-¿Cómo coño
me has encontrado?
-He
rastreado la llamada.
Los ojos
rabiosos de Josh se fijaban en los míos, nerviosos y pacientes a la vez. No
estaba en la situación que esperaba, ni siquiera me imaginaba cuando observaba
el partido desde el banquillo.
-Déjala, por
favor. – Pidió Adam amablemente, poniendo las manos en los hombros de Josh para
retirarle de mí.
-¿Y quién
diablos eres tú? – Preguntó Josh.
-Mi amigo. –
Contesté yo. - ¿También vas a contratar a gente para que le peguen hasta casi
matarle?
Giré la cara
y dejé que Josh me viese el mentón inflamado y seguramente morado.
-¿Quién te
ha hecho eso? – Preguntó alarmado.
-¿Enserio no
lo sabes?
Las pupilas
del chico comenzaron a dilatarse y miraba para todos los lados. Parecía que su
sudor iba a comenzar a salir por las entradas de su frente aun habiendo tanto
frío en el exterior.
-¿Esa es tu
forma de confiar en mí? ¿Contratando a matones para pegarle una brutal paliza a
una persona sumamente importante para mí? – Resoplé. – Te consideraba más inteligente.
El chico
continuaba mirándome sorprendido ante mi despreciable afirmación. Sus manos
comenzaron a apretarse en mis brazos y sentía que la circulación se me cortaba
por la gran presión que obcecaba el chico en mi brazo.
-Me das
asco, Josh. Repugnancia.
El chico me
soltó de los brazos dándome un gran empujón. Choqué de espaldas con el torso de
Adam, quien me cogió por los hombros para que no me desprendiese hacia el
suelo.
Una mirada
de odio de nuevo se interponía entre Josh y yo. El chico parecía estar rabioso.
No se merecía nada más que mi odio y repugnancia.
-Todo lo que
te he dado y te he ofrecido no ha valido para nada. He desperdiciado mi tiempo.
– Exclamó él.
-Es fácil,
Josh. Olvídate de mí. Olvídate de todo lo que tiene que ver conmigo, ¿vale?
¡Todo!
Adam apretó
mis hombros para que me calmase.
-Está bien,
______. – Me susurró. – Déjale que se vaya. Vamos a ver a los médicos.
El hermano
de mi mejor amiga rodeó mi cuello con su brazo y ambos emprendimos paso hacia recepción. Mi mirada con Josh aún estaban coincidiendo, pero no era más que
para mandarnos mutuo odio.
¿Le odiaba?
Ahora mismo estaba en el hospital con la cara inflamada gracias a su ideal plan
de pegar una paliza hasta que casi agonizase Louis, quien también estaba en el
hospital. ¿De verdad podría no odiarle?
El chico
agitó su cabeza y después de casi lamentarse en alto, salió rabioso del
hospital.
-Pasen a esa
sala, por favor.
La voz de la
mujer con una trenza de raíz que se escondía detrás de la barra de recepción me
alarmaba. Todo esto estaba pasando demasiado deprisa como para procesarlo.
Estaba como
flotando en una nube esperando a que alguien la explotase para que aterrizase
por fin en la tierra y fuese capaz de asumir y analizar tranquilamente todo.
Adam sonrió
amablemente a la recepcionista y ambos
fuimos a la sala donde nos indicaba.
Observamos
lo pequeña que era y nos sentamos en dos butacas libres que había entre las
filas.
-¿Te duele? –
Preguntó Adam una vez sentados.
Cerré los
ojos y analicé lo que pude. ¿Me dolía más esto o el comportamiento de Josh
acompañado con la defraudación?
-Un poco. –
Murmuré.
-Quizás te
den un antiinflamatorio y se te pasará.
Encogí mis
hombros mientras miraba los diferentes ojos de Adam. Los de un padre abrazando
a un pequeño rubito de un año por las noches.
-¿Cuándo piensas
decírselo a Alison, Adam? – Pregunté sin escrúpulos.
-¿A qué
viene eso?
-Sé que ella
jamás te juzgaría por algo así. ¡Vamos! Es la cosa más preciosa que podrían
haber hecho en tu situación, Adam. Sé que a Alison le encantaría saber que
tiene un sobrino y que tú estás bien, has cambiado y eres un completo hombre.
Al igual que a tu madre. No creas que las decepcionarás. Al contrario. Yo te
admiro.
El chico
mostró su media sonrisa en el rostro y me miró orgulloso de su acción en el
pasado. No estaba mintiéndole, de verdad tenía esa opinión.
-¿Crees que
debo decírselo? – Preguntó.
-¡Claro! –
Exclamé.
El chico
sonrió y miró hacia el suelo. Jugueteaba con sus dedos pulgares mientras yo le
miraba, sonriente y satisfecha de que estaba en proceso de convencerle.
-Está bien. –
Contestó alegremente.
Sonreí a su
acertada decisión y, en mi interior, lo celebré.
Un doctor
con uniforme verde asomó su cuerpo por la puerta de la sala de espera. Con una
lista en su mano, pasaba su dedo índice por el folio. Segundos después,
pronunció mi nombre.
Me levanté a
la vez que Adam y comenzamos a andar hacia donde él nos indicó.
Llegamos a
una puerta marrón con el pomo gris. Lo tomé y sentí el frío invadir mi cuerpo.
Pero nada era comparable con los ojos de Josh. Eso no era hielo, era algo
indescriptible.
-¿Paso? –
Preguntó Adam.
Asentí con
la cabeza y él me sonrió.
Ambos
pasamos a la sala y nos encontramos a un doctor, vestido formal y con una bata
blanca con unas letras cosidas en el bolsillo, en donde tenía bolígrafos.
-Buenas
noches. – Saludó educadamente el doctor. Se encontraba detrás de la mesa, en
una cómoda silla de escritorio.
-Buenas
noches. – Contesté yo, tímidamente.
Adam entró
el último y se encargó de cerrar la puerta detrás de él. Tomé asiento y luego
el chico se sentó en el otro asiento libre de la consulta.
-¡Vaya! –
Exclamó el doctor tras mirarme por encima de sus gafas de aumento. – Creo que
ya sé que te pasa.
Rápidamente
miró alarmado a Adam, insinuando que había sido él.
-Oh, doctor.
No, no. – Contesté rápidamente.
-Disculpe.
No quise dar a entender nada equivocado.
-Soy solo un
amigo. – Informó Adam, también haciendo ver que se había dado cuenta. – Jamás la
haría daño.
-Disculpen. - Se disculpó el hombre.
Desvié mi
mirada hacia el suelo arrepentida, y me encontré con unos ojos azules en mi
mente, oscuros y siniestros, pidiendo ayuda en las calles oscuras de la noche.
Un nudo se
me creaba intensificándome los latidos. Joder, Louis. ¿Qué tal estaría?
¿Querría verme ahora? ¿Le querría aún tanto como antes? Tantas preguntas que aún no había tenido el
tiempo de ponerlas en orden ni de contestarlas.
-Mejor me
ahorraré el cómo ha pasado. – Dijo el doctor
Giré mis
labios y comprendí. El hombre se puso de pie y se acercó hacia mi sitio. Me
levanté y el hombre cogió mi barbilla con sus dedos, girándomela con cuidado.
-Solo es un
brusco golpe en el pómulo. – Dijo. – No creo que haya tocado la mandíbula.
Ahora te inyectaré un antiinflamatorio y te recetaré un medicamento para que la
inflamación no aumente.
Asentí
comprendiendo y el hombre se dirigió hacia la mesa. Me ordenó que le siguiese y
así lo hice. Me senté en la camilla y esperé hasta que él me inyectó la aguja
en mi cuerpo. Sentí como el medicamento corría por dentro.
Sacó la
aguja y la tiró al cubo de la basura, mientras yo sujetaba el algodón que me
había dado para que la sangre no me manchase.
***
Adam de
nuevo cerraba la puerta del consultorio mientras emprendíamos camino hacia el
hall del hospital, donde hacía unos minutos, quizás media hora, estaba Josh montándome
un numerito.
Enrollaba el
papel para guardarlo en el bolso mientras andábamos.
-¿Tienes su
número? – Preguntó.
Fruncí el
ceño mientras levantaba la mirada y daba con sus ojos.
-¿De quién? –
Pregunté extrañada.
-De ella. De
Alison.
Me sorprendí
al escucharlo.
-Sí. –
Contesté.
-¿Me lo das?
-Claro.
Aproveché
que estaba metiendo la receta para sacar mi móvil y buscar el número de mi
amiga en la agenda.
Le cité
número a número y él lo guardó. Después cerré la cremallera del bolso
colocándomelo.
-¿Crees que
es muy tarde para llamarla? – Preguntó de nuevo.
-¿Ahora?
-Sí.
Encogí mis
hombros y giré el labio.
-No lo sé.
-¿Pruebo?
-¡Claro! –
Exclamé. – Prueba.
El chico
sonrió y salió al exterior del hospital, pulsando el botón de llamar. Yo le observé hasta que pude y, después,
comencé a andar hasta una butaca, donde apoyé mis codos en las rodillas.
Mi mente
estaba nublada, mis sentimientos estaban entrelazados y yo estaba perdida. ¿Qué
diablos pasaba? Eso de los matones me había trastocado. ¿Había sido cierto?
Toqué mi cara y sentí el dolor. Sí, había sido cierto.
Bajé la mirada
hacia el suelo y me di cuenta de que tenía demasiada presión para estar tan
serena. Quizás estuviese bloqueada y ya no pudiese ni sacar mi impotencia y
rabia al exterior. Necesitaba tiempo.
Miré hacia el
frente, donde un grupo de enfermeras corrían, quizás a una urgencia.
De repente,
me levanté tan rápido como pude y la imagen de Louis en peligro se me vino en
forma de flash.
Miré hacia
todas direcciones y opté por ir a recepción a preguntar por Louis Tomlinson. La
chica no me dijo nada más que la planta en la que se encontraba. La dejé con la
palabra en la boca, no quería saber nada más.
Corría por
los pasillos tan rápido como corrí cuando me enteré de que mi madre estaba en
el hospital. El día que volví con Josh.
Suspiraba
mientras corría. Subí las escaleras a toda velocidad, apoyándome en la
barandilla y rezando por no desvanecerme en cualquier momento.
Llegué a los
pasillos de la planta donde me dijo la doctora y comencé a esquivar a la gente,
mirando por todos los sitios en busca de Louis o de Bob.
¿Y si le
había pasado algo? ¿Y si la brutal paliza le había afectado a algún órgano? ¿Y
si Louis no estaba bien?
Una angustia
completa se creó en mi interior queriendo por un segundo morirme. No me
perdonaría que le hubiera pasado algo por mi culpa.
Miraba en
todas direcciones pensando lo peor. No quería y no podía hacerme a la idea de
algo así. La angustia aumentaba.
Mi pelo
seguía a mi cuerpo, el que se movía, ya con poca energía, por todos los
rincones de aquella planta.
-¡_____! –
Exclamó alguien detrás de mí.
Acto
seguido, me di la vuelta hacia la llamada y corrí, casi sedienta, hacia Bob.
-Bob. – Dije
sofocada.
-¿Qué haces
aquí? Quedamos en que Adam te llevaría a casa.
-¿Y Louis? –
Pregunté. - ¿Está bien?
-Dentro de
lo que cabe, está bien.
Un alivio
inmenso me recorrió por todo el cuerpo. Miré hacia arriba y di gracias.
-Y bien,
jovencita. ¿Qué haces aquí?
-Un médico
me revisó esto. – Informé.
-¿Quiénes han
sido, _____? – Preguntó.
-Da igual,
Bob. No les vas a conseguir hacer nada.
-¡Dime como
se llaman!
La fuerte e
insistente exclamación de Bob hizo sobrecogerme. Mis ojos casi apretando del
susto de su fuerte grito y yo frunciendo el ceño.
-Fue Josh. –
Contesté.
-¿Josh?
Asentí.
-¿Cómo que Josh?
-Contrató a
unos matones. Sólo sé que uno se llamaba Matthew. Mark Matthew si no recuerdo
mal.
El hombre me
miraba concentrado en mi información. Parecía importarle demasiado por saber todo.
-Tenía la
cabeza rapada y tenía dos ayudantes. Uno moreno y otro rubio.
Asintió con
la cabeza mientras parecía quedarse con toda la información grabada en su
cabeza.
-Los
contrató para pegar a Louis después del partido.
-Bien. –
Dijo.
-Y ahora,
quiero verle, Bob.
-No creo que
sea lo mejor.
-Es igual.
Quiero verle.
El hombre,
ya más tranquilo, encogió sus hombros y señaló la habitación donde Louis se
encontraría. Asentí agradecida y empecé a andar hacia la habitación.
Mordí mi
labio mientras tiraba con cuidado del pomo. Rezaba por no encontrármele
dormido.
Entré en la
habitación en la cual solo estaba su cama en el centro, al lado de las
maquinarias, con su cuerpo tendido encima de ella, arropado por una venda en
todo su torso. Cerré los ojos cuando sentí verdadera pena por verle en esa
situación.
Louis…
Su cabeza
giró en la almohada y me miró, con sus ojos tan profundos y azules como
siempre.
-¿Qué haces
aquí? – Exclamó, con la voz grave.
Me acerqué
hacia la camilla y me puse a su lado derecho. Sus ojos dieron con los míos y un
intenso golpe en el estómago sacudió mi cuerpo.
-Hola… -
Murmuré.
-Adam te iba
a llevar a casa.
Su tono no
parecía muy amable. Quizás aún siguiese con la idea de no verme en mente. Pero
no me iba a permitir el lujo de perderme esos ojos todos los días de mi vida.
-Vine a que
me miraran esto. – Informé. – Y me asusté por si te había pasado algo grave, así que decidí venir a verte.
Sus cejas
estaban frunciendo su ceño. Su gesto era de enfado.
-Estoy bien.
– Dijo, serio.
Giré mi
labio sabiendo que no lo decía enserio. Nadie podía estar bien en su situación.
-Y ahora,
vete. – Dijo.
-¿Qué
diablos te pasa? - Pregunté, casi
enfadada.
-No te hago
bien. – Dijo. – Así que vete. – Añadió.
-No. –
Negué. – No me pienso ir. Todo esto ha sido mi culpa y de Josh. Necesito
compensarte.
-¡No! – Negó
bruscamente Louis.
Su cara con
algunos moratones iba dirigida a la mía.
-Todo esto
ha sido mi culpa. Debí frenar, no debí sobrepasar los límites. Si yo no te
hubiera invitado al partido nadie te hubiera hecho nada. Nadie te hubiera
pegado. Si yo no te hubiera invitado al partido tú no te hubieras enterado de
nada de esto.
-Me iba a
enterar tarde o temprano.
-¿No te das
cuenta de que yo no soy quien te conviene, _____? Te lo he repetido miles de
veces. No soy como todos los chicos. Yo no soy igual. Soy un chico con muy poco
autocontrol y violento. Quise cambiar pero no pude, porque no puedo quitar esa
rabia que solo desaparece golpeando, ¿Entiendes? Cambié por ti, soy así ahora
por ti, pero ¿Sabes? No me ha servido de nada porque yo sé que al fin y al
cabo, en mi interior, sigo siendo el mismo chico oscuro que caminaba en moto
por El Foco. No quiero entrometerte de nuevo en mi oscura y penosa vida. Tú
mereces algo mejor que un mierdas como yo. Mereces a alguien que sepa auto
controlarse y quererte como yo no podré nunca. Hoy cuando repartía guantazos a
ese tío, me di cuenta de que tú no mereces a alguien tan asquerosamente penoso
como yo. Te mereces a algo mejor.
El chico
hacía fuerza a cada palabra, pero al final soltó todo lo que quería decirme.
-Por eso
quiero estar lo más lejos de ti posible, porque sé que no te puedo aportar nada
bueno. Mi vida no es buena, es ridículo.
-No.
Fue lo único
que pude decir. Me quedé perpleja. Me quería, eso estaba claro. Entonces, ¿Por
qué diablos me estaba diciendo esto?
-Sí. – Me contestó.
De nuevo
giró la cabeza en la almohada y miró en la dirección contraria a mí.
-Sé feliz,
______. – Dijo. – Aun que ya no sea con Josh, encontrarás a alguien.
-Pero...
Las lágrimas
amenazaban con salir de mis ojos. Tragué saliva y me rendí ante su insistente
decisión. Louis era un cabezota y sabía que no iba a cambiar de opinión.
-Igualmente,
Louis. Que seas feliz.
Me retiré de
su cama y comencé a andar dando cortos pasos en la habitación. Abrí la puerta y
miré por última vez al rostro de Louis, que apretaba su mandíbula. Su torso
arropado por vendaje, bajaba y subía a toda velocidad.
Una lágrima
cayó por mi rostro y decidí que ya era hora de abandonar toda esa dura situación.
Y de nuevo,
tendría que apuntar esto a mi lista de sorpresas por asumir hoy.
-Adiós.
Y cerré la
puerta.
Cogí aire
por la nariz y saqué el pañuelo que Adam me había dado hacía un rato de mi
bolsillo. Lo pasé por mi rostro y limpié las huellas de lágrimas que había dejado
mi llanto.
Bob corrió a
mí y rodeó mi cuello con uno de sus brazos, acercándome a su torso y haciendo
que mi llanto aumentara.
-Cielo… -
Musitó.
Mi boca
hacía pucheros y mis ojos lloraban.
-Ni siquiera él se quiere. – Dije, entre sollozos.
El hombre
tragó saliva y besó mi pelo.
Levanté la
mirada y vi a Adam, que detrás de ese rostro de felicidad, se encontraba
angustia y un sin saber.
-Llévala a
casa. – Mandó Bob.
El chico
asintió y rodeó mi cuerpo con sus brazos, conduciéndome hacia el ascensor.
Y así fue
ese gran día donde solo sentí asco, al fin y al cabo.
Mi vida
había cambiado completamente de nuevo, y no podía hacer nada. Era algo con lo
que me tocaba convivir y saber que lo único que me quedaba era asumir todo.
Había
descubierto la cara oculta de Josh y le había desenmascarado. Me hizo daño,
tanto física como mentalmente. Fue cruel y horroroso conmigo.
Y, ahora,
solo pensaba en lo difícil que habían sido las últimas horas de este perfecto
día, en su comienzo.
Mientras
caminaba hacia el coche de Adam solo pensaba en aquel perfecto beso que tanto
me llenó en aquel pequeño estadio. Mientras caminaba,
pensé que, quizás, quería a Louis más de lo que pensaba, y no me había dado
cuenta hasta que supe que él no quería que le quisiese, porque ni siquiera él
se quería.
Y quizás me
di cuenta tarde. Me di cuenta de que siempre debí de permanecer con él y
quererle. Siempre debí permanecer apoyándole y manteniéndole a flote, porque
fue el único que estuvo conmigo cuando todos me fallaron.
Sin embargo
huí de todo lo que tenía que ver con Louis. Huí de su pasado y de su forma de
vida. De su comportamiento tan violento y extremo. Huí de él, y quizás fuese
eso lo que jamás debí de hacer nunca.
Me metí en el
interior del coche de Adam, mientras él encendía el motor.
-Le dije a
Alison que quería hablar con ella. – Informó.
Sonreí
débilmente y, en el interior, me alegré por él.
-Me alegro. –
Dije.
Y vi como
sacaba el vehículo del aparcamiento, maldiciendo que no fuese Louis quien me
llevase de vuelta a casa tras una noche perfecta, como no podía ser de otra
manera, a su lado.
Pero no era
así. Él estaba ahora en una habitación de hospital, con su torso enrollado.
Pero no era lo único enrollado. Lo que más liado y entrelazado entre sí estaba,
era su pasado, que se enredaba en su presente, haciendo que la poca luz que
estaba comenzando a aparecer en su vida, volviese de nuevo a una oscuridad
inmensa y profunda, de la que él mismo parecía no querer salir.
Y, ahora, lo tenía cada vez más claro: El pasado siempre vuelve.
Dios. Es perfecta. No quiero que acabe. Y Louis... Y... Asdfghjkl quiero más.
ResponderEliminarMadre mia, es sjakdjsjfjs no hay palabras para describir esta novela, te estas superando en serio! No se que pasara con Louis, escribe pronto please♥♥
ResponderEliminarTengo un nudo en la garganta y he llorado muchisimo. Josh es un cabron de mierda. Ojala Lou cambjd de idea. Sigue por favor <3
ResponderEliminarMatame now. Por que me haces esto!!?? Que tienen q estar juntos!! Que con esa frase no puede acabar la historia, el pasado vuelve si, pero juntando a las personas que se dejaron atras. Aunque sea un pasado de mierda siempre tendra buenos recuerdos. __________y Lou merecen estar juntos PD: Has visto como me meto en la historia!! ay me encanta en seiro! Te qui
ResponderEliminar