-Te quiero.
– Susurraba.
Aún no podía
creerme lo que mis ojos estaban viendo. El chico de los ojos azules estaba
delante de mí, confesándose, de nuevo y más sincero que nunca.
-¿Y qué pasa
con todo lo que me dijiste en el hospital? – Pregunté, alarmada.
-Olvídalo,
¿vale? Yo te quiero.
Fruncí el
ceño y le miré, pero en ese momento, lo que menos me preocupaba era el por qué
de su repentino cambio de humor.
Estábamos en
su casa de Inglaterra, era algo rústica.
Yo sentada
en la isla de la cocina, en un taburete, y él agarrando mis manos desde el otro
lado. Me miraba directamente a los ojos mientras yo pestañeaba para darme
cuenta de que él existía de verdad.
Su dedo
pulgar acariciaba los nudillos de mis manos, y yo me estremecía.
La única luz
que nos alumbraba era la de la campana de la cocina, una luz algo amarillenta.
Su sonrisa
era lo único completamente blanco que encontraba en esa cocina, incluso los
platos eran de tonos similares al beige y crema.
-Nunca dejes
que te pierda. – Me exigió. – No quiero perderte.
-No lo
harás.
Una música
que venía del casete del salón se escuchaba. Una música tranquila y ambiental.
La llama de
la vela que estaba encima de la encimera bailaba gracias al aire que entraba
por la ventana, que a su vez, agitaba las cortinas.
Un chirriante
sonido se metió de lleno en mis oídos. Fruncí el ceño porque era algo incómodo.
-El horno. –
Dijo.
Soltó mis
manos y se alejó dándose la vuelta y colocándose unos guantes de cocina en las
manos. El olor a comida se podía apreciar, y era delicioso.
Su sonrisa
junto a su tupé y a su jersey de lana iluminaba su rostro. Estaba precioso.
Vi como se
acercaba al horno y, con sus manos, lo abría. Pero el sonido chirriante seguía
en mi mente.
De repente
sentí como mi cuerpo daba botes en el taburete, y él me miraba preocupado.
Se acercó
rápidamente a mí y, por poco, pude escuchar como en un grito ahogado, me decía
que me quería.
-Cielo.
Cielo.
Alguien
agitaba mi cuerpo desde los hombros. Preocupada, abrí los ojos y miré a todo mí
alrededor.
En mi frente,
se encontraba mi madre.
¿Y la
cocina? ¿Y Inglaterra? ¿Y la cena?
-¿Y Louis? –
La pregunté, con inercia.
Mi madre se
levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana, corriendo un poco las
cortinas y subiendo la persiana.
-Sigue en el
hospital. – Contestó, fríamente.
Un
escalofrío me recorrió el cuerpo. ¿Todo lo que había pasado no existía?
-Bob me
llamó anoche, después de que te acostarás. – Me informó, acercándose a mí.
Me incorporé
en la cama y me apoyé en el cabecero, viendo como la mujer de nuevo venía hacia
mí y se sentaba en el filo.
-Louis no
podrá jugar en un tiempo.
Mi boca se
abrió y dejé escapar un breve sonido de sorpresa. ¡Todo por mi culpa!
-¿Bob sigue
con él? – Pregunté.
-Sí, y
también está su hermana. Quizás se quede con ella.
-¿No volverá
a Inglaterra? – Pregunté, sorprendida.
-Está en
duda.
Un cierto
alivio me rodeó.
Todo lo que acababa
de pasar estar simplemente en mi mente. Solo en mi mente. Ni los te quiero
existían ni las cocinas, ni Inglaterra. Era mi propia imaginación, la que
gritaba que Louis volviese.
Había pasado
un día desde lo ocurrido, un día entero reconcomiendo mi interior y rezando
porque Louis llamase a mi teléfono y quisiese al menos saber qué tal estaba.
Pero no había hecho ningún amago ni intento de saber de mí. El día anterior fue horrible. Desde que Adam me trajo a casa, pasando por el día siguiente hasta ahora.
¿Enserio
querría dejar de verme? ¿Querría olvidarme? ¿Pensaría que era lo mejor?
Todo lo que había
pasado se lo había contado a mi madre el día anterior.
-¿Vas a ir a
clase? – Me preguntó.
La vida que
suelen llevar las universitarias no tenía nada que ver con la mía. Mi vida era
completamente diferente.
¿Quién tiene
un novio que contrata matones para pegar a un ex novio?
La rabia de
repente me recorrió cada rincón de mi cuerpo y agarré las sábanas con mi puño
para no gritar y destrozarme, más.
-Más tarde. –
Dije.
La mujer
acarició mi rostro para calmarme el dolor.
-¿Estás
cansada? – Preguntó.
Asentí con
la cabeza y me besó la frente.
-Ese maldito
capullo las va a pagar, cielo. – Dijo. – Bob está haciendo todo lo posible por
encontrarles.
-¿Por qué se
preocupa tanto por Louis? – Pregunté, asombrada.
-¿Bob?
-Sí.
Mi madre se
encogió de hombros y me miró.
-Louis para
él es especial.
-Apenas se
conocen.
-Pregúntaselo
a él.
-¿A Bob?
-O a Louis.
Negué
automáticamente con la cabeza. ¿Cómo iba a preguntarle a Louis si ni siquiera
podía preguntarle sobre mí?
Mi madre de
nuevo encogió sus hombros y besó mi mano.
-¿Qué
quieres de desayunar? – Preguntó.
-Lo haré yo.
-No. – Se negó
rápidamente. – Dime.
Me callé y me quería negar.
-Vamos. - Insistió.
-Está bien… Una
tostada.
-¿Algo más?
Negué con la
cabeza mientras observé cómo se ponía de pie e iba a la puerta.
-No, mamá.
Gracias.
La mujer
sonrió y se apoyó en el marco.
-Tampoco sé
por qué se llevan tan bien. – Añadió. - Es como si tuviesen una conexión que
solo encuentran en ambos, y eso es precioso. Pero esa conclusión también me
serviría para tu caso con él.
La mujer me
guiñó un ojo dulcemente y, la conclusión, se me clavó de lleno en el estómago.
Me quedé
mirando a las musarañas mientras procesaba todo.
-Mamá. – La llamé.
La mujer volvió
a entrar en la habitación.
-¿Sí?
-¿Por qué
has dicho eso?
La mujer
sonrió y me miró, dándome a entender que estaba siendo extremadamente inocente.
Pero yo no entendía a qué se refería.
-Baja a
desayunar, ¿Vale?
Y de nuevo
comenzó a andar por el pasillo, para luego bajar las escaleras e ir hacia la
cocina.
Giré mi
labio y, a los cinco minutos de estar intentando procesar todo, mi teléfono
sonó.
Salté de la
cama esperanzada. Busqué el móvil y recé porque en mi pantalla apareciese su
nombre, pero no era así.
“Dina”
Fruncí el
ceño y me estremecí al pensar que mi madre minutos antes me había dicho que
estaba con Louis. ¿Y si había pasado algo?
No quise
hacer esperar más y contesté rápidamente el teléfono.
-¿Sí?
-¡____! –
Exclamó.
Mi labio se
giró.
-Dime.
-Supongo que
ya sabes lo que pasó con Louis. – Dijo, casi con su voz temblorosa.
-Sí… -
Contesté yo, balbuceando.
-¿Sabes lo
qué pasó? – Preguntó. – Louis me ha dicho que no tienes nada que ver, pero
estoy segura de que me está mintiendo.
Tragué
saliva. Dina parecía no confiar en mi demasiado.
-Sí. Tuve
que ver. – Contesté, sin ningún tipo de escrúpulo ni miedo.
No podía
perder más a Louis. Ya le había perdido.
-¡Lo sabía! –
Exclamó.
Mi labio se
giró y mi gesto fue defraudo.
-Me
encantaría quedar contigo para saber todo. Todo.
Fruncí el
ceño. No entendía por qué tenía tanto interés en que su libro tratase de mi
historia tan… diferente con Louis.
El silencio
estaba entre nosotras dos.
-Para lo que
quedamos… Ya sabes. – Dijo.
Pestañeé un
par de veces y asentí, sin darme cuenta de que ella no me veía.
-Sí. Está
bien.
-Genial. ¿Te
viene bien venir a casa para comer? Llegaré en un rato y me dará tiempo a
preparar algo.
-Dina… La
verdad es que no me apetecería ver a Ben. – Confesé.
-¿Por qué? ¿Ha
pasado algo?
-Bueno, esto
preferiría hablarlo por otro sitio.
La chica se
quedó en silencio y pareció procesar todo.
-Entonces, ¿Prefieres
que quedemos tú y yo solas?
La chica
parecía seguir sin entender muy bien la situación.
-¿Louis se
quedará solo? – Pregunté.
-No. Se
quedará con Bob.
¡Bob! Mi
subconsciente se vino arriba. Pareció encontrar la clave perfecta y la persona
perfecta para preguntarle o averiguar algo sobre por qué la relación de ambos
era tan estrecha.
-¿Entonces? –
Replicó la chica. - ¿Nos vemos a la hora de comer?
-Sí, claro.
Ahora estaba
dispuesta a seguir con todo esto adelante. Ahora ella tendría lo que quería,
pero yo obtendría algo que quizás me interesase.
Pensaba
saber todo de Louis, pero como él propio se denominaba, su vida era demasiado
oscura y curiosa para saber todo de él.
-Genial.
Pasaré a buscarte a las dos.
-Sí.
-Hasta
luego.
Y colgamos.
Retiré las
sábanas y me pisé el frío suelo, poniéndome las zapatillas de estar por casa y
arrastrando los pies, esquivando a Bruce que sólo quería jugar.
Me agarré a
la barandilla y comencé a bajar con ganas de que todo terminase. La curiosidad
me podía, y quería saber ya todo.
-Cielo, ya
está tu desayuno. – Me informó mi madre desde la cocina.
-Ya voy.
Los dos
últimos peldaños y, el timbre sonó. Miré sorprendida a la puerta blanca y el
miedo se creó dentro de mí.
Empecé a
andar seguida de Bruce hacia la puerta y tomé el pomo.
¿Quién sería
a estas horas?
PD. Chicas, me gustaría pediros un favor, si no es mucho pedir, me gustaría que me dijeseis si os gustan las novelas misteriosas, porque tengo una gran novela en mente con Harry, y sería MUY misteriosa, así que me gustaría saber si os gustaría que fuesen de este estilo (Como TPCB), que el chico o la chica tenga algo misterioso que a lo largo de la novela se va descubriendo... :) Ya sabéis por donde me lo podéis hacer saber, comentarios en el blog, twitter, ask, gmail o incluso en mi blog (http://sttories1d.blogspot.com) a la izquierda hay una encuesta sobre esto, por si no queréis escribir y simplemente darle a sí o a no. :)
Gracias Nerrys, os adoro!
Nerea, haz la novela de Harry misteriosa, me encantan las misterios y TPCB es perfecta... Es mi novela favorita.
ResponderEliminarTe superas en cada capítulo, besos <3
Estaría genial que hiceras una novela misteriosa sobre Harry. Me encantan!! Bueno, Harry también.
ResponderEliminarTPCB ha es una de las mejores novelas que he leido y estoy leyendo y me encantaría una así con mi chico favorito.
Ay si, haz la de harry plis, y si es asi parecida a esta tiene que estar genial, ya lo he dicho muchas veces que me encanta esta novela. Besos sube pronto
ResponderEliminarQue si me gustaría dice ay.. YA ESTOY ANSIOSA POR SABER DE QUE VA! Jo tia, todo esto, lo estás haciendo tan bien. Eres la pera. Y tia, Dina, solo piensa en su novela? aahha es q me he qedaod loquisima porque a ver.. su hermano esta en el hospital hecho un asco y ella llama a ___________en plan... NECESITO INFORMATION!! ahahha q locura!1 Pero de verdad me esta encantando. Eres un solete!!
ResponderEliminarSi misteriosaa!! Siguientee
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