casa. – Digo definitivamente.

Mi madre sonríe y se siente satisfecha. De nuevo mira a su alrededor y se queda asombrada con la casa.

-Al final. – Indico.

Ambos empiezan a andar, pausándose para mirar las habitaciones de la casa. Al menos me distraen un poco, y lo agradezco, porque apenas quedan horas para que Louis se vaya.

Llegamos al salón y ambos toman asiento en el sofá, yo cojo una silla de la mesa y la pongo delante de ellos.

-¿Queréis algo de beber o…? – Pregunto.
-No, gracias. – Dice Bob.
-Yo tampoco. – Añade mi madre.

Les sonrío cómplice y me siento en la silla.

-¿Cómo me habéis encontrado? – Pregunto.
-Bueno, ya sabes que yo vine hace tiempo aquí… - Musita mi madre. – No en la misma situación, pero aún guardo la dirección. Y si no recuerdo mal, me dijiste que vivías donde antes vivías con Louis.

Frunzo el ceño y asiento. No me había acordado.

-Louis… - Murmura, casi susurrando Bob.

Levanto mi mirada del suelo y le miro desconcertada.

-¿Qué pasa con él? – Pregunto.
-¿Sabes que se va? – Pregunta.

Trago saliva y el nudo se me ata más fuerte aún en mi estómago. Asiento.

-¿Y qué haces aquí? – Replica Bob.
-Bob, no quiero remover más el tema. Esto es lo que hay. Él allí, yo aquí.

Tomo aire intentando aceptar la realidad, que, desgraciadamente, es esa. Y no quiero.

-¿No piensas hacer nada de verdad? – Replica.

Mi madre nos mira arqueando una ceja, sin saber muy bien qué aportar a la conversación.

-No. – Digo, cortante.
-¿Vas a dejar que se vaya? – Pregunta, incrédulo.
-Sí, Bob.

El hombre abre sus ojos y no intenta convencerme. Parece que esta vez me he mostrado mucho más segura que de costumbre, y el hombre ha parado el tema.

Miro a mi madre que tiene sus manos en las rodillas, algo incómoda.

Cojo el mando y apago la radio de la televisión. Lo vuelvo a dejar en la mesa y miro a Bob que se levanta.

-¿Dónde está el baño? – Pregunta.
-Enfrente de la primera habitación. – Digo, con la voz temblorosa.

El hombre asiente con un gesto y rodea la mesa de al lado del sofá para emprender camino al baño.

-¿Cómo estás, cielo? – Pregunta mi madre.
-Bien, mamá.
-¿Llevas bien eso de vivir sola?
-Sí, no tengo ningún problema.

Mi madre se alegra y sonríe. Yo sonrío por verla a ella.

-¿Qué es esto? – Pregunta Bob detrás de mí.

Su mano está apoyada en una de las esquinas de la mesa y yo me giro rápidamente a mi izquierda, mirando como Bob está leyendo todo lo que he escrito para Dina.

-¡Oh, Dios mío, Bob! – Exclamo.

Me levanto y voy corriendo a arrebatarle los folios.

-¿Por qué coño lo lees? ¡¿Eh?! – Exclamo.

El hombre se intimida y encoje sus hombros intimidado ante mis gritos.

-Lo… lo siento, ______.
-Bob, no comprendo por qué coño te involucras tanto en mi relación con Louis, y por qué estás tan pendiente de que todo me vaya tan bien.
-Porque me importas, y…
-No eres mi padre, Bob. Siento ser tan cruel, pero creo que estás tomando riendas y caminos que no son los correctos conmigo.

Mi madre se levanta sobresaltada a la reacción que acabo de tener con Bob y se acerca a nosotros, poniéndose en medio.

-Cielo… - Musita mi madre.

Niego con la cabeza y me arrepiento de mi comportamiento, pero no lo digo.

-No quería pretender ser demasiado involucrado, ______. – Murmura Bob.

Le miro con algo de rencor y frunzo mis labios. Asiento en modo de que acepto su excusa, y mi madre rodea el brazo de Bob, que se mantiene con las manos metidas en los bolsillos y algo frío.

-Mejor nos vamos. – Dice mi madre, conduciendo al hombre hacia la salida.

Frunzo el ceño y me arrepiento automáticamente de mi comportamiento. Él no tiene la culpa…

Les acompaño a la puerta y no me dan ningún beso ni abrazo. Salen al rellano y miro a Bob arrepentida.

-Yo solo quería que no dejases escapar a alguien que está demasiado ciego como para ver que es lo que tú necesitas… - Dice Bob. – Solo necesita que tú de verdad le hagas ver eso. Aún estás a tiempo. 

Tomo aire y, como siempre, su frase retumba en mi mente.

-Lo siento, Bob. – Digo.

Me hace un gesto con la cabeza y yo le sonrío.

-Adiós, cielo. – Me dice mi madre, besándome las mejillas.

Cierro la puerta y me miro en el espejo de la entrada.

“Aún te queda tiempo” Digo.

Muerdo mi labio y me hago una coleta con las manos. No, así no.

Me veo fea, horrorosa. Y no sólo físicamente. Emocionalmente estoy mucho peor que nunca. 

Me sigo mirando y me pregunto de veras como alguien que un día fue insignificante y que no conocías de nada, puede llegar a ser prácticamente todo. Como alguien completamente diferente a ti, puede congeniar a la perfección contigo.

Como alguien que te asegura que no te hará ningún bien, es el único bien que piensas que puede hacerte algo en este momento.

Suspiro y camino, arrastrando los pies, hasta la habitación. Miro por la ventana y a parado de llover. Quizás el bajar a comprar tabaco me venga bien.
***

Siete de la tarde. Me miro de nuevo en el espejo del pasillo en el que minutos antes me miraba. Cojo la chaqueta de chándal del perchero, y la pongo sobre mí hasta subirla al cuello. Me miro e intento sonreír mostrando felicidad, una felicidad falsa. 

Sacudo mi cabeza intentando recordar cualquier cosa asociado con Louis. No me hace ningún bien sabiendo que en horas él se irá, quizás para siempre.

Jamás me he rendido por algo tan fácilmente, pero quizás la impotencia o las ganas de que todo pase ya y poder recobrar una estabilidad, o quizás algo que me motive, pesa más que el saber que lucharé por algo que no tiene ni pies ni cabeza. Que ni la máxima de las locuras ha servido para algo.

Abro la puerta de mi casa y la cierro tras de mi, echando un par de vueltas la llave. Las guardo en el bolsillo donde tengo el dinero y bajo las escaleras despacio.

¿De verdad habrá sido buena idea quedarse a vivir en la casa donde compartí todas esas con Louis? ¿De verdad servirá torturarme y martirizarme? Creo que nunca lo he pasado tan mal por alguien, Louis se está llevando el premio.

Llego al final de las escaleras y camino unos cuantos pasos hasta llegar a la puerta del portal, donde me encuentro de frente a Dina.

Paro en seco delante de ella y me asusto.

-Lo siento. – Dice, entre risas.
-Hola, Dina. – Musito.
-¿Dónde vas?
-Iba a dar una vuelta.
-¿Con este tiempo?

Asiento.

-Espero que no cojas un resfriado.
-¿Qué haces aquí? – Pregunto, descolocada y ignorando su deseo.
-Le llevamos solo en coche. No quería que le acompañásemos dentro y…

Arqueo las cejas y agrando los ojos.

-¿Ya está en el aeropuerto? - Pregunto.
-Sí. Bueno, desde hace alrededor de una hora.

Llevo mis manos a la cabeza y empiezo a pensar que todo esto me queda demasiado grande. Desesperación e impotencia, todo en un cumulo de sentimientos que no sé como exactamente describir. Mi pecho me duele al respirar y mi estómago se ha cerrado, como si mi cuerpo no aceptase ningún alimento. 

-Espero que todo le vaya bien... - Musito.
-¿No te has despedido de él?
-Oh, vamos, Dina. Le he comprado una casa y eso no ha sido suficiente. Creo que ya es hora de que le deje en paz y ambos retomemos nuestras vidas de antes, ¿no?
-Recuerda todo lo que te dije el día que me presenté en tu casa...
-Que me haya querido en un pasado o que me quiera ahora, no tiene que ver con esto. Él piensa que lo mejor es estar separados y no puedo hacer nada al respecto.
-Luchar. Aún estás a tiempo.

Otra persona que me recuerda que aún estoy a tiempo. Maldita sea, ¿En qué hora habré bajado a por tabaco? No quería que nadie más me hablase del tema, ni quería que nadie más me recordase que el amor de mi vida se iba a ir en cuestión de minutos de mi país, y que no le volvería a ver en mucho tiempo. 

¡Joder! Esto duele más de lo que pensaba. Creo que es amor. ¿Es amor? No lo sé. Pensaba que estaba enamorada de Louis, pero esto ya sobrepasa los límites.

-Y, venga. Dime algo más convincente que "A dar una vuelta". ¿A dónde ibas? - Pregunta Dina al saber que no la iba a contestar a lo de antes.
-A por tabaco. - Contesto, firme.

Su rostro es sorprendido y yo la miro indiferente, fuerte. Sin embargo, me recuerdo a mí misma que el tabaco comparado con Louis no es nada letal. 

-Bueno, supongo que no irás a despedirte de él...
-No. - Sigo negándome. - Ya te lo he dicho, Dina.
-¿Y si así ganas algo? Aveces las personas necesitamos que hasta el último momento se intente.
-No voy a ganar nada, sólo perder el tiempo, como lo he estado haciendo todos estos días.
-Pero, ¿No te das cuenta? Tienes horas, _______. Un último esfuerzo, un último tirón, el sprint del final. Es ahora o nunca. Todo o nada. Si no lo intentas no lo sabes.
-No, Dina. Me he rendido ya.

Salgo del portal y emprendo camino hacia el estanco. Escucho como los tacones de Dina vienen detrás de mí.

-Espera, espera. - Me ruega poniéndose a mi lado mientras me paro.
-Estoy cansada de que todos me digáis lo mismo. ¿No ves que he intentado todo lo que he tenido a mi alcance para recuperarle? ¿No has visto que nada ha servido? 
-Ahora o nunca. - Repite. - Date una última oportunidad. Un último esfuerzo. Confía en mí, y sobretodo en ti.

Cojo aire y creo que me está empezando a convencer. 

-No, Dina. - Repito.

La chica suspira y pone sus manos en mis hombros, mientras que mi rostro está más descuidado que nunca.

-Está bien. Es lo último que intento. Qué le den a Ben y a nuestro amor. Louis y tú os queréis como nadie se quiere en este mundo. ¿No te das cuenta? Es el amor más verdadero que cualquier ser humano puede ver. Joder, _______. No le dejes escapar. No quiero que te deje escapar. Le has querido más que él mismo. Merecéis estar juntos.

Me está convenciendo. No, no quiero.

-Vamos, yo me encargo de llevarte al aeropuerto. - Añade. -¡Vamos!

Sonrío picarona y asiento con la cabeza, aún sin saber por qué. 

-¿Sí? - Pregunta.
-Sí, sí... Sí.

La chica sonríe y vamos andando, apresuradamente, hacia el vehículo.

Nos montamos y arranca el vehículo.

Aún no entiendo por qué he aceptado, ni por qué voy a destrozarme más mi autoestima cuando escuche que se va y que no va a arriesgar nada por estar conmigo. Cuando vea que el miedo tiene más autoridad en él que el amor. No quiero ver como se va. Pero, como bien me ha dicho la sabiduría de Dina, quien no arriesga no gana, y yo voy a arriesgar, aun que algo dentro de mí no quiera hacerlo.

-¿Terminaste de escribir? – Pregunta, mientras vamos metiéndonos hacia la autopista.
-Supongo que estoy haciendo todo esto para que no sea el final todavía. – Digo.

Sonríe, satisfecha con mi respuesta.

-Sólo venía a revisar lo que llevabas. – Añade.
-Tranquila, Dina. Voy bien.
-En verdad también venía a animarte a que fueses tras de él. 
-Lo sé. No te he creído el principio.

Ambas reímos.

-Haría lo que fuese por tenerle, Dina.

Ella sonríe. Dudo que haya más en la capa de la tierra que se merezca tenerle más que yo.

Minutos después, miro por el cristal del coche y veo como la lluvia resbala en los cristales.

Frunzo el ceño y miro que, detrás de esas gotas, está el aeropuerto.

-Suerte. – Dice Dina parando el motor.

Cierro los ojos y tieblo.

-La necesitaré. – Digo.

Tomo aire y abro la puerta. Salgo y pongo mis manos en el pelo intentando que la lluvia no me moje.

Corro hacia dentro del aeropuerto y veo los sitios donde la gente apoya deja sus maletas para que las lleven al interior de los aviones.

Miro para todos los lados y me voy hacia los asientos. Quiero verle. Necesito verle, y le voy a ver.

Corro como si se me fuese la vida en ello y llego a un pasillo central del aeropuerto.

La gente lleva carros donde van sus maletas. Miro para todas direcciones y creo que va a ser muy difícil encontrarle.

La agonía e impotencia se adueñan de mí. Tengo miedo, y me tiembla todo.

Empiezo a andar enfrente de todas las personas que están sentadas en los asientos y les miro la cara, con ningún tipo de esperanza.

Ninguno de ellos es Louis.

Sigo andando y todos los recuerdos, los paseos en moto, las chaquetas de cuero, nuestro primer beso, el “Intimidante perro” que exclamó al ver a Bruce…

Mi respiración parece contenerse y querer explotar en llanto, pero me controlo mientras me acerco a las pantallas.

Miro las horas de los vuelos, bajando mis ojos y haciendo que la luz de éste se me refleje en todo mi rostro.

El único vuelo hacia Inglaterra ya ha salido, hace justo cinco minutos.

De repente, miro a mi izquierda y veo a un azafato pasar a mi lado, tranquilamente.

-Perdone, perdone. – Digo.

El chico se queda quieto y me mira desconcertado.

Trago saliva y respiro.

-¿Sólo hay ese viaje a Inglaterra?
-Por hoy era el último, señorita. – Dice.
-Gra…gracias. – Musito.

Miro como comienza a andar, después de mandarme una sonrisa de complicidad, y abandona mi vista.

Ahora ya puedo decir que no puedo hacer nada.

El destino no quiere que él esté en mi vida. El destino no quiere por nada del mundo que Louis y yo estemos juntos.

Me doy la vuelta y dejo atrás la pantalla, andando lentamente y arrepintiéndome de haber perdido el tiempo en hacer algo que era inevitable dejar escapar, porque él quería escapar.

Aspiro aire por mi nariz y ando hacia la salida.


Lo mejor será volver a casa para escribir la palabra ‘Fin’ y volver a una vida con un curso normal y expectativas normales. Sin él. 



7 comentarios:

  1. ayayay no puede ser mas bonito y a la vez triste, no se puede haber ido a Inglaterra :( ooo, bueno espero que lo sigas pronto, mucho animo y sigue asi lo haces genial guapa
    Bsss preciosa

    ResponderEliminar
  2. Por favor por favor no puede acabar aquí esa relación o lloro, :((((((( Louis tiene que volver a España o rayita se tiene que ir a Inglaterra pero NO PUEDE ACABAR!

    Me encanta esta historia, me voy a deprimir cuando la acabes :(

    ResponderEliminar
  3. No no Marta, no te preocupes, sabes que Nerea va a solucionar esta historia, no te das cuenta? Van a estar juntos, ___________ estara con el chico mas problematico q ha conocido y q mas ha querido. Caer en amor Una de las cosas más bonitas de la vida. Como siempre increíble, carry on pequeña

    ResponderEliminar
  4. Hola nerea!!!!! No comento mucho eb los blogs, pero solo decirte k me he leido todas tus.novelas y k claro esta me leere broken y la segunda temporada de nobady compares xk me encanta com escribes, como hace k me meta en el personaje. ;-) me podrias seguir en twitter?? Yo ya te sigo soy @albita50101

    ResponderEliminar
  5. O.M.F.G. no quiero que termine, tiene que haber 2° temporada si o si. Es perfecta. Sube cuanto antes :)

    ResponderEliminar
  6. Hola! Lo primero tengo que decirte que estoy muy arrepentida. He sido lectora fantasma desde tu primera novela. Nunca he comentado en ninguna pero la he ido leyendo. Pensaras que soy tonta, y estarias en todo tu derecho. Se que a los escritores les gusta que valoren su trabajo y opinen y yo no lo he hecho y ahora me siento mal. Pero no volvera a pasar, te dire en cada capitulo lo maravilloso que es. Esta novela es mi debilidad. Me da mycha pena que se acabe pero bueno, qie se le va a hacer
    Que sepas que eres la mejor escritora de fanfics que conozco y creeme que no son pocas. Gracias por crear historias tan maravillosas
    Te quiero

    ResponderEliminar
  7. Hola! Puues me declaro como otra lectora 'fantasma'. Solo comente una vez y fue para decirte que realmente me addicciona tu novela. Mi favorita ha sido la de Zayn con diferencia. Espero que sigas asi:) una pregunta, cuantos años tienes? Yo 13 ^^

    ResponderEliminar